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Harry.

Respire profundamente y abrí la puerta principal de la casa de mis padres, preparado para cualquier cosa que pudiera suceder pero con el instalado en mi estómago.

—¿Harry? —mamá apareció delante mío en pijama, cuando se dio cuenta que era yo, corrió a lanzarse a mis brazos.

—Hola, mami —le correspondí el abrazo.

—¿Acabas de llegar de viaje? ¿Dónde estabas? Me tenías preocupada —me regaña pero sé que es porque desaparecí prácticamente.

—Es algo largo de contar, luego hablaremos. Ahora debo hablar con mi padre.

—Cariño, él está muy enojado, no te va a gustar lo que vas a escuchar.

Le di una última mirada y caminé hacia su oficina, sea lo que sea, estaba preparado.

O eso es lo que creí.

—Al fin te dignas a regresar, Harry —me mira desde su asiento con su típico sarcasmo. —Pero pasa hijo, siéntate.

OK, esto no me lo esperaba.

—Quiero hablar contigo.

—Si, yo también —sonríe para apagar el cigarro en el pequeño cenicero frente a él. —Ya está todo listo, hijo, te estábamos esperando.

Entonces como un balde de agua fría, Lucrecia y su padre aparecen detrás mío y me saludan sonrientes.

—¡Mi amor! —Lucrecia se lanza a mis brazos y me da un beso en los labios al que no correspondo, mirándola sorprendido.

—¿Qué significa esto? —es lo único que logro decir.

—Ay, tontito —Lu me tomó de la mano y sonríe. —Nuestro compromiso.

¿Qué mierda pasa aquí?

Justo de eso quería hablarte, de hecho eso no va...

—¿Podrían dejarme a solas con mi hijo un momento? Enseguida los llamó para firmar los papeles.

Ambas personas se retiran y solo quedamos nosotros.

—Papá, no me puedo...

—Te vas a callar y me vas a escuchar. Por largarte a vivir la vida loca perdí el contrato más importante del año, perdí mucho dinero y eso me perjudica a mí —se señaló con el ceño fruncido. —Lucas y yo vamos a unir las empresas y así seremos incluso mejor que los Rockefeller, así que hijo mío, solo me queda felicitarte por tu matrimonio.

—¿Por qué me haces esto? —mis puños están tan apretados que lo golpearía ahora mismo si no fuera mi padre.

—¡Porque debes madurar, joder! Porque no me importa tu opinión y porque es lo mejor para ti aunque no lo creas —gritó por fin frente a mi. —Aceptas o me encargaré de que no vuelvas a conseguir trabajo no solo en América, sino en cualquier rincón del mundo, te dejo en la calle y contigo a la inútil de tu madre —mierda.

Mamá, ella no merecía esto.

Sarella vino a mi mente, todos los momentos vividos en la última semana y como todo nuestro amor se derrumbaría por este estúpido salvavidas para Des. Me parecía tan bajo que recurra a chantajearme con mi amor más grande, con mi madre. Pero no podía permitir que ella se viera afectada más aún, no podía dejar que la humillara mucho más de lo que ha venido haciéndolo en años. Con el corazón y la voz entrecortada, maldiciendo internamente, no dije otra cosa que:

—Está bien.

—Así me gusta.

Des hizo pasar a Lucas con Lucrecia. Todos hablaban y arreglaban todos los detalles muy alegremente, y aunque estuviera de pie al lado de ellos, mi mente y mi corazón estaban en otro lugar.

Sarella.

—¿Y qué más? —Nicole me había interrogado desde que llegué para contarle lo que pasó entre Harry y yo.

—El último día vimos el atardecer juntos y me dijo que quería casarse conmigo —suspiré recordando sus promesas y sus ojitos enamorados.

—Qué romántico —Frank entró a la habitación con pequeñas copas de vino.

Los tres nos encontrábamos echados en mi cama comiendo helado como en los viejos tiempos. Mascarillas y karaoke era nuestro plan para hoy.

—¿Qué le vas a decir a tu padre? —mi mejor amigo tomó un sorbo de su copa.

—Qué no me importa lo que piense, nada me va a separar de Harry, me dijo que lucharemos por esto —mencioné llevando una cucharada de helado de vainilla a la boca.

—Estas loca, mujer —ríe Nicole imitándome. —De hecho, ambos lo están para desaparecer así.

—Valió la pena totalmente.

—¿Avisaste que estás de regreso?

—Si, le escribí a mis hermanos. Mañana quiero ir a ver a Zayn, no nos hemos visto mucho desde lo que pasó —hago una mueca y me acomodo en mi cama para ponerme mi mascarilla asiática.

—Y... ¿Qué tal es Harry? Ya sabes —mi mejor amiga suelta una risa que me contagia poniéndome roja. —Oh por Dios, te sonrojaste.

—Es, simplemente perfecto. Un Dios de pies a cabeza —suspiro nuevamente enseñando una fotografía de Harry en mi galería.

—Mucha información —Frank se tapa los oídos para tararear fuerte evitando escucharnos.

—¿Y donde se supone que está tu Dios ahora?

—En casa de su padre, rompiendo el compromiso con la estúpida de Lucrecia.

—Entonces van en serio —me codeo divertida.

—Claro que sí.

—Esto va a ser un loquerío, ya me imagino como va estar Des en la empresa mañana, tendré que soportarlo —Nicole cierra los ojos y los aprieta resignada.

—Lo siento —hice un puchero como un bebé.

—Todo sea por verte feliz, Sare —se acercan a mi y me dan un abrazo. —Hace mucho no te veía así —concluye Frank.

—Es el efecto Styles —mencionó haciéndonos reír para luego continuar en nuestro pequeño momento de amigos.

Bohemian in New York [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora