Margarita
Ya había pasado un rato desde que había hablado con Luis. Cogí lentamente las muletas que estaban cerca de mí. A ciegas, me acerqué hacia la pared donde estaba el interruptor de luz. Cuando esta se encendió, hirió mis ojos como si los rayos del sol estallasen en mil pedazos.
«¡Dios!», pensé. Quise taparme los ojos, para que la luz del foco no les hiciera daño pero, al tenerlas ocupadas con las muletas, no pude hacerlo. Si bien mi dolor de cabeza ya se estaba disipando, parecía que aún había dejado estragos de la fotofobia en mí.
Escuché un leve crujido en mi puerta. Seguro que era Napoleón tocando para que lo dejara pasar. Como pude, le abrí. Estaba muy atento, sentado frente a mí, con el plato de su comida en el hocico mientras movía ansioso la cola. Dejó el platillo sobre el suelo y emitió un leve bufido de reclamo.
—Así que tienes hambre, ¿eh?
Volvió a coger su plato. Dio un par de vueltas alrededor de mí.
Después de darle de comer, un sonido me interrumpió: el timbre del departamento. Fui a ver quién había venido, aunque ya intuía quién podía ser.
En ese instante, Napoleón dejó de comer. Me observó y emitió un leve ladrido a modo de queja. Otra prueba más de que no había duda de que era Luis el que acababa de llegar.
—¡Vamos, no te pongas así!
Él no me hizo caso. De nuevo, ladró y se acercó a mí, ansioso.
—Sé que no te cae bien, pero creo que ya es hora de que aprendas a sobrellevarlo, ¿no crees?
Volvió a ladrar, pero esta vez su ladrido estuvo acompañado de un gemido lastimero. Se echó al piso con su cara pegada a este y puso sus ojos de cordero degollado, observándome de reojo.
—¡Oh, vamos!
Pero él no pareció animarse, solo emitió otro quejido.
Ignorando sus quejas, me dirigí a la sala. Cogí el intercomunicador y, aunque sabía quién era, no estaba demás cerciorarme de ello. Antes de que pudiera preguntar quién era, una cálida voz me interrumpió:
—Margarita, ¿cómo estás vestida?
—¿Eh?
—Te pregunto, ¿cómo estás vestida?
—Tengo un buzo deportivo, de los de siempre. Como no me dio tiempo de ponerme algo más formal para la boda, antes de dolerme la cabeza...
—Ok, subo inmediatamente —me interrumpió. Sonaba ansioso—. No hay tiempo que perder. Ábreme la puerta, por favor. ¡Rápido!
¡Todo esto me parecía bastante extraño! Iba a preguntarle qué se traía entre manos, pero decidí hacerlo luego.
Después de presionar el botón que permitía que Luis ingresara al edificio, abrí la puerta y esperé con paciencia, sentada en uno de los sofás, a que mi enamorado hiciera su aparición. No tuve que aguardar mucho. Ni bien lo vi cruzar por el umbral de la puerta, tuve ganas de levantarme del sillón y abrazarlo efusivamente, pero no fue necesario. Luis hizo lo propio conmigo. Cerró la puerta se acercó y me abrazó muy fuerte, como si no nos hubiéramos visto en siglos.
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El secreto de Margarita [Saga Margarita 2] - [GRATIS]
ChickLitContinuación de «Decídete, Margarita» (la cual la encuentran en mi perfil). No recomiendo leer esta parte sin haber leído su antecesora. ****** Luego de que Margarita y Luis se reconciliaran, y del gran error que ella cometió esa noche -producto de...