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Lo acorraló contra la pared, y sin esperar mucho más, comenzó a dejar mordidas por todo su cuello, clavículas, y hombros. Gozaba del enrojecimiento de la piel pálida de su ahora Omega. Se concentraba más que nada en su propio placer, dejando que el celo que le corrompía por dentro se expresase, dejando escapar por fin aquellos deseos sexuales que había retenido por tanto tiempo donde hacía a Alex suyo, le marcaba.

El menor intentaba escaparse sin demasiada insistencia, porque quería un respiro para sentirse más suyo, pero no quería que Fargan lo soltara, estaba amando cada pequeño momento de placer a su lado.

Todo había pasado muy rápido del comienzo hasta acá, como si en un abrir y cerrar de ojos ya estaban unidos por una marca en el cuello de Alex.

Fargan tomó al Omega en brazos y lo llevó al mueble de la sala principal, donde la casa le pertenecía a Alex.
Volvió a acorralarlo, pero esta vez después de hacerse un espacio entre sus piernas y bajar la cremallera de su propio pantalón.

En la mente del medio búho sólo pasaban imágenes aceleradas y eufóricas de lo que ahora era su encuentro con el azabache. Estaba tan lleno de poder como de ocio, y necesitaba a toda costa descargarlo con su presa; y mordía varias veces su piel con fuerza, como para hacerlo sangrar.

Alex se quejaba, pero no podía hacer más que camuflar el dolor de cada perforación en su piel con placer.

─ F..Fargan. Para! Duele mucho!.

El mayor gruñó sin esperar a que el ajeno terminara de pedir un alto. No estaba dispuesto a acabar ahora, así que continuó dejando mordidas y chupones en el pecho del Omega, en sus pezones y sus hombros, para no dejar espacios en blanco mientras liberaba a su miembro de su ropa interior, y le deslizaba el boxer azul a Alex hasta el punto de dejárselo a media pierna.

─ ¡Joder, Duele! ─ gritó el azabache cuando fue penetrado, y sin tiempo de acostumbrarse también embestido con brusquedad ─ ¡No, para, duele mucho, por favor!. ─ el solo dolor lo hizo llorar, no encontraba mucho placer en esto, y se notaba bastante que él ajeno tenía la impresión contraria del asunto, porque no paraba y cada cuanto soltaba un suspiro de placer, aunque su Omega estuviera gritando que no quería más.

Lo tomó de la cintura apretandola con fuerza, y comenzó a dar fuertes estocadas. Su instinto pedía brusquedad, como si el ajeno no sintiese dolor, como si sólo fuese un muñeco sexual con el que podría entretenerse un rato largo.

─ ¡Por favor!. ─ pidió una vez más. ─ ¡Para, Fargan... duele... duele mucho!. ─ y es que con eso sólo alimentaba su motivo de continuar las fuertes estocadas, sin querer prestar más atención a las peticiones del azabache.

Finalmente, y después de un rato de embestidas se corrió, pero acá no terminaba, más bien, se podía decir que iban por la parte buena.
Al sacar su miembro, hizo que se diera vuelta para así poder levantar un poco sus caderas y regresar a introducir su miembro en la entrada del azabache, el cual estaba más que consciente de que intentar escapar sólo le dolería más.

Alexby se dedicó a morder con fuerza el cojín del sillón mientras ocultaba la cara en él. El dolor comenzaba a disipar, sin embargo en esa pose aún seguía siendo incómodo para él, destacando con ello que él era virgen en este rol del sexo.

Las manos de Fargan apretaban la cintura del azabache con tanta fuerza que su piel se pondría roja después.
El sonido del chapoteo también comenzaba a ser más evidente.
Las repeticiones volvían a ir desde la lentitud hasta la mayor rapidez y fuerza en embestidas.

─ ¡Ah! ─ Alex terminó corriendose por primera vez.

Fargan se corrió por segunda vez.

Todo acabó. Ambos se quedaron a descansar en el mueble un largo rápido. Alex estaba temblando un poco, pero estaba feliz de haber conseguido al Alfa si se quería.

My Littler Chaos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora