Capítulo 38

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Me desperté por primera vez en Puerto Rico y me estiré con cuidado sobre la tullida cama. Había dormido bastante mal, no por la cama, si no por lo que pasó con Kylie anoche. Además, echaba de menos a Chocolate revoleteando a mi alrededor. Decidí que era un buen momento para hacer videollamada con Maia y así poder comprobar que todo estuviera bien por ahí, así que agarré el teléfono sin percatarme del cambio horario.

Como era lógico, colgué nada más más marqué el número y le envié un breve mensaje disculpándome por si le había despertado. Aquí apenas eran las 10 de la mañana, por lo que en Estados Unidos serían las 7. 

Sin embargo, Maia me contestó al instante, pues estaba a punto de salir de casa para irse a trabajar. Me envió una foto de Wolf y otra de Chocolate panza arriba y se despidió de mi prometiendo llamarme más tarde. Con mis padres también hablaba frecuentemente por el grupo de WhatsApp que teníamos los tres, así que no podía quejarme. Me sentía muy apoyada después de todo.

Me lavé la cara y los dientes y me unté el cuerpo con crema solar para no quemarme la piel, ya que siempre me ponía igual de roja que un cangrejo. Me vestí con un bañador verde militar con escote en "V" y un pareo marrón por encima a juego con mi sombrero. De zapatillas me puse unas sandalias beis, ya que sabía que nos pasaríamos el resto del día fuera. Prefería prevenir que curar, así que me llevé una bolsa de tela con más protector solar, cacao para los labios, una toalla para la playa o piscina, unas gafas de sol y, obviamente, un cuaderno tamaño bolsillo, un lapicero, mi cartera y mi móvil por si pasaba algo. Bajé a desayunar rápidamente, pues habíamos quedado todos en media hora. En teoría nos íbamos a dividir, por un lado, Kylie, Reece y yo, y, por otro, Kane, Leo y Dave, debido a que el pequeño Nash se quedaría en el hotel que estaba dotado de muchas actividades para niños/as. Después de lo de Kylie dudaba que esa distribución funcionara, pero no iba a ser yo quien arruinara el día, así que, cuando me reencontré con todos, actué de los más normal. 

Kylie hoy también parecía algo más cuerda y trataba de evitarme, pero intentaba que no se le notara para que nuestro amigo Reece no sospechara, cosa la cual agradecí. Kane estaba impresionante y no paraba de recorrerme las piernas con la mirada, casi tanto que estuve apunto de recordarle dónde se ubicaba mi cara. Reece y Dave estaban entusiasmados y a Leo le noté algo sombrío, pero traté de no darle importancia.

-Chicos- llamó nuestra atención Dave -Aunque en un principio estaba previsto ir al balneario por separado para cumplir el límite de aforo, hemos decidido ir a una playa no muy lejos de aquí que tiene unas vistas preciosas.

Todos asentimos, conformes, y nos desplazamos al lugar. Efectivamente, la playa no estaba nada mal. Las aguas cristalinas eran increíbles, al igual que la blanca arena. No había mucha gente y el clima era perfecto, por lo que me dieron ganas de sumergirme en el agua. 

-¿Alguien quiere jugar al vóleibol?- preguntó Kylie, señalando la pista de arena que había unos metros a la derecha de donde nos habíamos instalado.

Todos aceptaron excepto Kane, quien no quería dejarme sola a consecuencia de que estaba en una etapa avanzada del embarazo y no me convenía hacer grandes esfuerzos.

-Anda, ve- le dije- Yo me quedo cuidando las cosas.

-¿Seguro?- preguntó indeciso. Sabía que le encantaba el deporte, aunque no fuera muy fan del fútbol.

-Sí, tranquilo. Además así puedo pintar un poco- sonreí.

Me pilló por sorpresa el que me diera un beso en la frente antes de marcharse, pero tampoco impedí el contacto, es más, me gustaba. Mientras pintaba se me pasó la mañana volando, por lo que, cuando volvieron al rato cansados y sudorosos, les acompañé a darse un baño en el mar. Ya apenas me daba vergüenza enseñar mi cuerpo porque sabía que me había puesto como una bola al tener una vida en mi interior y, lejos de avergonzarme, cada vez me sentía más orgullosa de tener ese privilegio. Me resultaba impresionante lo que era capaz de aguantar el cuerpo de una mujer.  El baño resultó reparador, ya que me pasé un largo rato flotando, aliviando así el peso de mi tripa. Era un peso al que me había acostumbrado, pero era de lo más reconfortante no tenerlo durante unos minutos. 

Nos secamos y volvimos al hotel, donde nos encontramos con las recién llegadas hermanas de Reece, que no pararon de chillar al verle. Resultaba muy gracioso ver la estampa.

-¡Hola!- dijo una de ellas. Eran todas muy parecidas así que no sabría decir el nombre de la que acababa de hablar. Las gemelas resultaron ser majísimas y extrovertidas, mientras que la tercera era algo más callada. 

-¡Hola!- respondí con una sonrisa -Yo soy Autumn.

-Encantada guapa, yo soy Anne, mi gemela, Emma, y Olivia- señaló -Reece nos habla mogollón de ti.

-Espero que cosas buenas- me reí. 

-Desde luego, Linda- interrumpió Reece.

Entonces apareció Nash que corrió a abrazarme, robándome otra sonrisa. Reece desapareció con su hermanas y yo me quedé preguntándole al pequeño qué tal la había ido su mañana. Todos estábamos llegando el momento de la boda al día siguiente, por lo que las horas siguientes se me pasaron algo lentas. A medida que iba creciendo el grupo era más difícil organizarlo, así que agradecí internamente que no me hubiera tocado a mí hacerlo. 

Después de comer, algunos/as decidieron descansar un rato, mientras que otros decidimos ir al paseo en barco y buceo. Esta vez se vinieron Nash y Olivia. Sin embargo, permanecieron en el hotel las gemelas y Kylie. 

El barco era impresionante. Era un velero no muy grande, pero lo suficiente para que cupiésemos todos. Me senté en la proa con las piernas alrededor de la pequeña valla de metal y Nash me imitó. Por si acaso, pasé una mano a través de su espalda. Kane también se unió a nosotros y nos pasamos un buen rato jugando al "Veo, Veo" hasta que echaron en ancla en una zona bastante tranquila para los que quisieran bucear. Nash se apuntó el primero y, por tanto, Kane también. Dave y Reece también se animaron, quedándonos Olivia y yo en el barco. Ella no era muy fan del buceo, así que tuve un tiempo para conocerla un poco más. Al parecer, su novio era militar y pasaban largas temporadas sin verse. Me apenó saberlo, pues no me imaginaba estar tanto tiempo separada de alguien. En cambio, se mostraba muy firme y parecía tener muy claro lo que sentían mutuamente.

No pasó mucho tiempo hasta que se avistó algo en el horizonte y todos/as se subieron al barco para observarlo mejor. La puesta de Sol era espectacular, pero lo que más llamaba la atención, sin duda alguna, era la ballena jorobada que se nos acercaba. Según nos explicó Reece los mamíferos marinos más comunes en el país eran, tanto las ballenas, como los delfines y manatíes, lo cual nos dejó a todos asombrados. Sacamos las cámaras de nuestros teléfonos rápidamente, intentando asimilar lo que estábamos viendo. Estos sucesos eran los típicos que pasaban solo una vez en la vida, así que debía inmortalizarlos como fuera.

A medida que el animal se iba acercando más al velero, Nash se iba poniendo más nervioso. Kane se paró a consolarle diciendo que no pasaba nada, que la ballena no hacía daño a los humanos a pesar de su inmenso tamaño. Efectivamente, varios minutos después desapareció de nuestra vista, dejándonos un bonito recuerdo que perduraría el resto de nuestros días.

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