Capítulo 30: Familia

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Desviar la atención del tema de las transformaciones familiares en presencia de Elsie fue sencillo en el momento en que se enteró de la nueva e impactante noticia de la relación de Candice y Allen.

Primero, se quedó con la boca abierta; después gritó, frunció el ceño, se tapó la boca, volvió a gritar, y al final quedó de nuevo con la boca abierta, pidiendo explicaciones.

Livy se dio cuenta de que Candice no dio más detalles de los necesarios, y por supuesto que no mencionó nada sobre el secreto familiar, ni insinuó haber pasado todo un fin de semana en Oxford con Allen, así que, mientras la escuchaba atentamente, fingió no saber nada de nada, pero lo que sí sabía era que, si quería detalles, podría directamente preguntarle al boca floja de su primo porque lo que Candice tenía de reservada, Allen lo tenía de desinhibido.

—Madre mía —exclamó Elsie, tras escuchar la historia—, todavía no me recuperaba de la noticia de la relación de estos dos —Apuntó hacia Kian y Livy— y tú ya me sales con que eres la novia del Señor Sabroso.

Kian dejó suspendido el tenedor en el aire, frunciendo las cejas con desconcierto.

—¿El qué?

Livy se llevó una mano a la boca para disimular la risa. Kian no estaba acostumbrado a las ocurrencias de Elsie, ni los apodos que le ponía a todos.

Elsie dejó caer una mano sobre la mesa y siguió con la perorata:

—En serio, no sé qué es lo que hicieron ustedes dos —Señaló a Candice y luego a Kian con una papa frita que le robó a Livy— ¿Hubo alguna repartición de Gellars que yo me perdí? ¿Por qué parece que se están quedando con todo? Livy, ¿no tienes más primos o algo así? No quiero estar fuera de la moda.

La aludida meneó la cabeza.

—No, pero de todas formas no nos recomiendo. Podrías encontrar muchas mejores opciones en... —Livy soltó una repentina risa al tiempo que dio un respingo al sentir una cosquilla en la cintura. Cuando volteó a ver al responsable, Kian la miraba con mofa y una cara de «¿cómo que no te recomiendas?»

Elsie apoyó los codos sobre la mesa, y recargó la barbilla en las manos, mirándolos con ojos maliciosos.

—¿Tú que dices, Kian? ¿Estás satisfecho con tu Gellar?

Livy comenzó a tener un acceso de nervios. No por la pregunta ni la respuesta que Kian pudiera dar, sino porque no sabía si se encontraba cómodo siguiéndole el juego a Elsie. No obstante, él dejó el tenedor a un lado y se reclinó, pasando un brazo sobre el respaldo de su silla.

—¿Del uno al diez? —preguntó Kian, haciendo contacto visual con Livy, quien de pronto sentía la temperatura de su cara subir.

—Ajá, del uno al diez —azuzó Elsie.

Sin perder la conexión visual, una lenta sonrisa comenzó a asomarse en una de las comisuras que solo Livy podía ver. Era una maravillosa tortura.

—Cien.

Livy se quedó sin poder respirar, mientras que Elsie chasqueaba la lengua, repantigándose en su silla.

—¡Agh!, qué lindo eres. No resultas tan aterrador como pareces, qué horror, yo quería drama —le dijo a Kian, revolviendo el contenido de su tupper— Te pareces un poco a esta niña de aquí —apuntó a Candice con la barbilla, quien solo se limitaba a comer su almuerzo, pero paró de masticar cuando Elsie la señaló—. Es aterradora, pero en el fondo tiene un corazón de pollo. Y de hecho..., ahora que lo pienso, tal vez personas como ustedes sean mejor partido que los Gellar, ¿tú no tienes un hermano o un primo o algo por el estilo? —le preguntó a Kian, sarcástica.

Nada especialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora