7.

5.6K 805 139
                                    

─ Vegetta, soy yo, Willy. ─ llamó cierto albino desde la entrada de la casa del azabache, quien supuso que estaba ahí, y sí, había cruzado la muralla con su chocobo. Hace unos días que no veía a Vegetta y le echaba un tanto de menos, además tenía que hablar con él acerca de unos asuntos.

Vegetta no se tardó demasiado en aparecerse en la puerta frente a Willy, saludándole principalmente con una sonrisa. Sabía que esa muralla no servía de nada desde que consiguieron obtener chocobos, así que no se tomaría la molestia de enfadarse.

─ Gille, que sorpresa que estés aquí. Pasa. ─ no esperaba para nada visitas, pero qué agradable era verle la cara a un buen amigo suyo.

Poco después ambos se encontraban en la sala principal, Willy había tomado asiento en uno de los sofás, pero Vegetta se quedó parado, ya que pretendía ofrecerle algo antes de relajarse totalmente.

─ ¿Qué te trae por acá?. ─ interrogó entonces.

─ Pues, me ha agradado la idea de venirte a visitar un ratillo, espero no molestar. ─ contestó con una sonrisa pequeña.

─ No hombre, para nada, de hecho, ya me hacía falta socializar un poco... ¿Puedo ofrecerte algún refrigerio? ¿Galletas tal vez?.

─ Sí, unas galletas suenan muy bien.

─ Vale, no me tardo nada en traerlas. ─ luego de ello se dirigió a la cocina a buscar un paquetito de galletas, y aprovechando, también una taza de leche, ya que lo vio como una buena combinación.

Willy pensaba cada vez más en atreverse a decirle todo, justo en ese momento, pero era realmente difícil cuando sus labios no colaboraban, por los que se mantuvo en silencio hasta que Vegetta tomó la palabra nuevamente.

─ Aquí tienes tus galletas, y un poco de leche para que acompañes. ─ entonces tomó asiento junto al albino.

─ Gracias. ─ tomó una galleta, después miró al mayor, quien permanecía esperando ahora un comentario de su parte, de lo que sea, pero que fuera rápido y rompiera ese silencio incómodo tan extraño que repentinamente se forjó en medio de ellos.

─ ¿Te noto nervioso o soy sólo yo?.

─ ... ¿Cómo están las cosas contigo? He escuchado que tu mujer se ha ido de la casa... ¿Todo bien? ─ no quería admitir que sí estaba nervioso, así que desvió una pregunta con otra, pero con esto sólo hizo formar una mueca de fastidio en la cara del azabache.

─ No... ─ fue tan poco trochante con su respuesta que Willy incluso pensó que había preguntado algo demasiado malo, lo que le asustó un poco.

─ Perdón, no debí- ─ fue interrumpido.

─ No, está bien, he querido hablarlo con alguien antes. ─ respiró profundo haciendo una pequeña pausa ─...  Akira me ha pillado engañándola.

─ ¿Qué tú has hecho qué? ─ bien, quizás no le impresionaba del todo que haya engañado a su mujer, porque desde el principio siempre supo que Vegetta no tiraba demasiado para ese lado de la cancha, lo que le molestaba era que hubiera otra persona, y que volvió a llegar tarde ─ ¡Vegetta, eso está muy mal!.

─ ¡Lo sé, y me siento culpable hasta el hueso, pero ya ha pasado, y no me sentía bien con ella! ─ contestó en el mismo tono que el albino, y este negó con desaprobación.

─ No me lo creo, de tí no me lo creo... eso es de puercos, Vegetta. Deberías sentirte mal por tí mismo. ─ Pero era hipócrita venir a decirle aquello, porque entre todo, él hubiera querido ser el suertudo amante.

─ Willy, por favor, ponte de mi lado un ratito... ya tengo suficiente con la mitad del pueblo mirándome con desprecio cada que voy a algún lugar. Me siento tan rastrero... No quiero salir de mi casa. ─ agachó la mirada avergonzado.

─ Dime ... ¿Quién es el otro?. ─ bien, intentaría dejar de abochornarlo en su propia casa.

─ ¿Por qué "él" en específico?.

─ Te conozco, tonto. ─ sonrió, cosa que no fue correspondida.

─ Rubius. ─ su rostro se pintó de rojo sólo con decir eso en voz alta, mucho más frente al compañero con el que siempre pensó existía cierta química.

Willy frunció el ceño bastante ofendido y ahora colérico. ¿Cómo fue tan bajo como para mantener relaciones con un asqueroso como lo era Rubius?. Tenía muchas ganas de abofetearlo y ordenarle que se alejara de él, pero sabía bien que no venía para eso, aunque ya no pudiera dejar de pensar en esa tragedia, le había cagado el año entero con tan sólo esa noticia.

─ No Vegetta. No me lo creo. Qué asco, tío. ¿Cómo pudiste acostarte con el nuevo? ─ no paraba de desaprobarlo, y sentir repulsión y odio hacia cierto híbrido.

─ Lo... siento, perdóname tú. ─ ya no le quedaban más palabras para arreglar las cosas con Willy conforme a este tema, simplemente quería que la tierra se lo tragara o algo por el estilo, ya después de eso no le quedaba una pizca de moral, seguramente ya los guerreros no le harían caso, como siempre.

Y menuda sorpresa lo que pasó, ya que Rubius mismo se encontraba en la puerta de la casa, dispuesto a hablar con Vegetta sobre un tema en particular.

My Littler Chaos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora