Margarita
Suspiré profundo. Aun cuando me sentía intimidada por la férrea mirada de mamá, resolví que no iba a darme por vencida.
—No veo problema alguno —afirmé, tratando de parecer segura—. Ni que yo fuera una reina o algo parecido.
—Pero es solo un hombre que te trae el gas. No deberías tener tanta confianza con gente así.
Me justifiqué que había querido hervir el agua. Pero al haberlo intentado dos veces más, sin éxito alguno, creía que no había gas. De ahí que había llamado a un vendedor, mas luego me había cuenta de que la perilla del balón de gas no estaba levantada. Finalmente, «había llamado de nuevo al servicio de gas para anular mi pedido y disculparme por las molestias». No sé si mi madre se tragó semejante cuento, pero confiaba en que así fuera.
De cuando en cuando me miraba fijo. Hizo hincapié, de nuevo, en que no debía tener tanta cercanía con personas ajenas a mí, menos tutearlos y demás.
—¿Quieres dejar el asunto, porfa? —dije mientras terminaba de tomarme la pastilla que me había traído.
—Está bien, Margarita... Cambiando de tema, ¿qué quieres para cenar? Ahora que estás enferma, mereces que te consientan. Hace tiempo que no lo hago, desde que te casaste con César.
En ese momento, concluí que una gran torta de fresa me caería muy bien. De pronto, la idea de comer este dulce con Luis hizo que tomara una decisión:
—¿Sabes qué? Tengo una idea mejor —hablé con una gran sonrisa.
✿ ✿ ✿ ✿ ✿ ✿ ✿
Luis
Eran las ocho de la noche. Yo estaba en mi casa.
Tres chicos del grupo de rap (Pablo, Iván y el Chino) más con otros amigos de la universidad nos habíamos reunido en mi sala. Mis primos (Maribel y Bruno) y sus papás (mi tío Adolfo y su esposa) también habían venido a visitarme. Él era el ricachón por parte de mi familia materna.
Sonaba música de moda en mi sala a medio volumen. Mi papá aún no había bajado a saludar a los invitados. Él recién se estaba duchando, ya que acababa de llegar de hacer unos trámites. Mamá y Ada estaban en la cocina, preparando todo lo relativo a la cena, bocaditos y mi torta de cumpleaños. Memo y mi primo Bruno estaban jugando a la PlayStation en mi cuarto.
—Oye, ¡tu prima está buenaza! —me dijo Iván en voz baja mientras no le quitaba la vista de encima a Maribel. Ella estaba sentada al frente de nosotros—. A partir de ahora te diré «cuñado». Preséntamela pues, compadre.
—Ni se te ocurra.
—Vamos, no seas celoso.
—No me refiero a eso.
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El secreto de Margarita [Saga Margarita 2] - [GRATIS]
ChickLitContinuación de «Decídete, Margarita» (la cual la encuentran en mi perfil). No recomiendo leer esta parte sin haber leído su antecesora. ****** Luego de que Margarita y Luis se reconciliaran, y del gran error que ella cometió esa noche -producto de...