Al impactar contra el suelo, sentí como mi tobillo crujía y me desplomé contra el pavimento, húmedo por la llovizna que caía. Me incorporé como pude, arrastrándome hacia Spencer y notando un dolor agudo y palpitante en el pie. Logré llegar hacia donde estaba. Me esperaba con la moto arrancada y un casco entre las manos. Me lo coloqué a toda prisa y me subí a la parte posterior de la moto. Cuando me giré para despedirme de April con la mano, vi que ya no estaba donde la había dejado.
Entonces el vehículo arrancó y me agarré con fuerza a la espalda de Spenser. Llegamos a nuestro destino tras unos minutos. Aparcó el vehículo en una esquina y se quitó el casco. Intenté imitarle, pero sentí una punzada de dolor en cuanto apoyé el pie en el suelo.
—¿Te encuentras bien? — inquirió, sujetándome por los brazos y con la preocupación impregnando sus ojos castaños.
—Me duele un poco —mascullé en tono lastimoso.
—¿A quién se le ocurre saltar desde una valla tan alta?
—Situaciones desesperadas, requieren medidas desesperadas.
Me quité el casco y observé como la guardaba en el interior del asiento. Intenté apoyar el pie de nuevo, pero el dolor era cada vez más intenso.
—Joder, Summer — prosiguió él, muy serio —. También te has agujereado los pantalones y la rodilla te está sangrando.
Suspiré y bajé la pierna para tener una mejor visión del desastre. Maldita ley de Murphy.
—Solo es una rozadura — contesté, quitándole importancia —. Tendrás que ayudarme a entrar.
Asintió y me rodeó la cintura con un brazo para que no tuviera que apoyar mi peso en el pie herido. Levanté el brazo y lo posé sobre sus hombros. Elevé la mirada y me topé con una casa de fachadas altas y paredes blancas. No entendía por qué Marc no me había citado en su casa.
Había un timbre con una cámara junto la verja de la entrada. Separándome un poco de Spenser, presioné el botón. Solo entonces fui consciente de que estaba a punto de ver a Marc de nuevo, con una rodilla ensangrentada y coja. La situación no podía ser menos oportuna. Los nervios comenzaron a concentrarse en mi vientre y suspiré.
—Por cierto — dijo Spens, interrumpiendo mis pensamientos —. ¿Dónde estamos?
Negué con la cabeza. Por supuesto que April no le había especificado nada acerca de donde debía llevarme. Me había dejado con el marrón de explicárselo a mí.
—¿Te acuerdas del tipo de las fotos? ¿Marc? — Lo vi asentir con el asombro impregnando su mirada —. Hemos quedado en vernos aquí. Siento que a April se le haya olvidado mencionártelo.
Tragó saliva y frunció los labios en una línea recta.
—No creo que se le haya olvidado — susurró entre dientes —. Espero por vuestro bien no meterme en problemas.
—¿Si? — se escuchó entonces por el altavoz del timbre.
—Soy Summer — dije en un hilo de voz, sintiendo como el pulso se me disparaba.
La verja comenzó a abrirse ante nosotros y la cruzamos, entrando en un bonito jardín repleto de plantas. Olí el agradable olor a tierra mojada.
Tras subir un tramo de escaleras, llegamos a la puerta principal. Esta se abrió incluso antes de que tocáramos el timbre por segunda vez. A pesar de lo absurdo que resultaba todo aquello, mi fan interior se apoderó de mi sistema en cuanto mis ojos se encontraron con el familiar rostro del cantante de Labor.
—Ben — musité con la voz contenida. Este me respondió con una sonrisa divertida.
—Hola, rubita — contestó como si nada —. ¿Quién es él?
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Efecto calor [1]
RomanceSummer se cuela en ese club porque quiere conocer a Marc. Él es famoso y no sospecha que ella es menor de edad. No se imaginan los problemas que acarreará para ambos esa situación. ****** Esta historia tiene un spin off titulado "Efecto Hardwicke". ...