Capítulo 20

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Banda sonora del capítulo: Last kiss, de Taylor Swift.

Llevaba un buen rato ignorando la mirada inquisitiva de April, pero debía de admitir que cada vez me resultaba más difícil. Estábamos ambas en su habitación. Yo estaba tirada en la cama, con los ojos clavados en el techo, mientras que ella yacía sentada en la silla de su escritorio, con los brazos cruzados y la expresión muy seria.

—¿Vas a explicarme por qué te fuiste de la fiesta sin avisar?

Suspiré y me di la vuelta, dándole la espalda y fijando la vista en la pared. Había conseguido evitar a las cámaras desde que mi identidad había salido a la luz. Pero algo me decía que no lograría evitar las preguntas de April. Era peor que una manada de fotógrafos sedientos de información.

—Habla de una vez, Summer —. El colchón se hundió y sentí el toque de su mano en mi espalda —. No dejaré que te marches sin que me cuentes que pasó.

Me giré al percibir la tristeza en su voz. Sus ojos avellana denotaba angustia y su gesto pura aflicción.

Tragué saliva y asentí. Se lo debía.

Tras lo sucedido, mis padres habían decidido sacarme del país durante una temporada. Cursaría el resto del año escolar en un internado que había en Suiza.

En una situación normal, me habría negado. Siendo ya mayor de edad, no habrían podido persuadirme. Sin embargo, necesitaba salir de allí, olvidarme de todo. La única persona a la que echaría de menos estaba justo delante de mí.

—Fue por Thomas — confesé —. Entró en el baño mientras yo estaba dentro e intentó convencerme de que le diera otra oportunidad de malas maneras. Tuve que propinarle un buen golpe de muletas en la entrepierna para librarme de él.

—¿Qué quiere decir de malas maneras?

Bajé la mirada, con el corazón en un puño.

—¿Te acuerdas de la noche en la que rompimos? — inquirí con la voz temblorosa. La vi asentir. Tenía los ojos muy abiertos —. Estaba paranoico. Se le había metido en la cabeza que le estaba poniendo lo cuernos.

—Lo recuerdo — comentó, tomándome de la mano —. Se comportó como un capullo. Como siempre.

Tragué saliva y levanté la cabeza. El corazón me iba a cien por hora.

—Mientras discutíamos, me empujó y estuve a punto de caerme por las escaleras — musité, confesando aquello que no me había atrevido a confesar hasta ese momento. La rabia se adueñó de sus facciones —. Por eso decidí mandarlo a la mierda.

—Ese mal nacido... — masculló entre dientes —. No puedes permitir que esto se quede así. Vas a contárselo a tu madre y vas a denunciarlo—. Hice el ademán de contestar, pero alzó el dedo índice y alzó las cejas, a modo de advertencia —. No. Si no lo haces por ti, hazlo por mí. Y si no lo quieres hacer por ninguna de los dos, hazlo por todas aquellas mujeres que puedan llegar a cruzarse con él.

Me mordí el labio inferior y dejé salir el aire por la nariz. April posó una de sus manos en mi mejilla y me obligó a mirarla.

—La noche que rompisteis no te caíste por las escaleras y ayer lograste librarte de él — continuó con decisión —. Pero hubiera podido ser mucho peor.

Asentí y dejé que me abrazara, hundiendo mi rostro en el hueco de su cuello. Cuando quise darme cuenta, las dos estábamos llorando.

—Te echaré muchísimo de menos — mascullé, con la voz entrecortada.

Efecto calor [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora