Kane vino a recogerme del trabajo. Hoy me harían un análisis de sangre, de orina y me medirían la tensión para controlar mi salud. Eran solo unas pequeñas pruebas pero Maia, obviamente, quería venir. Había estado conmigo durante todo el proceso y hoy no iba a ser menos, a pesar de que Kane también quisiera formar parte. Salimos de la oficina y pasamanos a recoger a Wolf, que estaba en la guardería. Su pelo rubio se le iba oscureciendo con el tiempo pero seguía siendo igual de guapo, por no decir que incluso más. Sus ojos azules de lactante también estaban desapareciendo, dando paso a un marrón claro que me dejaba asombrada, puesto que Maia los tenía oscuros como yo. Me imaginé que sería por el padre del bebé, pero decidí no preguntar.
–Hola– nos saludó Kane abriendo las puertas de su coche para que nos subiéramos. Había traído la antigua sillita de Nash, cosa que Maia agradeció. Cerró la puerta trasera por donde mi tía y primo acababan de pasar y me guió hacia la del copiloto. Antes de que pudiera protestar me dio un beso en la mejilla y se encaminó hacia el asiento del conductor.
Nos habíamos visto casi todos los días desde la cita, excepto en los que él no podía por motivos de trabajo. El fútbol consumía gran parte de su tiempo y sé que pronto le haría viajar al resto del país. Habíamos ido a la playa con Nash y al cine y cada día salía un nuevo titular en la prensa rosa que hacía que me desesperara. Todo el mundo se preguntaba de quién era mi bebé y me tachaban de guarra por andar con dos a la vez, cuando en realidad no estaba ni con Kane ni con Leo. Aunque Kane me había dicho que había denunciado todas las noticias, éstas no cesaban. La gente estaba ansiosa por saber de nosotros y esta repentina fama no me gustaba, aunque a Kane no parecía importarle que le fotografiaran. Al fin y al cabo él había sido modelo. De todas maneras no había sucedido nada entre nosotros. Él se mostraba cercano y atento conmigo, pero yo seguía sin darle luz verde porque no quería marear mis emociones más de lo que ya estaban.
Cuando quise darme cuenta ya habíamos llegado al hospital, Maia y Kane habían estado conversando todo el camino y parecían llevarse muy bien ahora que mi tía veía interés por su parte. A ella ya la tenía ganada, pero a mí aún me costaba confiar. Esperaba que con el tiempo se me fuera la desconfianza, que pudiera perdonarle y que todo fuese bien entre nosotros para poderle darle al bebé el cien por cien, pero no debía anticiparme. James no paraba de decirme que me centrase en recuperarme a mí misma para poder dar lo mejor de mí y, sinceramente, tenía toda la razón del mundo. Primero tenía que estar yo preparada para todo y después ya se vería. El saber que la decisión estaba entre mis manos me volvía loca. Me hacía sentir nerviosa, pero intentaba que la ansiedad no me consumiera. Podía superarlo, solo era cuestión de tiempo.
–¿Nerviosa?– me preguntó Kane mientras me agarraba la mano. Debía haber notado mi repentino silencio.
Asentí. ¿Cómo no estarlo? La vida de mi bebé estaba en juego y yo, en cierta manera, me sentía responsable.
–Todo va a ir bien– murmuró, llevándose mi mano que tenía agarrada a los labios. Posó su boca contra mis dedos y me los besó uno a uno mientras me miraba fijamente. Noté un cosquilleo desde la punta de mis pies hasta mi cabeza y me entró un escalofrío a pesar de no hacer frío. Su tacto provocaba eso en mí y yo no podía evitarlo, así que retiré la mirada. Mi tía nos miraba desde el otro extremo del pasillo con Wolf en brazos y sonreía como una colegiada al vernos. Rodé los ojos y nos encaminamos para alcanzarla.
–¿Señorita Johnson?– vi a un enfermero llamarme. Me levanté inmediatamente con ayuda de Kane y seguimos al hombre por un pasillo hasta llegar a la consulta de extracciones.
Me tomó la presión y me dijo que estaba bien. Nunca había sido muy fan de las agujas es más, me mareaban, pero intenté no mirar mientras noté un pinchazo en la cara interior de mi codo. Maia me observaba con Wolf en brazos y Kane me agarraba de la mano, como si le doliera el pinchazo más que a mí. Sonreí para indicarle que estaba bien y relajó el ceño fruncido que se le había formado entre las cejas.
–Esto ya está– murmuró el enfermero retirándome la aguja y me puso un algodón sobre la herida para que presionara un poco –¿Tienes la orina?
Le entregué el botecito que me habían entregado días antes y salí de la consulta una vez me despedí del enfermero, que dijo que me llamaría una vez tuvieran los resultados.
–No tenías que haberte molestado en venir, Maia. Estás cansada del trabajo y ya has visto que no ha sido para tanto– dije, cansada de darle molestias.
–No me lo hubiera perdido por nada del mundo– respondió –Además tus padres me hubieran matado si no lo hubiera hecho.
Me reí de su comentario, ya que era verdad que estaban muy pesados desde que habían vuelto a mi vida, y nos encaminamos a la salida, pero mi tía nos frenó.
–¿Os importa si voy al baño?– nos preguntó y nosotros negamos con la cabeza. Para nuestra sorpresa le entregó su hijo a Kane, que se quedó con el bebé a dos metros de su cuerpo. Lo cogía por debajo de las axilas lo más retirado de su cuerpo posible y no pude evitar soltar una sonora carcajada. Era cómico ver el miedo que le tenía al pobre bebé. No me quería imaginar cuando naciese el nuestro.
–No se cómo se coge– se justificó. Me acerqué a él y le hice poner uno de los brazos bajo el culete de Wolf y el otro en la parte alta de su espalda para que no se le fuese la cabeza a los lados y lo acunó fascinado. La escena me enterneció tanto que no pude evitar ponerme a llorar. Las hormonas me estaban volviendo loca. Nunca había visto a Kane con un bebé pero le quedaba estupendamente, el contraste que hacía el voluminoso cuerpo de Kane con el diminuto de Wolf era de lo más enternecedor.
–¿Por qué lloras?– me preguntó Maia nada más llegar. Kane levantó la vista de Wolf y se percató de que estaba llorando, así que le entregó el bebé a mi tía y se acercó a mi preocupado.
Me sorbí los mocos, aún sollozando. Me estaba dando incluso vergüenza el numerito que estaba montando pero no me podía controlar. Las lágrimas salían de mí incansables.
–La escena era tan bonita...– susurré y Maia se rió antes de darme un beso en la mejilla. Sin embargo, Kane me acercó a su pecho y envolví mis brazos a su alrededor. Note el leve movimiento de su pecho al percatarme de que se estaba riendo y me separé poniendo un puchero.
No entendían a mis hormonas.
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SEPARADOS ©
Novela JuvenilTras los sucesos inesperados, Autumn intenta recomponerse a pesar de estar hecha pedazos. Intentar afrontar los cambios nunca había sido tan complicado... y más aún en la situación en la que se encuentra. ¿Estará a tiempo de tomar las riendas de su...