Candice le pasó un pañuelo y un espejo portátil.
Livy tomó una profunda respiración antes de mirarse y comprobar los estragos que tenía en la cara.
Parecía un payaso desvelado.
El color se concentraba brillante y rojo en el centro de sus labios, pero se difuminaba hacia las orillas, entintando más allá de las líneas límite. Había heredado el tamaño de la boca de su madre, pero la forma era de su padre, y ahora se miraba completamente deformada. Contuvo una risa, apretando los labios y comenzó a limpiarse el desastre en el labio superior, hasta que se percató del trazo sobre su barbilla.
El dedo de Kian había estado ahí, trazando, casi como una caricia sobre sus labios. Las manos de Kian habían estado sobre ella.
Livy dobló el pañuelo y se limpió con más ímpetu.
—¡Aaah, ya! No aguanto más. ¡Dinos qué pasó! —se exaltó Elsie, mirándola desde el otro extremo del asiento trasero en el auto.
Livy la miró un momento, pero después siguió restregándose el pañuelo, dejándose la piel más roja en el proceso.
—¿Te besó? —indagó Candice.
—¿Lo besaste? —insistió Elsie.
Por fin, bajó el pañuelo, el espejo, soltó un suspiro y miró hacia la ventanilla.
—No, no pasó nada.
—¿Cómo que nada? —volvió a impacientarse Elsie.
Finalmente, las encaró.
—Le pedí que no lo hiciera, y no lo hizo. Lo demás fue una farsa, solo nos embarramos el labial, y quizá discutimos un poco, pero no hubo más, de verdad.
Las dos quedaron confundidas. Pero fue Candice quien se descongeló más pronto y dijo:
—Que..., que extraño.
—¿Qué es extraño? —preguntó Livy.
—Bueno, es que... no concuerda. Todo lo que he sabido de Kian hasta el momento es que él no acostumbra ser así de respetuoso, ni comprensivo. Toma lo que quiere, como sea.
—Exacto —asintió Livy—, tomará lo que él quiera, y yo no estoy en esa lista, así que no me hizo absolutamente nada. Empiezo a preguntarme de dónde sale toda esa información, porque hasta ahora lo que yo he visto no... —se detuvo. ¿Qué estaba haciendo? ¿Qué se supone que tenía que decir? —. Hasta ahora, no se ha portado horrible.
Silencio.
Livy volvió a mirar a la ventana.
—¿Por qué suenas tan molesta? —Elsie rompió con aquel silencio. Livy la volteó a ver, percatándose de que quizá había sonado más a la defensiva de lo que quería.
—No lo estoy.
—Es casi como... Casi como si hubieras preferido que él te besara, aunque te dices y nos dices que no —agregó Candice.
Livy echó la cabeza hacia atrás, soltando una carcajada verdadera.
De pronto, el auto se detuvo frente su casa, pero ella no hizo por salir.
—Dios mío, no —comenzó a decir, girándose en el asiento para tratar de darles frente—. Les voy a decir una cosa: La verdad me siento bastante irritada por todo lo que sucedió. Primero, Kent me canceló, luego, me estresé casi todo el rato, me alteré y al final no es que Kian no me haya besado; es que, para empezar, yo no quería ir a esa fiesta, y mucho menos participar en ese juego, y todavía menos terminar encerrada con él. Solo eso. No creo que sea para menos, pero ya pasó. Mañana será otro día y no le quiero dar más vueltas; solo necesito un baño, y dormir.
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Nada especial
Teen FictionSer la oveja negra de la familia definitivamente tiene que ser más divertido que ser la oveja pelirroja.