Capítulo 12

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Banda sonora del capítulo: Mean, de Taylor Swift.

Me giré antes de cruzar la verja de la entrada del internado, observando como el coche de mi madre desaparecía al final de la calle desde la distancia. La última semana habían sido una montaña rusa de sentimientos: agobio, estrés, remordimientos... Había estado aislada en mi habitación, sin móvil y sin la posibilidad de recibir visitas. Mi madre se había encerrado en su despacho y apenas me había dirigido la palabra. Mi padre, por otro lado, no había dado señales de vida. Nada de aquello me había sorprendido. 

Arrastré mi roller hacia el interior del recinto con la mirada gacha, notando la atención de todos los estudiantes puesta en mí. Al llegar a mi habitación, me apoyé contra la superficie de la puerta y suspiré, a sabiendas de que ese próximo semestre iba a ser una pesadilla.

Me sobresalté al ver que la puerta del baño contiguo se abría. April corrió hacia mí y me abrazó incluso antes de que pudiera musitar palabra alguna. Entonces todas las emociones que había logrado contener hasta ese momento, salieron a flote y un llanto desconsolado se hizo conmigo, arrastrándome a un hoyo de sentimientos punzantes y dolorosos. 

Dejé que April me guiara hasta la cama y nos sentamos, hundiéndome yo en la curva de su hombro, aferrándome a su cuerpo como si fuera mi salvavidas.

Seguí sollozando entre sus brazos de manera incontrolada durante lo que pareció una eternidad. Ella se limitó a pasar sus dedos entre los mechones de mi pelo, sabiendo que aquello me relajaba. Sin embargo, la angustia no cesó.

Había sido una semana de locos. La publicación de las fotos, las declaraciones de Marc frente a los periodistas, el acoso al que estaba siendo sometido por mi culpa... Estaba claro que nuestra historia había perjudicado negativamente a Labor en general, pero a él en particular. El aspecto cansado que habían inmortalizado las cámaras en las fotos que le habían tomado, solo demostraba su abatimiento.

—Te he echado de menos — dije cuando estuve algo más calmada, frunciendo las manos en puños en un intento de disimular la agitación de mi cuerpo.

—Yo también. Me tenías preocupada.

—Lo siento —. Me retiré el pelo de la cara y me levanté, en dirección al baño —. Mi madre me quitó el móvil y no tenía manera de comunicarme contigo.

—Lo imaginé — susurró detrás de mí.

Abrí el grifo, cogí una toalla limpia y la empapé con agua. A continuación, comencé a lavarme la cara.

—¿Cómo te encuentras? — añadió con prudencia.

Suspiré. Las clases comenzaban en menos de una hora. Sería imposible disimular que había estado llorando. Tenía los ojos hinchados y la nariz muy roja. Dejé la toalla en el cubo de la ropa sucia y regresé hacia la habitación, sentándome de nuevo en la cama.

—¿Has visto las fotos? — Asintió mientras ocupaba el hueco que había a mi lado —. Está siendo una locura. Lo que están diciendo de Marc es mentira—. Hice una pausa y la miré directamente, encontrando confort en marrón de sus pupilas —. No me tocó como dicen, April. Lo juro. Nos besamos, pero nada más.

—Se acabarán olvidando de todo esto, ya lo verás.

—Eso espero — susurré, descansando mi rostro entre las manos, levemente inclinada para delante. Me acarició la espalda —. Pero yo no quiero olvidarlo.

Inhalé y tragué saliva, logrando contener el torrente de lágrimas. Llorar no cambiaría las cosas.

—¿Por qué no te ayudo a deshacer la maleta? — propuso tras unos minutos de silencio.

Efecto calor [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora