Capítulo 25: Por ti

6.5K 938 2.3K
                                    

Sosteniéndola sobre el césped, Michael se encargó de que Lira tosiera toda el agua y cuando terminó, la niña lloriqueaba, pero parecía estar aún en shock mientras Reby la acunaba, mordiéndose el labio para evitar soltarse a llorar ella también mientras le examinaba el rostro pálido a su hija y le tanteaba todo, buscando lesiones.

Gerald logró pescar a Sebastian mientras que Roselyn consiguió atraer a Allen para atraparlo echándole encima una chaqueta.

Kian llegó corriendo hasta Candice, quien yacía inconsciente en el pasto. Livy le pisaba los talones y se agachó al otro lado de ella, angustiada.

La fiesta se había terminado y el recuento de los daños era enorme.

—Oh, Dios, ¡Candice! —Livy trató de hacerla despertar, dándole golpecitos en las mejillas, pero al no verla reaccionar, miró a Kian, desesperada.

Él tenía el ceño fruncido y la mirada baja sobre los dedos que le había colocado a Candice sobre el pulso del cuello.

—Solo está inconsciente —dijo, e intentó levantarla, pero Livy se lo impidió de súbito.

—Espera, podría ser peligroso —le dijo, recordando lo que su madre le había explicado cuando Kent cayó noqueado en su casa—, quizá mi mamá...

No pudo terminar su idea acerca de que quizá deberían pedir apoyo a Ginger, porque al buscarla con la mirada, vio que ella ya iba camino a la casa, junto con el resto de la apresurada familia para atender a todos los accidentados. Entre todo lo que sucedió en la piscina, nadie más se había percatado de Candice.

—Hey, Livy —le habló Kian con firmeza para llamar su atención. Ella lo miró a los ojos y vio determinación en él—, no podemos dejarla aquí.

Livy sintió un nuevo golpe de realidad al volver a fijarse en el cuerpo tendido de su amiga. Ciertamente, el césped era una superficie muchísimo más blanda que el suelo firme de su casa, así que...

—Está bien, hay que llevarla adentro, pero Kian..., con cuidado.

Él asintió con la cabeza, metiendo las manos por debajo de Candice para levantarla de forma tan eficiente que Livy se preguntó si seguido hacía eso en algunos de sus trabajos, pero, mientras tanto, ella lo ayudó a que la cabeza de su amiga no fuera colgando en el camino y una vez dentro de la casa, siguieron el sonido de las voces que salían de uno de los salones.

—Eh, ¿qué diablos pasa? —inquirió Elsie, quien de nuevo venía entrando a la casa junto con Magda, la cual lucía tan confundida como la primera.

—Oye, pulga, ¿tu amiga está bien?

Magda se acercaba, pero Livy se despegó del lado de Kian para impedir que ella avanzara más. Elsie no tenía idea de lo que había pasado y sabía que, en todos esos años, Magda tampoco conocía el secreto de su familia.

—Está bien, tía, solo se desmayó. Hubo un pequeño accidente afuera pero mi mamá ya se está encargando así que deberías...

La atención de Magda fue atraída hacia las voces inquietas que salían por la puerta entreabierta de uno de los salones. Y fue hasta allá.

—... quedarte aquí —Como congelada, Livy la vio avanzar, siguiendo a Kian, quien había tenido la inteligencia como para no esperar más y llevar a Candice a una superficie más segura.

Livy intentó ir detrás de Magda, sabiendo que Elsie también le pisaba los talones. Si entraban, era probable que vieran a Sebastian y Allen convertidos en dos gatos negros y mojados. Y aunque eso a simple vista no indicaba nada, sin duda la situación ameritaría tener que tapar con mentiras en dónde estaban ambos, en caso de que lo preguntaran, y luego ver la forma de que no se quedaran lo suficiente como para presenciar la vuelta a la normalidad de los dos hombres.

Nada especialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora