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Sarella.

Toqué la bocina de mi auto y Bob, el portero, me abrió la gran puerta de madera. Gracias al cielo había decidido independizarme muy joven, con las fotografías y pinturas que fui vendiendo, obtuve el dinero suficiente y bueno, también con la ayuda de mi madre.

Desbloqueo mi móvil y me doy cuenta que apenas eran las ocho, hoy si había sido puntual, me aplaudí mentalmente y aseguré el auto para caminar rumbo a mi casa. Nos habían pedido por favor a mi y a mis hermanos que llegáramos a casa para ir todos juntos a la gran fiesta.

—¡Ya estoy aquí! —mamá y papá me recibieron con una sonrisa.

Extrañamente ambos me regalaron fuertes abrazos también, sin embargo, los recibí feliz.

—Que guapa estás, hija —mamá me miró de arriba a abajo sonriéndome, al menos aprobaba mi atuendo y eso me dejaba más tranquila.

Había decidido llevar un pequeño vestido de seda rosado, nada llamativo porque no suelo vestirme de forma extravagante, era formal pero me hacía sentir muy cómoda.

Había decidido llevar un pequeño vestido de seda rosado, nada llamativo porque no suelo vestirme de forma extravagante, era formal pero me hacía sentir muy cómoda

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—Gracias —le sonreí de la misma manera. —¿Mis hermanos?

—No tardan en llegar —aseguró mi padre con la mirada perdida en su celular.

—Yo quería avisarles que la otra semana... —suspiré y susurré. —Voy a tener una exposición de mis pinturas y fotografías, quisiera saber si van a poder acompañarme.

Mierda, lo dije.

—Claro que sí, hija —mamá me abrazó haciéndome sentir bien y protegida.

Uf.

—Podemos hacer un espacio en la agenda —papá dejo de observar su celular por un momento y clavó su mirada azul en mi. —Espero que sea algo bueno —sabía que no podía hacerlo perder el tiempo.

—¡No te vas arrepentir! —aplaudí emocionada.

Varias veces han sido invitados a mis exposiciones, pero apenas mencionaba el tema, sabía su respuesta fija: No, Sarella. Era la primera exposición a la que asistirián, me alegraba mucho que hayan aceptado, más aún sabiendo todo lo que opinaban sobre mi profesión y estilo de vida.

Y mientras esperaba a mis hermanos, me alejé un poco de la pareja para caminar hacia la fila de fotos puestas en las paredes blancas de la sala. Sonreí nostálgica al verlas, toda nuestra infancia estaba aquí y, a pesar de nuestras diferencias, amaba a mi familia.

La verdad siempre he intentado que mis padres se encuentren involucrados en mi mundo, sin embargo, nunca lo he conseguido. Y cuando veo a la pequeña Sarella sonriendo a los cinco años al lado de mi última foto del año pasado, me doy cuenta que ha sido complicado llegar a ser la mujer que soy. Si bien no soy el ejemplo de ser humano, creo que mi manera de ser se diferencia mucho de mi padre, cosa que agradezco infinitamente.

Bohemian in New York [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora