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En casa, Nieves cada vez se sentía más sola, y pensativa, comenzaba a creer que lo que le había dicho Akira era cierto, sobre todo porque a Rubius no lo había visto desde el día anterior, y estaba verdadermente preocupada por el mero hecho de la posibilidad de perder a la única persona que tenía.

Comenzó a desesperarse, este feo sentir la consumía cual fuego a papel, sobre todo ahora que estaba la influencia ajena de una persona que quería un montón.

Rubius llegó a casa, parecía estar en sus asuntos, despistado de su vida en casa, enfocado en tomar cosas de sus cofres y luego irse como ya era costumbre, pero ahora la pelirroja había tomado papeles, y le llamó.

─ Osi...to... ¿Podemos hablar?... ─ interrogó ella tímida, en voz baja, a lo que él pudo escuchar claramente, y la miró.

─ ¿Qué sucede?. ─ era cierto que tendría que irse nuevamente, pero haría lo posible para aparentar lo contrario.

─ ¿Dónde has estado?.

─ Mmh, lo sabes, en una misión de los guerreros. ─ ella frunció el ceño, y ahora que sabía lo que posiblemente significaban aquellas "misiones" le había molestado.

─ ¿Misiones?... ¿Con Vegetta?.

─ Obivamente, Nieves, es el líder. ─ agachó las orejitas, pero sin saberlo, lo estaba echando todo a perder, nada más hacía enojar más a la pelirroja.

─ Ah, vale, y... ¿Cómo os va en esas misiones?. ─ resaltó un la última palabra, intentando que este bruto se diera cuanta de lo que hablaba.

─... ¿Nieves, quieres decirme algo en especial?, tengo prisa. ─ y no es que quería ser chocante, pero ahora mismo tenía muchas náuseas, y estaba por vomitar, si no se iba al baño ahora, vomitaría en el piso.

─ Akira me ha dicho que tienes encuentros con Vegetta. ─ confesó finalmente, pero antes de que el rubio pudiese responder vomitó haciendo que la pelirroja retrocediera bastante, y asustada. ─ ¡Aaaahh, que asco!. ─ aparte de que también estaba preocupada por él híbrido. ─ Osito!.

Rubius se reincorporó, mirando con un gesto de asco el suelo.

─ Yo... lo siento... No quería hacer-

─ ¡Estás enfermo, Osito! No deberías ir más a misiones así de enfermo. ─ rodeó el vómito, el cual se encargaría de limpiar luego, pero ahora le tomó la temperatura al más alto poniendo una mano en su frente. ─ Debes ir a la cama, yo te prepararé algo.

El rubio asintió suavemente, quizás con eso la despistaría de lo que era realmente, y fue a la cama después de darse una ducha. Nieves había limpiado todo. Ahora mismo su mente había eliminado todo pensamiento negativo acerca de lo que hacía su esposo fuera de casa, tenía que cuidarle.

Nieves era inocente y despistada, quizás porque no siempre fue humana y no sabía los riesgos y factores de la vida, por lo que jamás sabría sola que nuevamente querían jugar con su cristalino corazón.

Rubius era un asqueroso cobarde y lo sabía, pasaba largas noches pensando en lo que haría para remediarlo, pero nunca llegaba a algún cabo. No quería romperle el corazón a la chica otra vez, pero el suyo ya estaba atado a otras cadenas.

─ Osito, ten... Te hice una sopita. ─ dijo la pelirroja entrando a la habitación junto a un tazón de sopa, Rubius le miró desde la cama, estaba metido en las sabanas desde hace un ratito. Hizo una pequeña mueca de disgusto, aunque no quería ser malo con ella, pero en este momento no tenía apetito para sopa.

─ Gracias, Nieves. ─ tomó el tazón y lo colocó sobre sus piernas ─ ... No tenías que preocuparte, estoy para trabajar afuera todavía. ─ y no podía quedarse mucho tiempo, ese día sería su primera revisión con el médico y Vegetta lo estaría esperando en unos minutos.

─ Claro que debo preocuparme, soy tu esposa, bobito. ─ sonrió y le dio un besito en la frente, luego se sentó a su lado, lo que hizo más difícil la huida para el chico, puesto a que sabía bien que Nieves no iba a querer irse fácilmente.

─ La verdad es que no tengo apetito ahora, a lo mejor después. ─ Miró la comida con algo de asco, uno que no podía fingir.

─ Yo quiero que... comas. ─ arrugó el entrecejo con enfado ─ Quiero hablar conti-go de algo importante.

Rubius bufó, no necesitaba esto, sabía de lo que quería hablar, y ahora no era un buen momento, lo que pudo corroborar cuando a su móvil llegó un mensaje insistente de Vegetta queriendo verlo, porque ahora que se daba cuenta, iba a llegar 20 minutos tarde.

─ Nieves, no es momento para hablar, tengo que irme a una misión ultra importante. Toma. ─ le entregó en tazón y salió de la cama, se puso sus zapatos y salió de ahí casi corriendo.

Nieves miró el tazón. ¿Qué estaba haciendo mal?. ¿Por qué se sentía tan invisible y menospreciada?. No quería seguir siendo la sombra de su marido, no quería tener que perseguirlo para recibir una mísera pizca de atención, no quería perder más su tiempo intentando verse bonita para esos 15 minutos en los que su esposo llegaba a casa, y luego se iba a "otra misión".
 ¿Por qué no podía ser valiente y decirle que quería algo más de él, que quería la verdad y su condena?. Se odiaba por ser tan tonta, sabía que lo estaba siendo, y mucho, pero su corazón le seguía tapando los ojos.

Una lágrima se le escapó.

Tenía miedo de quedarse sola otra vez.

No quería ser la segunda opción siendo quien llevaba su anillo.

Tiró con fuerza la porcelana al piso derramando su contenido y dejando un desastre. No lo limpiaría, ya no estaba dispuesta a aguantar un segundo de este infierno.

Escapó.

My Littler Chaos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora