Sarella.
Me encontraba echada en mi cama sin querer mover un solo músculo porque me dolía mucho la cabeza y la garganta. La montaña de clinex que venía usando se encontraba a un lado de mi cama. Creo que me enfermé después de nadar en el lago ayer, genial. Gire lentamente y tomé mi celular, eran apenas las tres de la tarde, muero de hambre pero me siento muy mal como para levantarme a preparar algo.
Sin embargo mi estómago reclamó comida y no tuve otra opción que, con toda la fuerza del mundo, levantarme y caminar hasta la cocina. Puse a hervir agua, un caldo de pollo me haría sentir mejor. Tome unas pastillas y me senté abrigada en el sofá mientras veía tv. Mi tranquilidad no duró mucho ya que la puerta sonó y con mi gran sábana encima, me levanté a abrir. Botaría a el que sea menos a mi madre, quizá ella podía prepararme sopa de pollo.
—Hola —un Harry sonriente me miraba desde fuera. —Dios, ¿Qué te pasó? —su gesto casual y ligero pasó a preocupación.
—Pasa —me hice a un lado permitiéndole el paso. —Fue mala idea nadar ayer —sonreí para luego soltar un gran estornudo.
—¿Estás con fiebre? —me acompañó hasta el sofá y me acomodó en él, enseguidq llevo una de sus manos a mi frente.
—Solo es resfrío —dije con un clinex en mi nariz. —¿Qué te trae por aquí?
—Vine a devolverte esto —alzó en su mano derecha la bolsa de ropa que le presté ayer.
Caminé hasta la cocina mientras lo oía hablar detrás de mi.
—Oh —apagué la estufa y lo miré. —Te la había regalado, señor Gucci —Harry se apoyo en la pequeña mesa de cerámica que había en mi cocina.
—Bueno, me la quedo entonces. ¿Comiste algo?
—En realidad estaba por preparar un caldo de pollo pero...
—Yo lo hago —se ofreció a lo que yo dude, pero terminé aceptando.
Rendida caminé hasta mi habitación ya que Harry me mandó a dormir mientras él se encargaba de todo. Era extraño ya que él podría ser considerado casi un desconocido para mi. Sin embargo, siento que me transmite confianza, sé que debajo de ese costoso traje y esa mirada penetrante, se encuentra una persona mucho más interesante que el gran arquitecto y millonario Harry Styles, él ya me lo había confirmado al contarme que odiaba ser lo que era.
Recosté mi cabeza en la almohada con miles de pensamientos en la cabeza, era raro que él se preocupara por mi como si fuéramos amigos de toda la vida, más aún teniendo novia, quizá es amable y ya. Entre tantas ideas, me quedé dormida.
Harry.
Mientras hacía el caldo de pollo para Sarella, analicé la situación. Falté al trabajo nuevamente y me encontraba en la cocina de una casi extraña para mí, preparando comida porque estaba enferma, ni siquiera con Lucrecia era de esta manera, era extraño.
La italiana me había transmitido esa confianza de asegurarle que me gustaría cambiar mi estilo de vida, sin embargo, no puedo hacerlo. Sé que ella no iría corriendo a mi padre para contarle que su gran heredero no quería aceptar lo que venía de ahora en adelante.
Cuando por fin estuvo el caldo busqué entre algunas puertas de la cocina hasta dar con los plantos, esta chica tenía todo de colores y su cocina no sería la excepción. También encontré una pequeña bandeja de madera, así que acomodé todo sobre esta, además de colocar una servilleta de cuadritos rojos y una cuchara. Finalmente, me dirigí hacia su habitación.
Al ingresar todo estaba oscuro pero no quería levantarlantan bruscamente por lo que decidí prender una pequeña lámpara al lado de la cama de la italiana. Sarella se encontraba aún dormida en su cama, al verla tan serena y tan tranquila dudé que fuera la chica loca que vivía al extremo día a día. Su respiración era tan tranquila que me daba pena despertarla pero tenía que hacerlo. Me senté delante de ella y la observe una última vez en esa paz. Por una milésima de segundo, me imaginé durmiendo a su lado, pero esa idea se borró rápidamente cuando ella abrió los ojos y me miró con el ceño fruncido.
—¿Qué carajo, Styles? —se incorporó rápidamente sentándose en la cama y mirándome fijo.
—Ya está lista tu sopa —ante mi nerviosismo, ella rio y yo voltee a pasarle la bandeja.
—Esto se ve muy rico, Harry, gracias —movió lentamente el caldo del cual aún salía humo, sopló delicadamente la cuchara y se lo llevó a la boca.
—¿Qué tal? —pregunté tímido.
—Oh no, esto está muy bueno —dijo metiéndose otra cucharada a la boca. —¿Quién te enseñó a cocinar esta delicia?
—Mi abuela —una mirada nostálgica acompañada de un suspiro me hizo recordarla, la extrañaba demasiado.
—Necesito tu secreto —jugó apuntándome con la cuchara entre sus dedos.
—Eso es algo que jamás sabrás —bromeé cerrándome ante la idea de darle el gran secreto. —Oye, Sarella.
—Dime —su mirada se posó en mí unos segundos para luego bajarla nuevamente al plato de sopa.
—¿No te da miedo? —su gesto se convirtió en ceñido mientras aún tenía su celeste mirada baja.
—¿Qué cosa? —ladeo su cabeza mientras se secaba los labios con la pequeña servilleta de cuadros.
—Vivir.
—¿Realmente? —asentí. — Claro que sí, ¿Sabes el miedo que tenía cuando le dije a mis padres que no quería ser ingeniera? Era demasiado por Dios, y aún con todo eso encima decidí poner mis sueños antes que sus opiniones, y en realidad, ante las de todo el mundo —me sonrió transmitiéndome su tan notable tranquilidad. —Supongo que habrás visto que varias veces me han encontrado en fiestas tipo proyecto X y que me llaman la niña mimada y engreída de los Salvatore, pero no me importa —se encogió de hombros y siguió comiendo.
—¿Cómo se los dijiste?
—Solo lo solté y ya. No iba a vivir infeliz porque ellos querían que fuera algo que claramente no tenía planeado ser ¿Sabes? Al final del día, es tu vida y el que debe irse a dormir contento con su día a día, eres tú, no ellos —ahora había cambiado su posición dejando la bandeja a un lado, su cuerpo me miraba, la posición de sus piernas era parecida a cuando haces yoga.
—Pero...
—Pero nada, Harry, la vida es una sola. Te contaré un secreto —se acercó más a mí poniéndome extremadamente nervioso, y como no, es una belleza de mujer. —Al final del día enumera las cosas que te hicieron feliz, así sea algo mínimo, a veces puedes ver tus días totalmente grises pero si dentro de todo encontraste algo que te hizo feliz, no fue un mal día finalmente ¿No crees?
—¿Por qué cuando lo dices suena tan sencillo? —acepté frustrado llevando las manos a mi cabello.
—Porque lo es, Styles, y ahora, ven —se levantó de la cama y me miró extendiendome la mano.
—¿No estás enferma?
—No saldremos, haremos una tarde de ¡Karaoke!
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Bohemian in New York [H.S]
FanfictionLa vida bohemia es algo que muy pocas personas pueden permitirse. Sarella Salvatore, una italiana que nunca encajó en lo que le enseñaron como "su mundo". ¿Cómo escapas de algo que te acompaña desde que naciste? Harry Styles, un arquitecto que sig...