10.

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Ese mismo día, Luzu había salido a buscar a Auron. Sabía donde estaba, por lo que se dirigió a casa del moreno, y tocó la puerta con una sonrisa pequeña, estaba ansioso, y un tanto desesperado por saber que le había tocado ser a Auron.

No tardó casi nada para que el propietario de la casa abriera la puerta, se veía un tanto de mal humor y también con ello algo desaliñado, como acabado de despertar, pero para Luzu era como ver al príncipe más hermoso del mundo.

─ ¿Te he despertado, Auroncito? ─ preguntó Luzu.

─ ... ¿Qué quieres? ─ preguntó sin nada de gracia, y el ajeno ladeo la cabeza extrañado ─ No estoy de buenas ahora, me he enfermado o algo así. ─ realmente sólo estaba pasando por su primer celo, y por ello mismo le abrió la puerta a Luzu en cuanto supo que había alguien en la puerta -cosa que no había pasado con sus demás visitantes, no quiso ver a nadie hasta ahora-, pues por alguna razón su instinto supo que se trataba de un Omega soltero.

─ ¿Enfermo? ¿Qué clase de malestar? ─ ahora permanecía curioso, pensó que se trataba de celo.
Luzu por los momentos no había pasado por aquel proceso, por lo que no sabía que era un Omega, pero ya comenzaba a presentar esto al sentirse muy atraído hacia el Alfa en celo, lo que pensó que era normal en él por ser quien le gustaba.

─ Mira, Luzu, no tengo nada de tiempo tampoco, así que si nada más bienes a molestar, te diré de una jodida vez que te vayas. ─ El olor del Omega le volvería loco, y necesitaba más que nada su cordura, porque Mónica estaba adentro, y sentía que sería impulsivo y dejaría de pensar las cosas con tal de tener a ese Omega bajo suyo, con sus marcas en el cuello, cosa que aún no comprendía.

Luzu sonrió de medio lado, y ladeo un poco la cabeza. Claramente algo tramaba, y su plan era hacer tiempo y quedarse allí nada más para ver cómo reaccionaba el ajeno, solamente esperaba que funcionara.

─ Vale... me gustaría que no fueras tan malo, Auroncito, puedo quedarme y alegrarte un poco la tarde, no lo sé. ─ sus mejillas comenzaron a arder, mostrando en ellas un color carmesí, siendo una de las primeras muestras de que estaba entrando en celo.

─ Que te vayas, Luzu. ─ bufó, era insoportablemente atractivo el aroma del Omega para Auron, sentía la necesidad de comérselo a besos, de llevarlo a adentro, y complacer así su instinto de Alfa, pero no era lo correcto, y mientras no estuviese lo suficientemente embriagado por su celo, seguiría luchando por no hacer aquello.

─ Pero Auron, hombre, que te puedo curar el malestar, tengo pociones para eso, tío. ─ se negaba a irse, simplemente no quería hacerlo, y comenzaba a divertirse de tan sólo negarse.

Auron suspiró con pesades, pero ya sabía cómo terminar corriendole.

─ Luzu, si no desapareces de mi vista en diez segundos, me veré forzado a encender las malditas torretas. ─ amenazó luego de sacar el control de las mismas.

Luzu se alarmó un poco, pero simplemente mostró una mala cara, y bufó, para después darse vuelta e irse de allí sin más. Su plan había fallado evidentemente, pero no se daría por vencido rápido, así que se quedaría cerca de casa de Auron, a esperar a que su olor de Omega se hiciera más fuerte, y con ello atraer a su Alfa querido.

Lo que tomó por sorpresa a otro Alfa cercano, alguien que se había estado paseando por el bosque, merodeando a Omegas que consideraba presa fácil, entre ellos cabía Luzu, quien estaba bajo la mirada de Willy ahora mismo.

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