✿ Capítulo 6 ✿

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Luis

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Luis

Ni bien mi hermana cerró la puerta de mi habitación, esperé breves segundos.

—Luis... —dijo Margarita, pero le indiqué con un gesto de los dedos que se callara.

Rápido, volví a abrir despacio la puerta y salí. Quise asegurarme de que la bruja estuviese bien lejos de nosotros. Caminé de puntillas hacia la escalera. Distinguí justo cuando mi hermana estaba entraba a la cocina. Todo estaba marchando a la perfección.

En cuestión de segundos, ya estaba de vuelta al dormitorio de Ada. Ni bien crucé el umbral de la puerta y la cerré, me dirigí donde Margarita.

—¿Ya? —Me miró con sus ojos ansiosos—. ¿Qué estabas buscan...?

No le di tiempo de terminar. En un santiamén me coloqué a su lado.

Mis dedos izquierdos empezaron a esculpir su cuello, sus mejillas, su pelo, mientras mis labios devoraban cada centímetro de los suyos. Mi mano derecha recorría su espalda y su cintura con delicadeza, luego con fiereza. De pronto, cuando menos me di cuenta, la temperatura corporal de mi cuerpo empezaba a subir al tiempo de que mi pecho se aprisionaba cada vez más al de Margarita.

La combinación de vodka y de jugo de naranja, que con mis amigos habíamos decidido tomar en mi cuarto, me estaba afectando. Mis manos estaban debajo de su vestido, deleitándose con el tacto de su piel, más suave que la seda, más adictiva que la miel, más peligrosa que el Tártaro. Ya antes había tocado ahí decenas de veces, era cierto; pero, sería por lo peligrosa de la situación, por el incremento de la pasión, por el dolor que me provocaba en mi ropa la excitación, que no me detuve ni un poco. Al contrario, cada vez más, más y más, mi cuerpo se empujaba al de ella, en un ritmo tempestuoso al que nadie podría ya poner freno.

No me importaba que estuviéramos en mi casa o que alguien pudiera sorprendernos. Yo simplemente era un loco impulsivo que solo sentía y se dejaba llevar por las ansias que tenía por estar un rato a solas con la mujer que quería.

—¿No crees que debes contenerte un poco? —dijo Margarita con una leve sonrisa.

Echó para atrás su cabeza, con un gesto de satisfacción por el momento tan íntimo que nos dedicábamos. Estaba contento de prodigarle un poco del amor por ella que tanto me contenía y que quería gritar. Soltó un ligero gemido cuando nuestros cuerpos empezaron a rozarse, como si la ropa nos ardiera, nos prendiera, nos perdiera. En momentos así, nada valía más que solo continuar... más y más. No obstante, cuando el roce de mi piel tocó el de su bota de yeso, me di cuenta de que debía parar... por el momento.

Estábamos echados sobre la cama de mi hermana, la cual olía a rosas, el escenario perfecto para estar con mi enamorada.

—¿Te desagrada? —indiqué separándome un poco de ella.

El secreto de Margarita [Saga Margarita 2] - [GRATIS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora