Capítulo 30

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Banda sonora del capítulo: Long live, de Taylor Swift.

Miré mi reflejo en el espejo y los nervios se acentuaron en la base de mi vientre. Faltaban pocos minutos para que Peter nos recogiera para llevarnos al concierto. No podía dejar de preguntarme que pensarían los miembros de Labor al verme llegar. Esperaba que mi fan interior no me jugara una mala pasada, dejándome en ridículo. 

—¿Estás lista? — inquirió April, irrumpiendo en mi habitación enfundada en unos jeans oscuros y una chupa de cuero.

Asentí y recuperé mi bolso de encima de la cama.

—Gracias por acompañarme — mascullé, echando un último vistazo a mi reflejo.

Había optado por llevar una blusa negra, con transparencias en las mangas y en el escote.

—¿Estás de broma? — replicó mi amiga, rodeándome con un brazo cuando crucé el umbral de la puerta —. Nunca he visto un concierto en directo desde el backstage. No me lo perdería por nada del mundo.

Abandonamos la vivienda y, al llegar al exterior, aguardamos a que Peter llegara. Al cabo de pocos minutos, vislumbré el Range rover acercándose hacia donde estábamos nosotras. Una vez aparcado, Peter salió a nuestro encuentro.

—Buenas noches— nos saludó escuetamente.

—Madre mía — espetó April sin disimulo, comiéndoselo con la mirada —. ¿Todos los choferes son así?

Le clavé un codazo en las costillas y sentí como la sangre me subía a la cara. Peter nos abrió la puerta para que entráramos al interior del vehículo sin decir nada.

—Córtate un poco — le dije antes de que él entrara en el coche.

—¿Qué? — contestó, encogiéndose de hombros —. Está para comérselo.

Negué con la cabeza y sonreí. No le faltaba razón. Peter poseía una expresión misteriosa y cautivadora, además de unos ojos azules impresionantes. No dejaba indiferente a nadie.

Al llegar al estadio, vimos que la entrada estaba abarrotada. Faltaban pocos minutos para que abrieran las puertas y el ambiente era de anticipación absoluta.

Peter condujo hacia la entrada trasera del recinto y aparcó en el interior de un garaje enorme. 

—Seguidme— dijo tras abandonar el vehículo —. Os llevaré al camerino.

Nos subimos a un ascensor que había al final del parking y el pulso se me disparó de forma inevitable. Estaba a punto de conocer a Labor al completo.

Una sensación de mareo se apoderó de mí mientras lo seguíamos por un largo pasillo. Finalmente, este se detuvo frente a una puerta y tocó suavemente. La abrió sin esperar respuesta y la imponente figura de Marc me dejó sin respiración. Iba vestido de negro, llevaba el pelo corto despeinado y una tenue capa de barba cubría sus pómulos. 

Nuestras miradas se encontraron y mis labios trazaron una sonrisa involuntaria sin previo aviso. El corazón me dio un vuelco y entreabrí los labios al presenciar la expresión de su rostro al contemplarme.

¿Dejaría alguna vez de deslumbrarme de aquella manera?

Sin desviar la mirada, caminó hacia nuestra posición y se agachó a mi altura. Rozó sus labios con los míos y aquello se me antojó como un gesto de lo más natural. Me sonrojé y me mordí el labio inferior. 

—Hola — masculló, separándose de mí lo suficiente como para poder dirigir el saludo al resto de los presentes, quienes le contestaron de la misma manera —. Gracias por traerlas, Peter.

Efecto calor [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora