«Respira. Respira profundo» Se dijo Livy frente al espejo, ya lista para bajar e ir a la escuela, pero muy lejos de estar lista para enfrentar lo que sea que fuera a suceder.
Tenía igual o más nervios que el primer día de clases y durante el desayuno apenas le había entrado la comida.
En el camino, intentó mantener conversación con su padre para distraerse y olvidar los espasmos que tenía en el estómago a causa de tanta emoción y ansiedad.
Cuando por fin llegaron al edificio, tan pronto como alcanzaron las escalinatas, la bulla y la multitud de alumnos se acercaron corriendo a vitorear a Sebastian, incluidos algunos miembros del equipo de Rugby. Habían ganado la final del encuentro deportivo y desde atrás alguien arrojó serpentinas rojas y amarillas a la cabeza de Sebastian, mientras que algunas chicas levantaban cartulinas con mensajes felicitando las proezas del equipo y de su querido entrenador.
Livy, acostumbrada a la alfombra roja de su padre, se escabulló por el lateral del pasillo y salió a presión del tumulto, tomando aire mientras veía atrás. Aquello parecía una horda zombi rodeando a Sebastian para comérselo.
—¡Livy!
—Chica abandonadora, ¡te extrañamos!
Las voces de Candice y Elsie fueron lo que la hizo voltear hacia el frente justo en el momento en que la primera se colocaba a su lado, y la segunda al otro, pasándole uno de sus fuertes brazos alrededor de los hombros.
—¿Cómo están? —dijo Livy, soltando una risa mientras sentía cómo la invadía el gusto por volver a ver sus amigas.
—Terrible, solas, devastadas —respondió Elsie, llevándose una mano a la cabeza, melodramáticamente.
—Ay, no exageres —corrigió Candice, rodando los ojos—. Lo que pasa es que te fuiste muy repentinamente y solo nos avisaste por mensaje. Esta de aquí me molestó como tres días creyendo que en realidad estabas secuestrada o algo así, hasta que por fin entendió lo del viaje deportivo.
—Oye, no me culpes. Además, fue Kent el que me contagió su paranoia.
Livy se detuvo en seco, obligando a las otras dos a detenerse también.
—¿Kent?
Candice asintió con la cabeza.
—En la semana nos buscó para preguntar por qué no estabas viniendo a clases, y en los demás días varias veces quiso saber si sabíamos algo de ti en Brístol. Parecía muy preocupado.
—¡Exacto! Por eso me hizo dudar —continuó Elsie, llevándose una mano a la barbilla—. Sí se veía algo mal. Tal vez quiera arreglar las cosas contigo, deberías hablar con él y darle otra oportunidad.
Livy hizo una mueca. Sus amigas no sabían. No estaban enteradas de absolutamente nada de lo que había pasado entre ella y Kian la semana pasada. Ni siquiera sabían que él también había estado en ese viaje. Quizá Kent se enteró y eso era lo que le preocupaba, por eso buscaba saber información, pero se topó con pared porque Candice y Elsie no sabían más detalles que él, además, probablemente ellas tampoco notaron la ausencia de Kian, quizá Candice, quien estaba en la misma clase de Historia, pero hasta el momento no había comentado nada.
—De mi parte, no creo que eso sea posible —concluyó Livy.
—Sí, lo entendemos y te apoyamos, pero ¿a lo mejor lo quieras pensar un poquito más? —insistió Elsie— Después de todo, te morías por ese hombre.
«No como te estás muriendo por otro» agregó una impertinente vocecita dentro de Livy. Ella resopló, como si el pensamiento fuera una mosca a la que quisiera ahuyentar.
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Nada especial
Teen FictionSer la oveja negra de la familia definitivamente tiene que ser más divertido que ser la oveja pelirroja.