Capítulo 20

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Cuando sentí su respiración a dos centímetros de la mía escuché un carraspeo, lo cual hizo que ambos pegásemos un brinco, apartándonos sobresaltados.

Polo, el padre de Leo, nos miraba desde el otro lado del salón con una sonrisa en los labios. Se había dado cuenta de lo que estaba pasando, pero agradecí que no dijese nada: –Hola, Autumn, no sabía que estabas aquí.

–Sí, perdona, ya me iba– murmuré como disculpa. Me sentía abochornada, no sabía qué se me había pasado por la cabeza cuando Leo se acercó a mí porque, por un momento, deseé que me besara. ¿En qué narices estaba pensando? Él no puede hacerle eso a Kylie y yo no estoy ni remotamente preparada para meterme en otra relación. Necesito pensar en mi bebé y en qué voy a hacer con los paparazzis y no en hombres.

–Oh, no. No te preocupes, tú nunca molestas. En realidad me iba a ver a Maia– sonrió. Polo me parecía ideal para Maia y estaba súper contenta de que se hubieran encontrado.

–Hasta luego, papá– respondió apresurado Leo. Polo nos echó una mirada antes de irse y yo me puse roja como un tomate. Me di la vuelta para que Leo no me viese la cara y empecé a sollozar de nuevo.

–Tranquila, Autumn. No hemos hecho nada malo– susurró Leo.

La verdad me sentaba fatal que dijese eso porque él estaba saliendo con una chica que resultaba ser amiga mía.

–¿Y por qué yo me siento como una basura en estos momentos?– me froté la frente, desesperada con todo lo sucedido en esta última hora –Mira, Leo, me caes estupendamente y te considero un gran amigo– dije, recalcando la palabra "amigo" –Pero tú tienes una relación con Kylie en la que yo no me voy a meter. Es una chica estupenda y espero que la valores como se merece.

–Autumn, yo...– continuó diciéndome este.

–No, Leo, ahora no. Necesito centrarme en lo verdaderamente importante, que es mi bebé– le corté, saliendo por la puerta trasera junto con Chocolate.

El perro corría de un lado a otro con su eterna energía. Él también había crecido en los últimos meses: sus patas cada vez eran más largas y estaba creciendo en anchura. Se le había empezado a caer el pelo debido al calor del verano, así que me pasaba el día limpiando sus pelos.

Wolf cada vez era más guapo. Cada vez que le miraba era consciente de que mi primo iba a ser todo un rompe corazones una vez se hiciese mayor, así que esperaba que Maia no se pusiera muy celosa cuando le viera salir con alguien. ¿Me pondría yo celosa cuando fuera madre? Noté como el bebé me daba una patadita, como si supiera que estaba pensando en él o ella, así que me acaricié el vientre con ternura. Estaba convencida de que sí que me pondría celosa, aunque intentaría darle más libertad de la que me dieron a mi de joven, pero no tanta como para que hiciera lo que quisiera.

Según había leído en internet el bebé tenía el tamaño de una berenjena. Aún era chiquitito, pero se sentía súper gratificante que estuviera sano. Además me había dado por beber mucha agua y, por consiguiente, me pasaba el día meando. Ni que decir tiene que me notaba los pechos cada vez más grandes, pero la verdad es que poco importaba si no tenía a nadie que me los viera.

Después del paseo llegué a casa, en donde seguían los paparazzis y traté de entrar sin ser vista, cosa que fue imposible en cuanto empezaron a hacerme preguntas sobre Kane y sobre un vídeo el cual no entendía. Eran unos pesados de mierda y ya me estaba cansando de que me privasen la libertad, así que me limité a pasar de largo intentando ignorarles. Abrí la puerta, malhumorada, mientras Chocolate les ladraba, como si fuese consciente de que los paparazzis no eran de mi agrado.

–¡Autumn! Te estaba buscando– me saludó Maia nada más llegar a casa –Menos mal que Polo me dijo dónde estabas– le echó una mirada a éste, que se encontraba sentado en el sofá con Wolf en brazos. Era la primera vez que le veía cogerlo. Las últimas veces solo se dedicaba a hacerle carantoñas, pero nunca le cogía en brazos por temor a que se le cayese.

–Hola. Había ido a sacar a Choco– saludé con desgana. Tenía que explicarles toda la situación de los paparazzis y no quería, así que simplemente saqué el móvil y les enseñé la misma noticia que le había enseñado a Leo antes.

Ambos me miraron con los ojos abiertos por la sorpresa y se miraron entre ellos, haciendo que me pusiera más nerviosa.

–¿Qué pasa?– pregunté.

–Siéntate primero, corazón– dijo mi tía.

Mi corazón latía desbocado en mi pecho y me faltaba la respiración, odiaba que me dejasen con la intriga sobre algo, y más aún si era importante. Por la expresión de preocupación en sus caras supe que había algo más. Me senté en el sofá tal y como me había pedido para no perder más el tiempo.

–¿Qué está pasando, Maia? Me estáis asustando– murmuré, temblorosa, alternando la mirada entre ella y Polo. Nunca me hubiera esperado lo que estaba a punto de decirme.

–Hay un vídeo circulando en internet– comenzó. Maia fijó su vista en mí y comenzó a llorar, dejándome estupefacta.

–¿Qué clase de vídeo?– pregunté con miedo.

–Uno sexual, cielo– dijo mientras se hundía las manos en la cara. Quizás su ex la había grabado manteniendo relaciones sexuales con ella y lo había difundido. Si era así iba a matarle con mis propias manos.

–¿Tu ex?– susurré, esperando equivocarme.

–No, Autumn. En el vídeo aparece Axel y varios amigos suyos aprovechándose de ti.

Sentí sus atentas miradas mientras yo entraba en cólera. Por fuera estaba en estado de shock pero por dentro se estaba desatando una guerra. Una que sabía que iba a acabar muy mal en cuanto empecé a verlo todo negro y me desplomé en el sofá, escuchando las voces distorsionadas de Maia y Polo gritándome. Solo quería cerrar los ojos y no volverlos a abrir, así que eso hice. Dejé que la pesadez me arrastrara mientras notaba a Chocolate lamiéndome la cara.

SEPARADOS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora