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Sarella.

Me encontraba rodeada de tantos viejos que podría jurar que estoy en un museo. Zayn ni Caroline habían aceptado venir porque estaban sumamente ocupados salvando el mundo de seguro.

Papá llegó hoy a mi departamento vestido de gala y diciéndome: Cámbiate que me acompañaras a una cena. Quise negarme pero claramente no iba a lograr nada teniéndolo ya en mi casa.

Era la cuarta copa de champagne que tomaba, la cena aún no era servida y estaba muy aburrida.

—Ella es mi hija, Sarella —papá volteó a mirarme junto a unos ejecutivos.

OK Sarella, las malditas clases de etiquetas tuvieron que servir de algo.

—Mucho gusto —me levanté para brindarles mi mano educadamente con una gran sonrisa.

—¡Cuánto has crecido! Recuerdo cuando corrías por la mina sin miedo a nada —un señor mucho mayor sonreía mientras me miraba.

—Los años han pasado, mi pequeña está cada vez más grande —papá me abrazó por los hombros.

—¿Estás siguiendo los pasos de tus padres? —preguntó otro hombre.

—Claro que sí, será una gran ingeniera —Eric no me dejo contestar, seguía avergonzándose de mi.

—Discúlpenme un momento, necesito usar el tocador.

Salí rápidamente de ahí, necesitaba aire. Caminé por el pasillo hasta llegar a un gran jardín. Era la primera vez que papá mencionaba algo así delante de personas extrañas para mí. Realmente no esperaba que él pensara que mis sueños no eran dignos de ser mencionados delante de sus conocidos. Y es que claro, no encajaría en el standard de hijos perfectos de la gran élite neoyorkina.

Guardé mi tristeza y seguí caminando, no tenía que darse cuenta que me importaba sus comentarios, aunque lo hacía, claramente lo hacía.

—¿Qué hace una señorita tan bonita como usted sola por aquí? —la voz me sobresaltó haciéndome girar inmediatamente.

—¿Qué haces aquí?

—Lo mismo pregunto.

—Vine a acompañar a mi padre —le di una media sonrisa. —Me arrastró hasta aquí en realidad.

—A mi también —se acercó hasta mí regalándome un beso en la mejilla. —Hola, Sare.

—Hola, Harry.

—Estás muy bonita —soltó como si fuera lo más normal del mundo.

Harry Styles no puedes decirme estas cosas y pretender que nada ha pasado, mi corazón.

—Tú estás muy feo —mentira.

—Que envidiosa eres —me molestó golpeando leventemente mi hombro.

Seguimos charlando un momento más hasta que escuchamos que estaban por servir la cena. Caminamos hasta el interior del lugar, el tibio clima nos acogió rápidamente. Harry me acompaño hasta mi mesa, sin embargo, alguien nos detuvo.

—Hijo, te estaba buscando —la voz de Des Styles nos sorprendió.

—Señor Styles ¿Qué tal? —le regalé una sonrisa a lo que él solo asintió con una sonrisa de lado.

—Des, amigo —la voz de mi padre apareció haciendo incómoda la situación entre los cuatro.

—Eric, hombre ¿Cómo estás? —ambos se dieron un gran abrazo y empezaron a conversar haciendo que Harry y yo solo miremos sin decir nada.

Bohemian in New York [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora