Capítulo 7

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Banda sonora del capítulo: Sparks Fly, de Taylor Swift.


Me levanté del sofá y me tambaleé levemente. Apoyé la mano en la mesa y cerré los ojos. Había bebido demasiado.

—Discúlpame un momento— logré articular, alzando el rostro y enfrentado la preocupación en el de Marc.

Me dirigí hacia los servicios intentado caminar en línea recta, notando las miradas de las presentes clavadas en mí. Al llegar, me encerré y me apoyé en la encimera. Todo me daba vueltas.

Me eché agua en la cara y en la parte posterior del cuello, tratando de pensar con claridad. Me miré en el espejo. Tenía los ojos brillantes y las mejillas sonrojadas.

Saqué el neceser de maquillaje de mi bolso y me pinté los labios. También me atusé el pelo. Aunque seguía estando bastante mareada, me encontraba algo mejor. Sabía que cuando saliera, sentiría de nuevo la atención de los presentes puesta en nosotros. Marc había asegurado que el club era un sitio seguro. Sin embargo, no quería que pensara que me quería aprovechar de su fama. Si alguien decidía publicar algo, se haría viral en cuestión minutos y comenzarían los rumores. No quería eso, y estaba convencida de que él tampoco.

Me eché el pelo para atrás y salí del baño. Él estaba apoyado en la pared del pasillo, con los brazos cruzados y una expresión intensa. Fue como verlo por primera vez de nuevo. No creía que volviera a coincidir jamás con alguien que me deslumbrara tanto como lo hacía él. Se me aceleró el pulso y lo miré a los ojos: sus profundas pupilas grisáceas, su cabello rubio, la barba rasa y aquellos tentadores labios que estaba desesperada por besar.

Deja de fantasear, Summer.

—¿Te encuentras mejor?

—Sí — contesté —, pero como siga bebiendo, voy a acabar en el suelo.

Sin decir una palabra, me tomó de la mano y me condujo hacia la mesa.

—Aguarda un momento — dijo antes de dirigirse hacia la barra.

Me senté y lo observé con curiosidad. Regresó con una botella de agua a los pocos minutos y las chispas se desataron en mi vientre.

—Gracias.

No había notado lo sedienta que estaba hasta que tomé el primer trago. Me terminé la botella al cabo de unos segundos.

—¿Quieres otra? — ofreció, con una sonrisa irresistible en los labios.

Negué, algo avergonzada.

—Creo que ahora mismo bailar no es buena idea.

—Estoy de acuerdo — contestó. Pareció dudar antes de proseguir —. Podríamos salir de aquí e ir comer algo, si te apetece.

Me mordí el labio inferior.

—¿Pretendes que nos quedemos a solas? — musité en tono descarado.

—Esa es una acusación sin fundamentos— contestó, fingiendo estar ofendido y pasando el brazo por encima del respaldo del sofá, arrimándose hacia mí. Sus ojos se clavaron en los míos.

—Ya — suspiré —. Si te crees que deslumbrándome de esta manera me vas a convencer, estás equivocado.

—¿Te deslumbro?

—A mí y a la mitad de la población — contesté de forma casual, sintiéndome valiente.

—Así que te deslumbro — susurró con lentitud, acercándose más.

—Sabes perfectamente que eres muy atractivo — titubeé, rompiendo el contacto visual.

Sentí la presión de su mano en mi espalda y un hormigueo me recorrió entera. Se me atascó el aire en la garganta al ver como se relamía el labio inferior. Me contempló a través de sus pestañas.

Efecto calor [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora