Margarita
Varios días transcurrieron desde el incidente del hospital. El señor Villarreal pudo recuperarse, para alivio de su familia, aunque tuvo que quedarse en observación hasta la siguiente semana. Cuando él fue dado de alta y ya se encontraba en su casa, su esposa salió porque se había olvidado unas cosas en el hospital, dejando a sus hijos al cuidado de su padre.
Aprovechando que su papá estaba dormido debido a los calmantes, Luis me pidió ir a su cuarto para conversar en privado. Yo guardaba la leve esperanza de que me informara de que no iba a viajar a Arequipa, pero...
—No quería abordar esto porque estábamos con lo de mi papá y no tenía cabeza para pensar en otra cosa, pero...
Me miró aprensivo mientras soltaba mi mano izquierda, me daba la espalda y se sentaba sobre su cama. ¿Sería un mal presagio? ¡Por favor, que no fuera lo que más temía!
—Sé que estuvimos peleados —Luis añadió— y no hemos tenido oportunidad de estar solos como antes, pero... —me atravesó con aquellos brillantes ojos que siempre sabían ver dentro de mi alma—. Ahora que siento que es el momento, puedo preguntarte ¿todo bien con nosotros dos?
Sentí un retorcijón ácido y caliente en mi interior.
—¿A qué te refieres?
La garganta me quemaba tanto que tuve que tragar saliva para aliviar el algo siquiera.
—No sé cómo explicarlo, pero te noto distraída, pensativa...
—Tampoco es que hubiera motivo para que estuviéramos de juerga, digo. —Sonreí, nerviosa—. No nos hemos visto desde esa vez que fui al hospital.
—¡Obvio! —Él hizo una mueca—. Pero —frunció el ceño y me sostuvo la mirada de tal manera que mis piernas temblaban—, ¿de verdad nos hemos reconciliado?
Tragué saliva al tiempo que me senté en la primera silla disponible.
—¿Qué...? —Bajé la vista porque si permitía que Luis me siguiera escudriñando bajo su mirada, no sabía por cuanto tiempo más podría continuar con esta farsa—. ¿Qué es lo que quieres decir?
—Desde que nos arreglamos, hemos estado hablando por teléfono como antes (te agradezco que me llamaras a diario para saber cómo estaba mi papá) pero ¿cómo explicarlo? No, «distraída» no es la palabra —meneó su cabeza—, sino más bien «cortante». Eso es: estás muy cortante, Margarita.
Luis se levantó de la cama y se acercó hacia mí. Con cada paso que daba, la presión en mi interior se acentuaba.
—¿Hay algo que deba saber?
Abrí los ojos de manera amplia. Alcé la vista para contemplarlo, casi por inercia, pero de inmediato la desvié.
—No sé de qué me hablas. ¿No habíamos hecho las paces ya? —pregunté mientras mi corazón latía sin parar. Sin anticiparlo, percibí los dedos de Luis sobre mi mentón para obligarme a contemplarlo.
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El secreto de Margarita [Saga Margarita 2] - [GRATIS]
Romanzi rosa / ChickLitContinuación de «Decídete, Margarita» (la cual la encuentran en mi perfil). No recomiendo leer esta parte sin haber leído su antecesora. ****** Luego de que Margarita y Luis se reconciliaran, y del gran error que ella cometió esa noche -producto de...