35.

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Los días transcurrieron, y vaya que el tiempo pasaba volando, ahora se encontraban en Diciembre, la época más bonita y esperada del año, por el frío, el chocolate caliente, galletitas, mantas y cada elemento que hacía de esas fechas las más bonitas.  Los guerreros, quienes la pasaban en paz y armonía durante todo ese mes, gustaban de esperar con ansías la gran fiesta de gala que hacían en este tiempo.
Para el día de hoy, faltaba sólo una semana para hacerse Navidad, cuyo día se les había asignado una misión muy importante, la que consistía en derrotar grandes bestias de la nieve.

— ¿Crees que debería ir a la misión de Navidad? — interrogó Rubius estando sentado en uno de los muebles de la casa, en brazos sosteniendo al pequeño bebé, y a un lado teniendo a su Alfa, quien le dirigió la mirada en cuanto el rubio hizo aquella pregunta.— Es que no quiero exponerme así, y al bebé tampoco.

— Me parece lo más inteligente que has dicho hasta ahora, Doblas.— sonrió, pues notaba que el híbrido de oso había cambiado un poco en su actitud desde que era el progenitor de alguien, y le parecía adorable que fuera así.

—... Pero, ¿que pasa si me necesitáis? ¿Crees que vais a estar bien?

— ... — siguió viendo hacia la chimenea, después de unos segundos se pensar.— Escucha, no hay quién se quede con el bebé, y seguro será una misión un tanto peligrosa, chiqui, no quiero que pases sustos, mucho menos que te ponga delante del peligro así.

Rubius se quedó callado unos segundos, pensando en lo que podría pasar más adelante.

— Tío, tío, escúchame tú a mí ahora... ¿Qué harás si necesitas que alguien te cure? Me necesitáis, que no se van a detener por tí, que yo sí. — eso le sacó una sonrisa a Veg.

— ¿Por qué te preocupa tanto? Que sí, que entre todos nos cuidamos, no te preocupes.

— Pero... No me has dejado terminar. Al bebé le puedo poner en mi inventario, y estaría muy cómodo allí, además, créeme cuando te digo que nadie se detendrá a curarte, no, no, eso no lo puede aceptar.

—... Entonces ¿Quieres ir?

—... No, porque el bebé necesita de mi atención, y no puedo estar con vosotros si el bebé necesita de mí, además puede ser una misión super peligrosa ¿Acaso quieres que me mate?

— Pero-.... Eres tontito, ya decía yo. — rió bajito, y sí, prefería mil veces a qué Rubius se quedara a cuidar del bebé a qué fuera a la misión ésta.

— Vale, entonces... ¿Qué has decidido? Por mí me quedo y voy.

— ¿Qué? Chiqui, basta, no me líes tanto, te vas a quedar con VJ.

— Se llama Lucas, respeta.

— Está bien. — no, no lo estaba, él le iba a decir VJ hasta que el niño no recordara su nombre real.

Para la mañana siguiente a eso de las 5:00am, los guerreros de a poco iban llegando a la entrada del templo donde se situaban los portales.
Lolito, Mangel, Vegetta, Auron y Luzu fueron los primeros en llegar, ellos conversaban, o se quejaban de lo temprano que era, también del jodido frío que hacía a esas horas, o de la incompetencia de los que no habían llegado aún por hacer que la misión se retrase más.

— Buenos días! — saludó Alexby llegando, y poniéndose a un lado de Lolito.

— Buenos días, Lely... — saludó le pelirroje con una sonrisita, hasta que esta se deshizo, y le miró con confusión — ¿Por qué estás aquí?

— He hablado con Merlon, y me ha dicho que estaba bien que viniera, que a fin de cuentas no era tan difícil la misión.

— Ah, vale... ¿Y cómo estás? Ya sabes... Con el embarazo.

—... Pues... No le digas a Fargan ¿Vale?

— Vale... ¿Qué ha pasado?

— Que me he caído de los dos escalones de abajo de casa, y la ostia que me he dado es de otro mundo. — susurró para Lolito, estando pendiente que nadie más escuchara.

— ¡Pero Lely, que eso le hace daño al bebé!

Mangel volteó a mirarles, y arqueó una ceja, no había escuchado, pero le causaba curiosidad que Lolito se exaltara, y gritara tal cosa.

— Shhhh shhhh, no ha pasado nada, he caído de culo, y ni ha sido la gran cosa. — volvió a hablar en voz baja.

— Buenos días — dijo Willy, a los guerreros se quedaron callados, y le miraron de pies a cabeza. El albino traía unos auras de que si lo seguían mirando iba a asesinar a alguien.

— Buenos días, Willy, compañero — se animó a hablar Vegetta con una sonrisa pequeña algo nerviosa, pero fue ignorado por el albino en su totalidad, que ni le dirigió la mirada.

— Buenos días, chicos, que temprano que es.— dijo Fargan uniéndose al saludo de Willy, y de una vez acercándose a Alexby para estar a su lado.

— ¿Y tú por qué llegas tan tarde? Eres el último — se quejó Auron, se notaba que estaba de mal humor, y quizás no hubiese sido así si Willy no se hubiese aparecido.

— Me he quedado dormido.— se excuso el búho, exponiéndose por si sólo.

— Sí, claro — musitó Auron quejándose.

— Bueno, chicos, ya estamos todos, esperemos a que el portal se abra, que igual y no tarda demasiado.— dijo Vegetta, en eso el portal se abrió, y el hizo un gesto de "¿Veís? Lo sabía".

— ¡Esperad! ¡Falto yo! — esa voz la conocía, esa era la voz de su oso, y al voltearse lo confirmó.

My Littler Chaos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora