Capítulo 36

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Mi habitación era preciosa. Se encontraba en la segunda planta del hotel con un balcón que tenía unas perfectas vistas al océano, pero que compartía con Kane y Nash, ya que nuestras habitaciones estaban pegadas. Reece y Dave habían alquilado todo el segundo piso del hotel, por lo que la mayor parte de nuestras habitaciones estaban juntas. Sin embargo, yo no tenía queja alguna. El sonido del mar de fondo hacía que me sintiera en calma y más aún cuando el olor de la lluvia aún estaba reciente.

Inhalé varias veces el aroma y me acaricié la tripa. Deseaba conocer por fin al bebé, pero temía perderlo tal y como me habían advertido que podría pasar. Me daba igual el género, solo quería que naciera sano y con un futuro por delante, pero no quería pensar en eso si no quería sumirme en la tristeza. Tampoco quería pensar en el vídeo sexual o en el hecho de que Kane ya hubiera encontrado un abogado que había empezado con los trámites del juicio. Ahora mismo estaba de vacaciones rodeada de amigos y quería disfrutar del momento por si no se volvía a repetir. Estaba intentando disfrutar de los pequeños placeres de la vida, tal y como me había recomendado James,  y así poder vencer parte de los miedos que sentía que me retenían.

Los últimos vestigios de la puesta de Sol se presenciaban ante mí y noté como la humedad del ambiente me embriagaba. A causa de ello, entré de nuevo en la habitación para darme una ducha y acicalarme un poco, ya que habíamos quedado todos en un rato y se me estaba haciendo algo tarde. Me sentía como una ballena con la tripa que tenía, pues por herencia siempre había sido muy pequeña de estatura y de talla. La ropa se me había empezado a quedar bastante ajustada, así que había tenido que ir de compras antes de venir a Puerto Rico. Preparé mi atuendo y lo dejé sobre la cama. Me puse la canción Save your Tears de The Weeknd y me fui al baño dejando que la melodía inundara mis oídos, a pesar de que me recordaba demasiado a mi historia de amor con Kane. Deshice esos pensamientos mientras me preparaba el agua de la bañera antes de sumergirme en ella, dejando que la calma se adueñara de mí. No sé en qué momento me quedé dormida pero, cuando quise darme cuenta, escuché la voz de Kane al otro lado de la puerta.

-¡Autumn! ¿Estás bien?- golpeó la puerta con impaciencia. Supuse que me habría llamado varias veces, aunque yo no me hubiera dado cuenta.

Miré rápidamente la hora de mi teléfono, el cual había configurado nada más llegar. ¡Mierda! Era súper tarde y me imaginaba que todos estarían esperándome para cenar.

-Me he quedado dormida en la bañera. ¡Ya salgo!- grité. Intenté ponerme de pie pero me había quedado varada cual ballena. El agua ya estaba templada y me entró frío. Además, no sabía dónde había dejado la toalla y ya me estaba estresando.

-¡Joder- grité sin darme cuenta de que Kane seguí al otro lado de la puerta.

-¿Qué pasa?- preguntó, preocupado, abriendo la puerta.

Me cubrí como pude con las manos y grité escandalizada. El embarazo estaba acabando conmigo y me estaba volviendo bipolar.

-¡Lo siento!- repuso él tapándose los ojos con las manos.

No sé por qué la escena me resultó tan graciosa que empecé a reírme a carcajadas. Literalmente me había quedado atascada en la bañera, desnuda y embarazada de Kane, el cual a pesar de haberme visto desnuda en innumerables ocasiones se tapaba los ojos con la misma fuerza que yo mi cuerpo.

-¿De qué te ríes?- me cuestionó abriendo un ojo a través de sus dedos.

Negué con la cabeza ante mis cambios de humor y le rogué que me trajera la toalla y la ropa, que al parecer había dejado encima de la cama. Me armé de valor y dejé de cubrirme el cuerpo con las manos.

-Ni se te ocurra mirar- le advertí. Kane levantó las manos en señal de inocencia y me miró a los ojos, haciendo que yo tragara saliva ante la tensión sexual que se respiraba en aquel momento. Necesitaba pensar en otra cosa, pero se me hizo imposible hacerlo cuando noté sus manos sobre mis caderas, haciendo hueco para sacarme de la dichosa bañera. Rompí la mirada y la posé en cualquier otra cosa que no fuera él, a pesar de que noté cómo sus ojos me recorrían de pies a cabeza. Él me había visto desnuda antes. En cambio, nunca antes me había visto estando embarazada, por lo que la situación me resultó mucho más íntima.

-Ve bajando, si quieres- sugerí cuando me cubrió con la toalla -No quiero que cenéis más tarde por mi culpa.

-No te preocupes, les voy a enviar un mensaje de que vayan cenando mientras tanto y ahora después vamos nosotros. Tómate tu tiempo- respondió mientras salía del baño rápidamente y cerraba la puerta tras de sí. Sabía que él también había notado la tensión, así que no le culpaba de que actuara así.

Me vestí rápidamente con el sonido de fondo de Kane tecleando en su teléfono. Me apliqué un poco de rímel en las pestañas y salí aún con el pelo mojado.

Kane levantó la vista de su teléfono y carraspeó: -Eh...Estás preciosa.

No sé qué había pasado con el antiguo Kane, pero éste me gustaba mucho más. Me miraba de arriba a abajo el atuendo, consistido en un vestido largo blanco de estilo ibicenco que me llegaba hasta los pies, además de una chaqueta vaquera y unas sandalias.

-Gracias- me ruboricé -¿Y Nash?- pregunté cambiando de tema.

-Abajo con el resto.

Me fijé en él. Llevaba unas bermudas cortas de color beis y una camiseta blanca a juego con sus zapatillas. Lucía bastante relajado y su reciente corte de pelo le favorecía con los laterales más cortos que la parte central del pelo, que se encontraba echada para atrás.

-¿Cómo es que has venido?

-Me había asustado cuando bajamos Nash y yo con el resto y tú aún no habías llegado. Siempre eres puntual- explicó y, en cierta manera, me enterneció de que se acordara de ese hecho. Involuntariamente le estaba perdonando poco a poco y no quería que mis defensas cayeran tan rápido.

No respondí y bajamos en silencio hasta el comedor donde se encontraban nuestros amigos, quienes nos miraron con las cejas levantadas al vernos llegar juntos y en silencio. Reece me lanzó una mirada que significaba que quería que le pusiera al día, mientras que Kylie simplemente me ignoraba. Debía hablar con ella y no me apetecía retrasar más el momento, así que quedé conmigo misma en hacerlo en cuanto nos quedáramos a solas.

SEPARADOS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora