18.

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La pareja salió del hospital rumbo a casa de Vegetta, allí querían pasar la tarde para hacerse compañía el uno al otro.

─... Vegetta, tengo algo que decirte. ─ comentó el híbrido desviando un poco la mirada hacia otra parte. ─ Es acerca de Nieves... creo que ya nos ha descubierto.

Vegetta le miró, no le sorprendía del todo que la pelirroja se enterase de aquello, apesar de todo la verdad siempre saldría a la luz por más que intentasen ocultarlo, además conocía a Akira, sabía que no se mantendría callada.

─ ¿Y qué es lo sorprendente en eso, Doblas?. ─ era a su favor que la doncella ya no estuviese tan cerca de quien era ahora su Omega.

─ ¡¿Que qué es lo sorprendente?! ¡La voy a perder, bobo!. ─ agachó las orejitas, ahora miraba al azabache.

─ ¿Y qué? ¿Preferirías seguir con ella estando tú esperando un bebé mío?. ─ era de locos.

─... ─ bufó, aunque no lo quisiera admitir, Vegetta tenía razón, básicamente había perdido a Nieves el primer día que estuvo con el azabache en la cama. ─ Pero sí puedo hacer algo, puedo... ella puede ayudarnos... ─ porque nada sabía de cómo cuidar a un bebé.

─ ¿Ayudarnos en qué? ─ suspiró. ─ podemos hacerlo nosotros sólos, macho. Además nos debe odiar como para querer ayudarnos. ─ Y no es que lo quisiese desalentar, es que era la verdad.

Rubius agachó la mirada un poco.

─ Pero ánimo... Yo no te voy a abandonar, como ya dije estamos los dos en esto. ─ poco a poco fue entrelazando sus dedos con los ajenos después de tomarle la mano, para luego dedicarle una sonrisa. No se habían tomado de la mano -de forma romántica- jamás, esto era un momento especial.

Rubius le miró sonreirle, no tenía duda alguna en poder confiar de la palabra de Vegetta, por lo que afirmó el agarre en sus manos y también sonrió, de esta forma estuvo dispuesto a cambiar de tema de una vez.

─ ¿Sabes? Sea niño o niña le podemos poner Rubius Júnior, que sea famosísimo. ─ comentó el híbrido ganándose un gesto de asco de parte del ajeno.

─ ¿En serio odias tanto a nuestro hijo?. ─ rió bajito. ─ Venga, que le ponemos Vegetta Júnior y crece grande y fuerte como su papito aquí.

─ ¿Quieres que sufra de bullying en la escuela?.

─ Tú quieres que sufra de bullying en la escuela, escucha esto: Rubius Júnior De Luque Doblas, qué feo. ─ sacó la lengua.

─ ¿Y tú crees-...? Un segundo... ─ sonrió grande. ─ ¡Yo puedo ser De Luque!.

Vegetta sólo siguió caminando.

Fueron pocos los minutos que pasaron para que ambos llegasen a la casa de Vegetta, y de una vez el híbrido fuese al sofá a reposar un rato.

─ Joder.. ¿Te imaginas la cantidad de antojos en los que me vas a tener que complacer?. ─ sonrió contento, porque no sólo quería que le complaciera con dulces, desde hace mucho había estado esperando el momento en el que pudiese por fin pasar tiempo de calidad con el azabache, ahora tenía una buena excusa para estar más tiempo con él. ─ Si me mimas, no me quejo.

Vegetta rió por lo bajo.

─ Yo te puedo mimar, pero debes dejar de decir grocerias, que no quiero que el bebé nazca y diga una palabrota.

─ ¿Pero cómo crees que es el bebé? ¿Tas bobo o qué?. ─ rió, ahora sólo se imaginaba a un niño que saliera con su cara y diciendo "gilipollas" a todo mundo. ─ Vale, vale, intentaré dejar de decir groserías. ─ eso ya lo veríamos. ─ Pero ¿Si me vas a mimar?.

El Alfa se sentó a su lado y después de soltar una pequeña sonrisa, comenzó a llenarle de besitos las mejillas.

─ Hombre, que tu Vegettita te quiere y te mima. ─ le dio más besitos.

Rubius sonrió contento por los mimos, y por consecuencia su colita comenzó a moverse feliz.

My Littler Chaos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora