Capítulo 12

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Desde que Maia y yo habíamos decidido irnos a Los Ángeles habíamos estado buscando sin ton ni son un lugar donde poder quedarnos. Ella había aceptado la oferta de trabajo y comenzaba en su nuevo empleo la semana que viene, por lo que teníamos que encontrar un alojamiento cuanto antes. A pesar de todas las negativas que recibíamos de las inmobiliarias, yo no me rendía. Por fin tenía una cosa en mente y no iba a tirar la toalla tan fácilmente. Había hablado con Kylie y con Reece para ver si ellos sabían algo y, cuando menos nos los esperábamos, recibí un mensaje de Reece.

"Ya tengo tu casa"– leí con una sonrisa en la boca.

–¡Maia!–grité– Mira esto.

Le entregué el móvil para que viese el mensaje de Reece y, cuando lo hizo, me abrazó, emocionada. Una vez nos hubimos separado llamé a mi amigo para pedirle detalles y que me lo explicase mejor.

–Hola, linda– me saludó con su habitual desparpajo.

–¡Reece! Dime que no te lo has inventado– puse el manos libres para que también le escuchase mi tía.

–Claro que no. Te cuento pero no te enfades que lo he hecho por tu bien. Dave me preguntó por ti y le dije que necesitabas un sitio donde quedarte en Los Ángeles.

–¿Cómo es que te preguntó por mí?– pregunté algo cabreada, para qué mentir.

–Lo sé, lo sé. Al principio no quise decirle absolutamente nada porque sabía que se lo iba a contar a Kane pero me estuvo insistiendo durante un largo rato. Me dijo que Kane estaba destrozado por una serie de problemas y que quería saber de ti.

–Pues si quiere saber de mí es tan fácil como llamarme, ¿no crees?

Maia me miraba interrogante, así que quité el manos libres porque no quería que supiese de Kane más de lo necesario. Kane ya había hecho bastante como para que encima ahora fuese contándole sus penas a su amigo para que él se los cuente a Reece y así llegar a mí. ¿Por qué no se podía haber quedado quietecito? ¿Quería meter a mis amigos de por medio? Eso me parecía muy feo. Ni yo misma quería que mis amigos se metieran para no hacer una montaña más grande de lo que ya era.

–Sí, si yo opino lo mismo y eso es lo que le dije.

–¿Entonces?– musité, esta vez enfadada de verdad.

–Me dijo que solo quería saber dónde estabas y le dije que no se lo iba a decir, pero que yo te estaba buscando un sitio donde quedarte en Los Ángeles. Espero que no te moleste, él es muy insistente y sabía que no se iba a quedar de brazos cruzados así que no me quedaba otra opción. Además a lo mejor él conocía algún sitio y, efectivamente, así ha sido. Resulta que la prima de una de sus amigas se muda a no sé dónde e iba a poner su casa en alquiler. Me ha enviado las fotos y justo estaba a punto de pasártelas cuando me has llamado.

–Pásamelas cuando puedas, porfi. Y perdón si mi tono ha sido acusador, ya sabes que no aguanto que me mencionen el tema Kane– me disculpé.

–No te preocupes, linda, que lo entiendo.

Me vibró el teléfono y me lo separé de la oreja un segundo para ver de qué se trataba. Eran las fotos que me había prometido Reece, así que volví a poner el manos libres para poder verlas junto con mi tía.

–Es preciosa, ¿a que sí? Yo cuando la vi pensé en vosotras. Tiene hasta un jardín para Chocolate. Lo único malo es que está a las afueras de la ciudad, por eso el alquiler es tan barato– dijo mi amigo.

–Es perfecta para nosotras. Muchas gracias, Reece– comentó mi tía, que ya conocía a Reece de una vez que hice videollamada y les presenté.

–No hay de qué, además necesitan a alguien que se instale cuanto antes.

–Pues eso, que es perfecta– murmuré, contenta.

(...)

Ese mismo domingo Maia y yo nos encontrábamos en el Aeropuerto Internacional de Denver con destino a Los Ángeles. Ella había avisado a nuestra familia de que le había salido trabajo en Los Ángeles y se había pasado estos últimos días despidiéndose de todos. Le hice prometer que no diría nada de que me iba con ella y cumplió su parte. Así que nos encontrábamos embarcando felizmente hacia la que iba a ser nuestra casa. Habíamos hablado con la propietaria y no tenía ningún problema con que tuviésemos bebés y un perro, por lo que lo tuvimos más que claro, además el alquiler estaba tirado y aún no me creía que se nos hubiese juntado tanta buena suerte. Tenía una teoría y era que si te pasaban muchas cosas buenas seguidas te tenía que pasar, al menos, otra mala. No quería pensar tan negativamente por mi bebé, pero me daba miedo creer que no todo iba a ser tan bonito como hasta ahora.

Una vez en el avión Maia, Wolf y Chocolate se quedaron dormidos, mientras que yo me quedé observando la situación. Habían pasado unos días desde que me enteré que Kane había estado preguntado por mí, pero aún me costaba creerlo. Cuando me echó de su casa me dejó más que claro que no le importaba una mierda y, sin embargo, aquí lo tenía, meses después, preguntando por mí. ¿Qué más le daba lo que hiciese? No quería pensar mal de él pero cada vez era más desconfiada... ¿Y si lo que quería era controlarme? Me imagino de Dave le habría dicho ya que íbamos a ocupar la casa, ¿qué pasaría si se presentase? Con la última pregunta se me hizo un nudo en el estómago. No quería ni verle. Nunca le negaría ver a su futuro hija/o a pesar de no haber querido saber nada, pero mi historia con él estaba más que terminada y estaba saliendo adelante gracias a la gente de mi alrededor.

Aterrizamos antes de que me diese cuenta y, a raíz de eso, fue todo un no parar. Cogimos las maletas y nos desplazamos en taxi hasta las afueras, donde se encontraba la casa. Cuando la vimos nos quedamos embobadas. Se trataba de una casita sencilla de color blanco, dentro de una urbanización de chalets adosados. Tenía dos pisos y un jardín. En la planta baja se encontraba el salón y la cocina, separadas por una barra típica de los bares, el baño y una pequeña salita donde hacer la colada. En la planta de arriba había tres habitaciones y dos baños entre una habitación y otra. Era muy sencilla pero tenía muchísimo potencial. Estaba segura de que Maia y yo le íbamos a sacar mucho partido a la casa y a poco que decorásemos se iba a quedar una estancia muy acogedora para nosotras y los bebés.

Firmamos unos papeles y la chica, que suponía que era la prima de la amiga de Dave, nos entregó la llave.

Por fin algo estable en mi vida.

SEPARADOS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora