Capítulo 23

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En un primer momento no supe cómo reaccionar. Mi mirada inquieta viajó hacia el otro extremo de la terraza y presencié el momento exacto en el que la puerta se abría. Nuestras miradas colisionaron y el tiempo pareció congelarse. Fui consciente de los erráticos latidos de mi corazón, el temblor de mis piernas y los nervios aglomerándose en la base de mi estómago. La realidad me golpeó como un cubo de agua fría.

No. No iba a dejar que aquello me afectara. No permitiría que su simple presencia envenenara mi sistema de nuevo.

Desvié mi atención hacia April, que permanecía a mi lado con los puños crispados y el entrecejo fruncido.

—Larguémonos —dije con determinación, sonando más tranquila de lo que estaba en realidad.

April asintió sin titubear. Nos despedimos fugazmente de Ben y comenzamos a caminar hacia las escaleras. Mantuve mi mirada firme, al frente, dejando que April fuera la que se abría paso entre la multitud. 

Un escalofrío recorrió mi columna vertebral cuando sentí el calor de su cuerpo junto al mío. Giré la cabeza por instinto y lo vi parado justo a mi lado. Me mordí el interior de la mejilla y cogí aire por la nariz de forma controlada. La visión de su atractivo rostro seguía dejándome sin aliento.

—Summer — masculló en tono contenido, cauteloso, haciendo el ademán de posar una de sus manos en mi hombro.

Me detuve y retrocedí. Un sentimiento parecido a la culpa se reflejó en el gris de sus pupilas. Se mordió el labio inferior y dejó caer la mano a su costado, con aire de rendición.

—Está allí — le indiqué, señalando la dirección en la que estaba Ben con la barbilla.

Me sentí orgullosa al no percibir en mi voz el torbellino de sentimientos contradictorios que estaban librando una batalla en mi interior. Sin embargo, mis ojos traicioneros viajaron al punto exacto en el que se encontraba su boca y me golpeé mentalmente al percatarme de que él se había dado cuenta. 

Carraspeé y aparté la mirada, incómoda. April permaneció en silencio a mi lado, lanzándole dardos a Marc con los ojos sin disimulo.

—Le ha vomitado encima a April y parece que ahora se encuentra algo mejor. Aun así, está destrozado —. Tragué saliva al recordar el llanto desconsolado de Ben. Encontré la comprensión en su expresión —. Necesita a un amigo.

Se rascó la mejilla y sentí un extraño cosquilleo al reconocer ese gesto, típico en él.

—Gracias — se apresuró a contestar. Sus ojos viajaron entonces a April, quien se tensó a mi lado —. Siento que te haya vomitado encima.

—Ya — replicó, cortante y altiva —. El cantante no tiene de que preocuparse — declaró con los ojos entrecerrados y cruzándose de brazos —. Él está perdonado.

Marc percibió el desdén en sus palabras y me miró de nuevo, tragando saliva y en pose nerviosa. Si yo fuera objeto de odio por parte de April, no dormiría tranquila por las noches.

—Summer — repitió, esa vez más decidido —. ¿Te importaría esperarme un momento? Me gustaría hablar contigo—. Alcé las cejas y sentí como la rabia se apoderaba de mí ante su desfachatez —. Será un minuto — añadió al ver mi expresión.

—Lo siento, pero tengo que marcharme.

—¿Por favor?

Me mordí el interior de la mejilla y conté hasta diez mentalmente sin romper el contacto visual. ¿Estaba hablando en serio?

—No — declaré firmemente.

Dando un paso al frente, me erguí en mi posición. No le guardaba rencor, pero me seguía quedando dignidad y no pensaba perderla esa noche.

Efecto calor [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora