82 | Nueva amenaza.

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"Peligros del futuro son problemas del presente"

Alex.

— ¿Las cámaras de seguridad se desactivaron, de todo el zoo? — demando.

Beau asiente — sí señor, no quedó ninguna, excepto por la que hay a la salida del parque, esa quedó intacta porque pertenece a la ciudad y no a la jurisdicción del parque.

— ¿Y los guardias de seguridad?

— Todos muertos, señor.

Suspiro. De un golpe arrojo los informes al suelo.

— Así que lo único que tenemos es a Massimo largándose con una niña en brazos.

— Con el debido respeto, señor, ¿no debería interrogar a su esposa más a fondo?

— Cállate — gruño.

Pero Beau no desiste — es imposible que solo se escapara, doblamos la seguridad y no había un solo guardia a su lado el momento en el que ella se fue porque estaban todos ocupados en otras tareas, casualmente... — tras una pausa dramática, añade — fue planeado, señor.

— ¿No te he dicho que cierres la puta boca? ¿Qué coño quieres que haga? Ve e interrógala tu si tienes huevos y voy a ver cómo arrastra tu jodido cuerpo sin vida por el suelo de toda la mansión.

Beau enmudece. Al parecer el solo recuerdo de mi esposa lo pone a temblar. Sonrío y arreglo la solapa de mi chaqueta como si tuviera alguna imperfección.

— Eso pensé — gruño, levantándome al mismo tiempo que mi nueva secretaria entra por la puerta.

Es algo torpe, pero eficaz en su trabajo y no quiere chupar mi polla todo el día. Si Ángel se tomara el tiempo de venir a verme a la oficina, apuesto a que estaría satisfecha por el cambio.

— Están aquí, señor.

Asiento. Bea da media vuelta y sale del despacho. Beau se relame los labios y hago una mueca al verlo.

— Camina — le ordeno.

Aún tarda unos segundos en seguirme fuera, hacia la sala de reuniones con vistas a Central Park. Allí, acompañados por un guardia, su abogado o secretaria, algunos incluso con los tres, se encuentran los hombres más influyentes del condado.

— Pero bueno, qué alegría veros a todos — saludo, sin realmente sentirlo.

Ellos ya están sentados, por lo que mueven la cabeza en una especie de asentimiento aburrido.

— ¿Y, porque estos hombres invocarían una reunión sin previo aviso e importándoles una mierda mi agenda? — demando, apoyando los pies en la mesa.

Ryan, un cuarentón con canas y el alcalde de esta ciudad, me mira con su mirada oscureciéndose y sus ojos achinándose — ¿conoces el nuevo edificio construido cerca del Empire State, el de la calle 33?

Finjo que si, aunque no tengo ni idea de lo que habla. Si no tuviera que estar pendiente cada dos minutos de mi mujer, probablemente sabría de qué puto edificio está hablando.

Al ver mis cejar arqueadas, la ayudante del alcalde es quien toma la palabra.

— El governador lo construyó para crear allí un nuevo centro de operaciones para un equipo especializado en la lucha contra el crimen organizado — termina Katrina.

Katrina puede ser la típica asistente facilona con la que te puedes acostar los viernes después de un largo día de trabajo, de grandes pechos y faldas demasiado cortas, pero sabe hacer su trabajo bastante bien. Por eso por ahora nunca han encontrado nada de lo que Ryan ha ido haciendo a espaldas de su partido.

Sumisa ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora