"No dejamos atrás a nadie"
Ángel:
Los cuerpos se enfilan por decenas en la bóveda del círculo de fuego. Los llantos de las víctimas de los caídos resuenan en mi cabeza, aumentando la presión en mi pecho. Quisiera gritar. Quisiera poder tirarme de rodillas en el suelo junto al cuerpo de Hunter y suplicarle a Dios la oportunidad de revivirlo, al igual que hace él.
De nuevo, no puedo mostrar debilidad, así que estoy parada en medio de un grupo de chicos, observando el dolor del resto mientras se preguntan si sus hermanos, amigos o familiares también habrán muerto.
Debo entender, Hunter no es el único fallecido. Debo soportar la moral de todos aquí. El cuerpo de Adam yace cubierto por na sábana azul no muy lejos de mi visión. Si su hermana estuviera presente estoy segura de que estaría llorándole.
Yo también lo haría.
¿Quién soy para juzgarle cuando por encima de todos siempre puse a Alice y Ámber?
Nadie.
Entiendo mejor el sufrimiento de Adam, sus posibles dudas, sus temores, cómo logró soportar el miedo hasta el final. Las palabras de Hunter taladran en mi cabeza. Adam le ordenó aparecer. A mis ojos, Adam le pidió a Hunter que acabara con él.
Ambos deben estar odiándose al otro lado, ¿verdad? Porque ellos siempre se han soportado mínimamente. Siempre lucharon el uno contra el otro.
Así que estén donde estén, se encuentran juntos. Ese es mi alivio. Presiono con fuerza mis manos, convertidas en puños, si presiono solo un poco más, la sangre empezará a escurrir en pequeñas gotas a través de mis dedos.
Ellos van a poyarse.
¿Verdad?
No hemos revelado lo ocurrido al resto. Crearía en sus mentes una debilidad innecesaria.
Camille llega a mí, apartando al gentío de personas que se concentran alrededor del rectángulo de cuerpos sin vida siendo llorados por sus compañeros y hermanos. Trago el nudo en mi garganta al escuchar los gritos de dolor, la impotencia en sus rostros al tomarlos en brazos y darse cuenta de que jamás podrán volver a hablar con ellos.
Pese a tener los ojos nublados por las lágrimas no me permito llorar, no puedo mostrar mi debilidad.
La herida en mi estómago arde más de la cuenta pero el efecto de la droga ha desaparecido. No envié a nadie a investigar quién esperaba a Adam al otro lado de ese oscuro pasillo secreto. Solo nos retiramos como cobardes pero me afianzo a la idea de que estamos juntos. He evitado bajas innecesarias pese a que moría por saber quién coño está detrás de todo esto.
— Vamos — susurra Camille en mi oreja.
Trago saliva pese a la dificultad del gesto.
— ¿A dónde? — demando, apenas puedo apartar mi vista del cuerpo sin vida de Hunter.
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Sumisa ©
Roman d'amourLibro 1 Sumisa: Seduciendo al dragón rojo. #SAGAMENTIRAS Alex Deberaux había logrado tener un nombre en el bajo mundo junto al poder que siempre había ansiado. El dragón rojo era sin duda el sueño de muchas mujeres, y también su perdición. El apodo...