Capítulo 24

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Unos días después me dieron el alta. Leo se había ofrecido a venir a por mí, cosa que agradecí ahora que tenía a Kane pegado como una lapa, yendo tras de mí constantemente. Yo, por el contrario, seguía sin hablarle. Que de repente hubiera aparecido de nuevo en mi vida no me hacía ninguna gracia después de haberme auto convencido de que no nos quería una mierda ni a mi ni al bebé. Sin embargo, ahora parecía dispuesto a luchar, como si se hubiera dado cuenta de que ya era demasiado tarde y estuviese intentando redimirse. Yo no podía perdonarlo, pero lo que sí sabía era que no iba a hacer era privarle de saber sobre su futuro hijo o hija, a pesar de que se hubiera perdido gran parte del embarazo.

Mis padres habían regresado a Denver esta mañana. No podían quedarse mas tiempo porque ambos trabajaban, pero me alegraba saber que ahora iba a tenerles para lo que necesitase. Había evitado hablar sobre el vídeo con ellos, a pesar de que lo habían intentado varias veces. La verdad es que no estaba lista para hablar de ello, sabía que ahora al menos ya tenía pruebas para denunciar a mi primo cuando antes no las tenía, pero a pesar de tener el vídeo en mi teléfono no me había atrevido a verlo, y mira que necesitaba saber con certeza quienes me habían violado. Mis padres me habían contratado un psicólogo para que me ayudase con el problema de ansiedad y estrés post traumático con el cual empezaba la semana que viene y, la verdad, no sabía como sentirme al respecto.

–Podía haberte llevado yo– me sacó de mis pensamientos Kane, mientras me perseguía hacia la salida. Por un lado estaba contentísima de poder salir a la calle de nuevo, pero por el otro me daba miedo encontrarme con los paparazzis.

–No quiero nada de ti– respondí, seca. Vi aparcar el coche de Leo y fui directa a éste sin mirar atrás. Me daba pena actuar así, pero mas pena me daba saber que había sido él solito el que se lo había buscado.

–No vuelvas a darme un susto así– me saludó Leo bajándose del coche. Me abrazó suavemente y aspiré su olor, a punto de llorar. Volvía a sentirme débil con todo lo que tenía que ver con mi vida que había permanecido oculta hasta ahora. Eché un vistazo rápido a mi teléfono y vi que tenía tropecientas llamadas de Maddie, mi amiga de Denver, la cual sale con Axel. Se me apretó el corazón porque seguramente ella hubiera visto el vídeo. Intenté guardar ese pensamiento en el fondo de mi cabeza y centrarme en otra cosa ahora que mi embarazo era de riesgo y las impresiones fuertes podían acarrear un aborto.

–Gracias por venir a por mí– respondí mientras Leo se fijaba en algún punto tras de mí. Me giré para ver lo que miraba y me di cuenta de que Kane y él se estaban retando con la mirada.

Le agarré del brazo en dirección al coche mientras blasfemaba por lo bajini. –Ya veo que os habéis conocido.

–Y tanto que me ha conocido que tiene mi puño marcado en su cara– dijo, cabreado, sin cortarse ni un pelo, como era habitual en él.

–¡Leo! No tenías que haber hecho eso– le reprendí.

–¿Y que propones? ¿Que aparezca de nuevo en tu vida para joderos más a ti y al bebé? Has tenido un casi aborto, Autumn. Por no decir la de mierda que se te va a venir ahora con lo del vídeo...

–¿Lo has visto?– le interrumpí.

–No, Sherlock, no pude hacerlo. Solo imaginarte ahí, indefensa...– su voz se fue apagando y negó con la cabeza, intentando pensar en otra cosa. No me pasó por alto el mote que seguía utilizando conmigo.

Intenté que no me afectara que ahora la gente me viera de manera distinta. Siempre había tenido miedo a que me mirasen con lástima y, al final, lo había conseguido a la fuerza.

–No quiero hablar más de ello– zanjé, rápidamente. No quería hundir más el dedo en la llaga porque demasiado dolor tenía ya dentro.

–Lo siento. No sé cómo hacer para ayudarte– se disculpó, frustrado por la situación. Se pasó la mano por la frente y me di cuenta del caluroso día que hacía.

–Yo tampoco sé qué hacer para estar bien, así que no te preocupes. Bastante haces ya.

–Respecto a lo del otro día quería disculparme. Tenías razón con lo de Kylie. Me dejé llevar por un momento y no medí bien mis acciones. Las cosas con Kylie ya están solucionadas y me faltaba hacerlo contigo– dijo.

A pesar de haber intentado quitarle hierro al asunto él volvió a meterse en terreno peligroso. Maldecí internamente por tener un amigo que no se callase una, porque al final tenía sus cosas buenas y sus cosas malas. Y esta era una mala, que no sabía elegir el momento, sino que soltaba las cosas sin más.

–No te preocupes.

El resto del camino estuvo dándome conversación sobre unas cosas y otras, pero la verdad es que apenas pude mantener la concentración en la conversación. Me habían pasado muchas cosas antes, pero lo del vídeo había sido la gota que colmó el vaso. Ni si quiera sabía que sus amigos también habían abusado de mi aunque... ¿qué más daría ya?

–Chocolate se ha estado quedando conmigo– me sacó de mi mundo mientras aparcaba en nuestra calle. –Ha hecho muy buenas migas con China a pesar de su diferencia de estatura.

–Guau, y yo que pensé que Choco viviría con miedo cada vez que tu perra estuviera delante– bromeé rodando los ojos. Con nuestros habituales paseos mi cachorro ya se había acostumbrado a China, cosa que era muy beneficiosa para él. Mientras que antes era un perro asustadizo porque le habían maltratado ahora se estaba abriendo al mundo y yo no me podía sentir más orgullosa.

–¿Quieres verlo?– preguntó lo obvio. Estaba claro que Leo me notaba rara. Incluso yo me notaba diferente, pero se notaba que hacia lo que podía para levantarme el ánimo y yo eso lo valoraba mucho, a pesar de estar echa pedazos.

–Pues claro que sí– respondí, tirándome al suelo cuando abrió la puerta de su casa y Choco salió corriendo a saludarme.

SEPARADOS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora