Luis
Cuando le dije a Margarita que su amiga había venido, se levantó de forma abrupta de su cómodo descanso.
—¡¿PAULA?! —preguntó al tiempo que abría ampliamente sus ojos.
Su pelo parecía el resultado de un electrocutamiento. ¡Qué linda se veía así recién despierta!
—¿Ella no era quien se iba a casar ayer? —dije, incrédulo.
Todavía no estaba convencido de lo que había visto. Pero, si hacía memoria, la mujer que había avistado era la misma pelirroja que nos había interrumpido semanas atrás, cuando Margarita y yo estábamos discutiendo en la calle.
—Una bajita —añadí—, un poco subida de peso, con los ojos achinados, de pelo rojizo, que me recordaba a Magaly Medina(1) por lo chismosa y entrometida que era.
—Pero... ¿estás seguro de que es ella? —indicó mientras se recogía el pelo con una liga. Se acomodó para subir a su silla de ruedas, que estaba al costado de su cama.
—Todavía recuerdo que parecía divertirle mucho nuestra pelea de esa vez, ¿te acuerdas? —Ella asintió—. ¿A qué se dedica?
—Es secretaria en una empresa de fabricación de productos lácteos o algo así.
—¿En serio? Pensé que era periodista de espectáculos del Trome(2).
Soltó una carcajada. Luego me pidió que la ayudara a vestirse. Cuando le alcancé el intercomunicador para que confirmara por sí misma que su amiga la buscaba, parecía que alguien estaba gritando a través de aquél.
—Maggi, ¡ábreme, por favor! ¡Necesito hablar contigo! —Oí con nitidez.
De manera imaginaria, observé que los tímpanos de Margarita salían despedazados de sus oídos e iban a parar al suelo, con una mancha de sangre sobre él. ¡Caray! ¡Cómo gritaba la mujer!
Margarita
—Bueno, creo que las comadres deben hablar.
Luis abrió la puerta principal y la dejó junta. Me dio un beso en la frente y se dirigió a mi dormitorio.
—¿Te vas? —pregunté, algo apenada.
Volteó a mirarme. Regresó hacia donde yo estaba y se hincó para estar frente a mí. Tenía la mirada cansada, producto de despertarse de manera repentina.
—Si te soy sincero, las charlas de mujeres me aburren.
Sentí una leve espinilla dentro de mí, pero esta de inmediato se desvaneció. En estos aspectos Luis era tan típico como cualquier otro hombre que yo conocía, así que no debería sorprenderme. Aparte de que, todavía era bastante temprano. El reloj de mi sala indicaba las 04:44 am.
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El secreto de Margarita [Saga Margarita 2] - [GRATIS]
ChickLitContinuación de «Decídete, Margarita» (la cual la encuentran en mi perfil). No recomiendo leer esta parte sin haber leído su antecesora. ****** Luego de que Margarita y Luis se reconciliaran, y del gran error que ella cometió esa noche -producto de...