13.

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Acabó todo aquello y el primero en irse de allí fue Rubius, necesitaba saber la verdad acerca de lo que estaba pasando en su cuerpo, por ende fue a comprar unas cositas, dejándolas ahora como segunda opción. Quería ir a casa, en donde estaba su linda mujer, pero no tendría ninguna chanse de realizarse las pruebas si ella estaba allí, amenos que la pelirroja fuera lo suficientemente tonta como para no saber de a que iba todo esto.

Decidió ir a su vieja casa, ahí con nervios se hizo las tres pruebas recomendadas y esperó un momento, no las quería ver, por lo que divagó bastante antes de regresar al baño a por ellas.

─ Como esté embarazado mato a Vegetta. No. Lo Castro de una vez. ─ entró al cuarto de baño y vio los resultados para salir de una vez de aquel torpe esperar ─ ¡¡LO MATO, LO MATO, ME MATO, MATO A LUZU, NO ES POSIBLE, NOOO!! ─ las tres eran positivas.

Pasó casi media hora de estar meditando aquello en el suelo del lugar, y cuando por fin pudo aceptar un cuarto de la idea se levantó, tomó las pruebas y fue a casa del padre de su inminente hijo a abofetearlo por lo que le hizo, incluso cuando sabía que la mitad de la culpa era suya.

Al llegar Rubius tocó la puerta con algo de fuerza.

─ ¡Vegetta, me cago en tus muertos, abre de una puta vez!. ─ seguramente con eso le escucharía. ─ ¡O abres, o te reviento la puerta, cabrón!. ─ la que hace poco había arreglado.

El mencionado bajó las escaleras con un tanto de fastidio y pereza, justo se estaba acurrucado para dormir un poco, pero fue interrumpido todo aquello por el pesado de Rubius. Entonces, al llegar abrió la puerta.

─ ¿Ahora qué?. ─ interrogó el azabache, y el híbrido entró sin esperar mucho más una invitación a pasar.

─ ¡Estásmos locos, tío! ¡¿Cómo coño esto es posible!? ¡Es una mierda!. ─ el otro le miró confundido.

─ ¿De qué hablas tú, tontito?.

Rubius le miró con el ceño fruncido, y sacó las pruebas de su inventario.

─ ¡Tonto eres tú!. ─ se las entregó, estaban envueltas en un papel de baño, les tenía un poco de asco.

Vegetta las tomó algo confundido aún, lo abrió y al mirar las tres, regresó su vista al híbrido.

─... ¿Qué me quieres decir con esto?. ─ realmente no quería escucharlo, no estaba listo para volver a tener un hijo, en especial porque aún no superaba la muerte de Brayan.

─ ¿¡Qué coño crees que significa!?. ─ estaba verdadermente alterado.

─ ¿Puedes ya dejar de decir groserías, tío?. ─ comenzaban a irritarle. ─ Vale... ¿Quieres decirme qué estás...?

─ ¡¡EMBARAZADO!!. ─ de tan sólo pensarlo le daban náuseas, pero tenía que aguantarse. ─ ¡Pero tengo una idea! ¡LO VOY A ABORTAR!.

─ ¡No!.

─ ¡¿Por qué No?!.

─ ¡Porque es peligroso y estoy seguro de que no han practicado un aborto en un hombre en la vida!.

Rubius comenzó a llorar desesperado, no aceptaría fácilmente que después de creer toda la vida que él sería quien dejara la semilla, ahora todo se le cambiara derrepente.

Vegetta lo abrazó, sabía que no debía ser fácil pasar por eso, pero iba a estar ahí para él mientras pudiera, porque era su obligación y además quería hacerlo.

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