Capítulo 32

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–Kane, eres el padre que todo niño querría tener– repuse, sujetándole las mejillas entre mis manos para que me mirase a los ojos –Solo hay que mirar a Nash para ver lo feliz que es contigo. Es un niño alegre que te llama "papi" porque sabe que no le vas a fallar como hicieron vuestros padres. La vida te ha hecho aprender muy rápido y es normal que estés asustado, pero me hiciste daño. Espero poder perdonarte en algún momento, pero lo que sí sé es que siempre vas a poder estar con nuestro hijo o hija. Quiero que estés ahí para el bebé y quiero que seas el padre increíble que sé que eres.

–Gracias, es más de lo que puedo pedir. De verdad, muchas gracias– le acaricié la espalda mientras su cabeza estaba enterrada en mi pecho. Notaba sus lágrimas en mi piel y me quemaba por dentro verle así. Estaba sollozando y sus hombros se movían de arriba a abajo así que le estreché más fuerte. Me había estado auto convenciendo todos estos meses que le daba igual lo que nos pasase, que él sentía indiferencia hacia nosotros cuando no podía ser más falso. Sabía que había intentado cuidar de nosotros y que no lo había hecho con malas intenciones. Se había equivocado, sí, pero yo tampoco era perfecta.

Nos quedamos un rato tumbados sobre la toalla. El sonido del mar hacía que estuviese en calma y el bebé parecía notarlo también. Kane seguía con su cabeza en mi pecho y su cuerpo tumbado de lado para no hacerme daño en la tripa mientras que yo le acariciaba los mechones de pelo. Se había dejado crecer el cabello y no le quedaba mal, pero aún así necesitaba un corte.

–Nunca pensé que fueras a regresar– confesé –La falta de una explicación por tu parte hizo que me volviera loca. Pensé que no nos querías, que te arrepentías de haber estado conmigo... Lo peor fue contárselo a mis padres. Mi tía Maia desde el primer momento me apoyó en todo, pero mis padres me dieron un ultimátum: o abortaba o me echaban de casa y dejaban de hacerse cargo de mis gastos. Me sentía sola y sin rumbo, no sabía que hacer con mi vida. No sabía que iba a hacer con el bebé, pero cuando vi la primera ecografía supe que nunca iba a poder separarme de él o ella– me acaricié la tripa con cariño y me correspondió con una patada que Kane también debió de notar porque, tras mirarme con ojos de cachorrito, asentí y puso su mano sobre la mía.

Notó por primera vez los movimientos en mi interior y se le volvieron a llenar los ojos de lágrimas. A pesar de su aspecto rudo por los tatuajes que le cubrían el brazo izquierdo, estaba demostrando tener muchos sentimientos. Parece mentira que las personas que más sienten sean las que más lo ocultan.

Puso su oreja en mi tripa. –Hola, bebé.

No me lo podía creer. Estaba hablando con su hijo, lo que hizo que yo también volviese a llorar. No me lo esperaba para nada.

–Soy tu papá– continuó. Su suave voz amortiguaba el sonido de mis sollozos. Hablaba con muchísimo cariño dentro, como si le fuese a explotar todo el amor que sentía: –Siento que haya tardado tanto en conocerte, pero te quiero más que a nada en este mundo y tu mamá y hermano también. Estamos muy contentos de que estes ahí y tienes que ser fuerte para que podamos verte pronto, ¿vale?– preguntó más para sí mismo que para el bebé. Se notaba que él también estaba preocupado por el embarazo de riesgo. Sabía que le daba miedo perder al bebé ahora que apenas lo conocía así que, en cierta manera, lo comprendía.

–¿Por qué tus padres estaban en el hospital si no os hablabais?– preguntó al rato.

–Maia les avisó y, a parte, habían visto el vídeo que publicaron sobre mí así que cuando vinieron me pidieron perdón, estaban asustados porque sentían que estaba tirando mi vida a la basura siendo madre soltera, pero una vez entendieron que mi bebé no se iba a ninguna parte empezaron a ir las cosas a mejor y ahora está todo solucionado– respondí –Aunque ahora me llaman, por lo menos, veintisiete veces al día– me reí. Me puse seria ante la pregunta que iba a hacerle. Sabía que la respuesta era decisiva, así que inspiré hondo antes de dejarla salir: –Si no te hubiera avisado Maia de que estaba en el hospital, ¿habrías vuelto a mi vida?

Respiró hondo y me aparté de él, temiendo la respuesta. Me senté de nuevo sobre la toalla y me pasé la mano por el vientre.

–Sí. Sabía que tenía que solucionar las cosas contigo ahora que tenía como cuidaros pero no sabía cómo. Estaba claro que me ibas a odiar, aún lo haces, así que cuando tu tía me llamó supe que era mi momento de arreglar las cosas.

–¿Que hubiera pasado si aquel día hubiese perdido a nuestro bebé?

–Que nunca me lo hubiera perdonado– respondió sincero.

–Por suerte eso no pasó– repuse para calmar la tensión del ambiente: –¿Por qué tu madre pagó las facturas?

Se llevó la mano a la nuca de nuevo y suspiró: –Quería nuestra casa y la custodia de Nash.

Abrí la boca, sorprendida: –¿Por eso os mudasteis?

–Sí, el caso se llevó a juicio. Tuve que sacarme las oposiciones para ejercer como abogado en tiempo récord una vez terminé la carrera porque no tenía cómo pagar uno. Al final la casa se la quedó ella, pero por suerte no consiguió separarme de Nash al no haber ejercido de madre en ningún momento. Estuvimos un tiempo con Dave hasta que firmé el contrato con el fútbol profesional y compré la nueva casa.

–¿Y sabes algo de ella desde entonces?

–No, solo sé que lleva varios meses sobria y no se ha vuelto a casar con ningún rico. También sé que está trabajando de cajera en un supermercado así que se podría decir que está rehaciendo su vida.

–¿Y no os ha llamado en ningún momento?– me extrañaba que una madre rechazara de esa manera a sus hijos.

–No, solo quería a Nash porque sabía que me iba a doler. Me alegro de que rehaga su vida pero cuanto más lejos permanezca de nuestro alcance, mejor.

Asentí y nos quedamos un rato poniéndonos al día sobre nuestras vidas. Le conté que me habían contratado en la empresa de mi tía y, aunque él insistía en que podía hacerse cargo de todo, yo no quería depender de nadie, así que rechacé su oferta de dejar el trabajo. También le comenté lo del psicólogo y las clases de preparación al parto a las que me había apuntado y él quería venir conmigo a la próxima, así que no pude decirle que no. Próximamente tendríamos que ir a Puerto Rico por la boda de Reece y Dave y, después de eso, tendría la última ecografía antes del parto. Hablamos de todo y de nada, aunque hubo un tema que se quedó en el aire y que aún no estaba preparada para tocar. El vídeo.

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