Capítulo 44

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Con el paso de los días llegó el día del juicio. No iba a mentir, estaba totalmente aterrada. Me temblaba todo el cuerpo y no paraba de agarrarme la tripa nerviosamente ante las patadas de la niña que crecía en mi interior. Para variar, Kane se encontraba mucho mejor que yo mientras me agarraba de las manos en un cariñoso apretón para transmitirme seguridad. Dado su conocimiento sobre leyes, era consciente de que teníamos todo a nuestro favor. Desgraciadamente, yo también sabía que, si no hubiera salido ese vídeo a la luz, no habría tenido pruebas suficientes que alegar y, por tanto, se desestimaría el caso. 

Todos mis familiares y amigos estaban ahí, apoyándome. Mis padres habían venido desde tan lejos solo para el juicio, junto con Maddie, quien había venido para declarar en el mismo, tal y como comentamos. El Mastodonte no se separó de mi lado excepto por un breve momento en el que habló con el abogado. Era un hombre serio y formal que tenía las cosas muy claras. Si Kane había confiado en él, sabía que no tenía nada que perder, pero aún así esta situación me ponía nerviosa. Había tomado la decisión de denunciar a todos los que me violaron y no solo a mi primo. Al ser un caso público por la publicación del contenido del vídeo, no tardaron en alzar su voz varias chicas que, como yo, habían sufrido abusos de mi primo o de sus amigos, por lo que se trataba de un juicio conjunto que tardaría días en resolverse. 

Me sorprendió ver a tantas personas en la enorme sala, cuyas filas de bancos se extendían hasta el estrado, donde se encontraba un hombre de pelo canoso acompañado de varias personas. Mi abogado me indicó el sitio en el que debía sentarme mientras él se situaba a mi lado. A mis espaldas, el resto de mujeres que no había podido conocer en persona, sino por teléfono y, en las últimas filas, el público, consistido en mi familia y amigos, entre los cuales se encontraba Kane. 

Una vez estuvimos sentados, se abrieron las puertas de nuevo y entraron en manada Axel, sus amigos y su abogado. Verles me trastocaba tanto que no pude aguantar la mirada por más de un segundo, así que la aparté inmediatamente y me hice chiquitita en el asiento. 

-Hola, primita- saludó el susodicho mientras se sentaba en los bancos del lado contrario. Evité que sus palabras me afectaran, por lo que actué como si no le hubiera escuchado. Sin embargo, sí lo había hecho toda la sala y noté a la gente revolverse tras de mí. Mi madre agarraba a mi padre del brazo, quien tenía los nudillos apretados a ambos lados del cuerpo y la cara roja por la rabia.

-Señoría- se levantó Kane de las filas traseras -Solicito un cambio de sitio para acompañar a mi novia embarazada. 

-Concedido- respondió escueta. 

Kane se acercó y se sentó a mi lado. Ahora sí que le notaba a punto de estallar así que le apreté el muslo. Él me miró y asintió con la cabeza, recuperándose. 

Poco después el juicio dio comienzo. El juez expuso el caso y empezó la lucha entre abogados. Mientras que el mío exponía los hechos y obsequiaba pruebas, el abogado de los acusados trataba de reducir la condena lo máximo posible, lo que nos situaba en una clara ventaja.

-Ahora viene la parte difícil- me advirtió Kane, susurrándome al oído. Me estremecí y me preparé para declarar. Sabía que se me haría difícil tener que contar lo que me habían hecho frente a todos los presentes, pero lo que más me dolía era que mi familia tuviera que escuchar eso. Me dolía que hubieran habido otras detrás de mí. Me dolía no haberlo contado antes. Me dolía no haber tenido pruebas suficientes hasta la publicación del vídeo, así que debía obtener justicia por todas nosotras, pues ya era hora. Me armé de valor y avancé hacia el estrado cuando el juez me dio permiso. Me senté a un lado, frente a un micrófono que me quedaba grande. No iba a hacerme pequeña, no quería hacerlo.

Tome aire por la nariz y lo expulsé por la boca. Situé mis manos sobre mi tripa y deseé que esto acabara. Por ti- le susurré a la pequeña -Para que nunca te pase eso a ti.

Me tragué las lágrimas mientras la esperanza se abría paso en mi interior como si la pequeña vida de dentro supiera que la necesitaba. Hope, decidí. Así se llamaría, pues había sido la fuerza que había ansiado todo este tiempo. Ya no era aquella muchacha débil que huyó de Denver buscando olvidar, sino la chica que había aprendido a recordar y actuar en consecuencia. 

-La noche del 24 de diciembre del 2019 fui violada por mi primo y sus amigos- relaté, pero sabía que debía entrar en detalles, así que fijé mi mirada en el horizonte para evitar el cruce de miradas con mis allegados. En ese momento no quería observar sus mirada de lástima: -Aquella noche fui a mi primera fiesta en casa de uno de los amigos de mi primo. En aquel entonces tenía 17 años y me encontraba sumida en un estado de semi inconsciencia a causa de las drogas que me pusieron en la bebida en contra de mi voluntad. Recuerdo que todos se encontraban ebrios y desprendían olor a marihuana. Recuerdo que me subieron a una habitación a rastras y, lo siguiente que recuerdo, es a mi primo tocándome sin mi consentimiento.

-¿Está diciendo usted que solo la tocó?- repuso el juez.

-No, también me penetró con su miembro. Al igual que sus amigos.- lloré. Me sentía desolada al traer esos recuerdos de nuevo, pero también me sentía valerosa. 

-¿Usted se resistió?

-Sí, expresé mi negación explícitamente, a pesar de mi estado. 

-¿Pararon tras la negativa?- ahondó.

-No, señoría. Únicamente pararon cuando terminaron o se cansaron. Intenté resistirme de todas las maneras posibles, pero era como si mi cuerpo no quisiera cooperar conmigo. Después de aquello me dejaron tirada y tuve que volver a mi casa por mis propios medios. Me sentía tan avergonzada y desolada que no se me ocurrió denunciarlo cuando sucedió. Sin embargo, hace unos meses publicaron un vídeo en donde se muestra la violación y mi estado de semi inconsciencia. Dado que no quise que nadie más tuviera que pasar por lo mismo que yo, decidí denunciarlos a todos, pues hay traumas que ya nunca se irán por culpa de lo que me hicieron. Mi sorpresa fue encontrarme con varias chicas que también pasaron por lo mismo y que están aquí presentes- finalicé.

-Gracias, señorita Johnson, ya puede volver a su sitio. -Miller, su turno- procedió el juez. Una de las chicas tras mi asiento salió al estrado y contó su historia. 

Así se fueron sucediendo varias personas en un juicio que duró 6 horas. Poco después, nos mandaron a casa a descansar con la promesa de volver a aquel sitio al día siguiente, en donde tendría lugar el veredicto. Me encontraba satisfecha con mi aportación y el cariño recibido por parte del resto de chicas allí presentes. Sin darnos cuenta habíamos ampliado la familia y me reconfortaba sentirme tan apoyada. La aportación de Maddie fue, para mi gusto, la más dolorosa, pues recibió eso de la que consideraba su pareja, además de insultos y amenazas. Sin embargo, cada vez estábamos más cerca e íbamos a conseguirlo. Solo teníamos que esperar un poco más.


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