Capítulo 13

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Releí la nota mientras intentaba autoconvencerme de que Marc había sido quien la había dejado en el bolsillo de la sudadera. La pregunta era cuándo. ¿Antes o después de que nuestra situación pasara a ser de dominio público? Había pasado más de una semana desde mi hallazgo. Sin embargo, aún no había descubierto qué debía hacer con esa información.

El impacto de un objeto contra mi frente me sacó de mis pensamientos. Los severos ojos de April me contemplaban desde el otro extremo de la mesa. Estábamos en la biblioteca del internado, estudiando para un examen de lengua que teníamos al día siguiente. La situación había mejorado notablemente allí. No sabía que había hecho exactamente mi amiga, pero no había ni un solo alumno que osara mirarme cuando pasaba por su lado.

—Deja de tirarme trozos de papel —dije en voz baja y entrecerrando los ojos.

—Pues deja de fantasear y concéntrate. Hay que aprobar como sea y salir de este infierno.

April era la más temida de la clase, pero también la más aplicada. Llevaba meses diciéndome que cuando nos graduáramos buscaríamos un pisito en el centro de la ciudad y pasaríamos allí nuestra época universitaria. No pensaba en otra cosa.

Suspiré, guardé la nota de Marc en el bolsillo de mi blazer azul y me puse a leer los apuntes. Nos quedaban pocos meses para terminar el instituto. Las notas que sacáramos durante ese curso determinarían a que carreras podríamos acceder a partir del  próximo otoño. De todas formas, no tenía ni idea qué quería estudiar. Era una amante de la literatura, por lo que había sospesado la posibilidad de probar con filología inglesa. Sin embargo, teníamos que presentar nuestras opciones en unos días y seguía sin tenerlo claro.

Abandonamos la biblioteca al cabo de un par de horas. Regresamos a la habitación que compartíamos y me dejé caer sobre la cama, exhausta. Entonces, busqué la nota en mi chaqueta. No podía dejar de leerla. Por una parte, me moría de ganas por enviarle un mensaje a Marc. Por otra, no quería darle más problemas. A pesar de que mi situación en el internado era mucho mejor ahora, la suya no había hecho más que empeorar. Su rostro seguía siendo el principal protagonista de los programas de cotilleo que echaban en la televisión, y su nombre trending topic en Twitter.

Me levanté de la cama con nerviosismo y metí la mano hasta el fondo del bolsillo. A continuación, hice lo mismo con el otro.

—Mierda — maldije.

—¿Qué pasa? — inquirió April desde la cama.

—No encuentro la nota.

—¿Qué nota?

Suspiré y me dispuse a explicarle aquello que le había estado ocultando durante los últimos días. Poco después, deshicimos el camino que habíamos hecho hasta nuestra habitación en busca del dichoso papel. Nos pasamos las próximas horas en la biblioteca sin éxito alguno. Vaciamos todas las papeleras ante la atónita mirada del bibliotecario, que comenzaba a sospechar que le habíamos mentido y que en realidad no nos habíamos olvidado los apuntes allí.

—Chicas, tengo que cerrar — nos dijo cuando eran cerca de las nueve de la noche —. Y vosotras tenéis que ir al comedor si no os queréis perder la cena. Os prometo que si los encuentro, os los haré llegar.

Nos habíamos quedado sin excusas, por lo que no nos quedó más remedio que ceder y detener la búsqueda.

—Tendrías que haber quemado ese maldito número de teléfono si no querías usarlo— me espetó April una vez regresamos a la habitación. Hubiera querido contestarle, pero me mordí la lengua porque tenía razón—. Espero que no haya caído en las manos equivocadas.

Suspiré y me mordí el labio inferior, frustrada ante la situación en general. Todo estaba resultando ser una auténtica mierda últimamente.

— Dime que guardaste el número entre tus contactos.

Efecto calor [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora