Desenchufé el móvil y vi que había conseguido cargarlo hasta la mitad. La salida de esa noche había sido improvisada. April me había sacado de la cama hacía literalmente media hora. Estaba demasiado enfadada con mis padres como para querer celebrar fin de año con el resto de los alumnos. Se habían ido de viaje sin mí y me habían dejado sola, encerrada en ese maldito internado. No tenían excusa. Había aprobado todas las asignaturas con sobresalientes y había sido la hija ejemplar. Aun así, habían decidido no pasar las Navidades conmigo.
Tragué saliva e intenté retener las lágrimas que se estaban aglomerando en mis pupilas. Entonces, el móvil vibró entre mis manos, mostrándome una notificación nueva de Twitter.
@Marc_Petterson. Disfrutad de la víspera de año nuevo. No bebáis si vais a conducir. Sed buenos. xxx
Leí el tweet unas cuantas veces y sentí como la tristeza me abandonaba momentáneamente. Marc Petterson era el guitarrista principal de Labor, mi grupo de música favorito. Llevaba siendo su fan desde que tenía ocho años. Mis padres me habían llevado a uno de sus conciertos cuando tenía catorce años y me había enamorado perdidamente de él. Era mucho mayor que yo, mucho más famoso. Mi nivel de obsesión era absurdo e incluso vergonzoso, pero no podía evitarlo.
Retwiteé el mensaje y le di a me gusta.
—Deja de estalquear a Marc de una vez y ponte los zapatos— espetó April detrás de mí, lanzando una mirada de aprobación al vestido negro que había elegido para esa noche.
En mis diecisiete años de vida, jamás había desobedecido a mis padres. Siempre había actuado como era debido, nunca me había metido en problemas. Pero aquella noche eso iba a cambiar. A partir de ahora les daría motivos más que suficientes como para no querer pasar tiempo conmigo.
—Puede que Spencer venga más tarde— me dijo mientras me calzaba mis stiletto negros.
Spencer era su novio. Llevaban juntos desde el verano pasado y estaban locos el uno por el otro. Al principio me resultó bastante difícil estar a su lado sin sufrir una sobredosis de azúcar, pero a esas alturas ya me había acostumbrado a sus constantes muestras de afecto.
Abandonamos la habitación que compartíamos al cabo de unos minutos. Cruzamos el pasillo de los dormitorios hasta que llegamos al hall del edificio. Estaba todo en completo silencio. La mayoría de los alumnos que se habían quedado en el internado estaban en las zonas comunes.
— Se largará tarde o temprano— susurró April sin mirarme, con la atención puesta en la única persona que había en la estancia además de nosotras.
A los pocos segundos, el conserge se levantó de la silla con una expresión que denotaba malestar. Presencié con lástima como desaparecía en dirección contraria a donde estábamos nosotras, de camino al aseo más cercando. El pobre se había convertido en una de las víctimas colaterales en el plan de huida de April, quien le había puesto laxante en el café.
Me agarró de la mano y corrimos hacia la salida. Al llegar, sacó una llave y abrió la puerta. Salimos al exterior y la brisa invernal impactó contra mi piel. Era de noche y no había ni un alma allí fuera.
Tras asegurarnos de qué no había nadie cerca, cruzamos el patio sin detenernos, con el repiqueteo de nuestros tacones como única banda sonora. Llegamos a la verja y April sacó otra llave. No quería saber de dónde las había sacado.
A veces es mejor no preguntar.
Al otro lado, ya había un taxi esperándonos.
— Al Groucho Club— ladró una vez estuvimos dentro del vehículo.
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Efecto calor [1]
RomanceSummer se cuela en ese club porque quiere conocer a Marc. Él es famoso y no sospecha que ella es menor de edad. No se imaginan los problemas que acarreará para ambos esa situación. ****** Esta historia tiene un spin off titulado "Efecto Hardwicke". ...