Margarita
Luis comenzó a acercarse. Sus pasos resonaban tanto, que casi destrozaban mis tímpanos. Cuando volvió a sentarse encima del sofá, que estaba al otro lado de la sala, era tanta la carga de vergüenza que tenía sobre mí, que agaché mi cabeza. No me atrevía a observarlo a sus ojos, aquellos que hasta hacía poco me habían prodigado tanto amor, pero que, ahora, no necesitaba contemplarlos para imaginarme que me miraban con rabia y decepción.
—Me quieres decir... ¿qué significa esto? —preguntó con un tono que nunca se lo había escuchado. Le costaba pronunciar las palabras, mascullándolas con lentitud para no atragantarse con ellas.
No pude responderle. El silencio reinó al ambiente durante unos segundos. Mi vista estaba clavada en el piso, el cual parecía que, en cualquier momento, se quebraría bajo mis pies.
—¿Acaso no me vas a responder? ¿Qué significa esto, Margarita?
Todavía no era capaz de contestarle. La vergüenza de verme descubierta me impedía emitir palabra alguna.
¿Qué le diría a Luis? ¿Que había deseado quedar embarazada para competir con su exenamorada? ¿Que tenía celos de una niña que todavía no nacía y que quería atarlo a mi lado? ¡Imposible! Si lo hacía, seguro que me abandonaría y repudiaría peor que cuando lo hizo con su ex...
Pero ¿qué podía decirle para salir bien librada? ¿Que había tenido un simple atraso? ¿Se tragaría ese cuento? Porque de ser así, habría yo actuado con normalidad y no sería coherente con mis mentiras. Luis era muy perspicaz para darse cuenta de cualquier cosa que pasaba desapercibida para muchos.
—¡Margarita! —insistió, alzando la voz; era la primera vez que lo hacía, tanto que sus palabras y sus pasos hacia mí me oprimían el cerebro—. Me vas a responder qué está pasando aquí, ¿sí o no?
Cuando menos me di cuenta, ya lo tenía frente a mí, a pocos centímetros, sentado a un costado de la mesita de la sala, donde meses antes me había declarado que me amaba, pero ahora me confrontaba para descubrir mi engaño.
¡Dios mío! No se me ocurría qué contestarle... ¡¿Qué podría hacer?!
Sentí que algo áspero tocó mi mano. Era Napoleón, quien estaba lamiéndola. Por un santiamén, toda la desesperación que tenía se fue. Suspiré de alivio y le acaricié la cabeza.
Con la tensión aliviada brevemente, me armé de valor. Alcé mi mirada. Y ahí estaba Luis, con sus bellos ojos marrones, que hacía tiempo atrás me habían contemplado con adoración, pero que ahora solo me transmitían decepción.
Suspiré profundo. Tuve que hacer un gran esfuerzo para hablar:
—Lo... lo siento —dije casi en un susurro.
—¿Lo sientes? —Hizo una mueca de desagrado mientras me observaba con rabia—. ¿Cómo que lo sientes?
No fui capaz de responderle. Sus ojos despedían tanta furia hacia mí, que me era imposible mirarlo. Agaché la cabeza por la tristeza de saberme la causante de ello y de sospechar que, desde ahora, lo perdía para siempre.
ESTÁS LEYENDO
El secreto de Margarita [Saga Margarita 2] - [GRATIS]
ChickLitContinuación de «Decídete, Margarita» (la cual la encuentran en mi perfil). No recomiendo leer esta parte sin haber leído su antecesora. ****** Luego de que Margarita y Luis se reconciliaran, y del gran error que ella cometió esa noche -producto de...