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Sarella.

Una semana ha pasado desde que salí corriendo de la casa de Harry. A pesar de que me intentó detener, mi conciencia decía que no estaba bien.

En todo el mes Aaron se ha comportado de la mejor manera conmigo, me ha tenido paciencia y no me ha presionado para establecer una fecha a nuestra boda, ha respetado mis espacios y su intensidad desapareció completamente. Si mi corazón no le perteneciera a un idiota, quizá le hubiera pertenecido a este nuevo Aaron.

No me sentía bien tampoco conmigo misma, la poca dignidad que tenía cuando fui a buscarlo se perdió totalmente al terminar en su cama. Ni una llamada ni un mensaje obtuve en mi teléfono después de ese encuentro, y eso solo me confirmó una vez más que solo fue un desliz que no cambiaría nada. Lamentablemente así son las cosas cuando vives bajo una sociedad de reglas estúpidas, no siempre te sales con la tuya, incluso yo, que pensé equivocadamente que podía escapar del estúpido sistema.

—Mujer ¿Vas a elegir los girasoles o rosas? —Frank me enseñaba unas decoraciones de Pinterest desde su teléfono. Estaba tan sumergida en mis pensamientos que me olvidé que se había ofrecido a ayudarme.

—Lo que sea —bufé lanzándome a mi sofá.

—¿Por qué no se lo encargas a la wedding y ya?

—Porque no quiero —mi amigo me lanzó un cojín que cayó directamente a mi cara.

—No quieres elegir lo que ella te enseña, no quieres nada de lo que yo te enseño, ninguna idea te gusta, Sarellita querida.

—Me da igual, lo que sea que decidan va a estar bien.

—¿No te ha llamado? —el hombre suelta su teléfono cansado de que ignorara sus propuestas. Sabe que tocar el tema Harry Styles no me ponía precisamente de buen humor.

—No, Frank, no lo ha hecho.

Estaba por contestarme pero se quedó con la palabra en la boca, escuché un gruñido y se levantó para abrir la puerta viendo que yo no estaba dispuesta a hacerlo. Caminé hasta la cocina para servirme un vaso de agua, sentía la boca seca, también para servir unos snacks porque podía oír la barriga de mi amigo sonar.

—¡Frank! ¿Quién es? —grité desde la cocina, mientras vertía frutos secos en un boul.

—Mejor ven a ver esto tú misma.

Salí extrañada ante el grito de mi amigo, caminé hasta él que se encontraba parado en el marco de la puerta. Cuando me asomé, el señor Harry Styles estaba delante mío con un ramo de girasoles.

Serán girasoles para la boda entonces.

Este no es el momento, Sarella.

Oh si, lo siento.

Calle a mi mente y me dediqué a mirar mal al idiota del ramo.

—No se quiere ir, ya le dije que despeje la zona —escuché el susurro de Frank ante la mirada de Harry.

—¿Qué quieres? —me animé a decir y pude jurar que mi voz sonó temblorosa.

—Necesitamos hablar.

—Ya hablaron bastante ¿No crees?

—Frank, tranquilo —le sonreí calmándolo. —Déjame a solas con él, por favor.

¿Qué haces, Sarella?

—¿Qué? ¿De verdad?

—Si, Frank —el solo me miró y me dio un beso en la mejilla para decirme que lo llamara si necesitaba cualquier cosa.

Bohemian in New York [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora