60 | Malentendido.

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"El corazón que te amaba ya no existe, murió"

Ángel.


— Empuja más fuerte — gruño.

Bjorn hace un último esfuerzo para que entre. 

Y finalmente estoy en el conducto de ventilación.

— Voy a buscarla al otro lado — avisa.

— Está bien, date prisa — suspiro, algo cansada. 

Es patético tener que arrastrarme así para poder ver a Sebastian, pero no tengo más opciones, la chismosa de Beau iría a contarle a Alex si de repente decidiera tardar demasiado en el baño, por ejemplo. 

No tengo más opciones. 

No estoy haciendo nada malo, ¿verdad?

No tengo nada sexual con Sebastian, y si no lo entendió antes, haré que lo entienda ahora. Está desestabilizando mis planes y eso no es lo que me prometió. Además, incluso si yo tengo algo con él, Alex está haciendo lo mismo con esa secretaria...

Esa zorra de Laura seguramente sigue acostándose con él, si no, ¿porqué sigue aquí? Ha estado todos estos años a su lado. ¿Y yo? No recordaba su existencia.

Necesito algo... necesito tenerla

Además, tengo que evitar una catástrofe.

Si Sebastian sube y se encuentra con Alex, crearán una gran batalla campal que alertará a demasiada gente. Eventualmente encontrarán el motivo de la discusión. Y ellos encontrarán mis puntos débiles antes de que yo pueda luchar siquiera.

Una vez estoy en el baño, tras arrastrarme por este lugar durante siete minutos, Bjorn abre la escotilla y me ayuda a salir.

— Sus tacones — comenta, entregándomelos.

— ¿Alguien te vio?

El niega.

Salimos del baño y bajamos en el infernal ascensor hasta el aparcamiento del sótano. La primera planta pertenece en su mayoría a los vehículos de Alex, tiene una entrada única y está libre de cámaras.

— ¿A cuántas mujeres se ha tirado en este aparcamiento?

— Doce — responde Bjorn, sin dudar.

Hago una mueca y esperamos en el frío lugar hasta que escucho unos pasos. Algo extrañados, nos escondemos con el elefante entre los Ferrari de Alex hasta que veo la forma de Sebastian.

— Bastian — llamo.

El se gira en mi dirección — Ángel — suspira con alivio.

En sus rostro hay signos de una pelea. Corro hasta él y nos abrazamos. Mis dedos rozan sus heridas y le pregunto qué ha sucedido.

— No lo sé, están cayendo. El círculo de fuego. El de tierra. Hasta el de aire se ha refugiado sin dar señales de vida. Tienen miedo, Ángel.

— ¿De qué estás hablando?

— Bellamy me pidió ayuda — explica — estuve en algunos lugares, arrasaron con todo, Ángel. Creo que se acerca otra guerra contra la Ruleta Rusa. 

Mi corazón empieza a latir con fuerza en mi pecho. Si la Ruleta Rusa está de vuelta significa que tienen el poder suficiente para ello. 

Suspiro — ¿pero qué pasa?

Sumisa ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora