✿ Capítulo 3 ✿

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Luis

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Luis

¿Margarita en mi casa? ¿Se había animado a venir por mi cumpleaños. ¡Dios mío! Simplemente... ¡no-lo-podía-creer!

—Lucho, ¿adivina quién vino? —preguntó Ada después de soltar a mi enamorada de su abrazo—. Sabes quién es, ¿no?

—Por... —Tragué saliva—. Por supuesto.

—Hola, Luis. ¡Feliz cumpleaños! —dijo Margarita mientras me sonreía.

Mi enamorada me contemplaba con un gran brillo en sus ojos, en una de sus típicas miradas traviesas. Llevaba un vestido blanco con pequeñas flores amarillas. Se había hecho un pequeño moño y unos flequillos caían sobre su rostro. Tenía un bonito collar de plata con unos aretes que hacían juego. Lucía más hermosa que de costumbre. Yo estaba idiotizado de solo verla...

—Lucho... —dijo Ada.

—¿Ah? —Dejé de mirar a Margarita por un breve segundo.

—¿Quieres no ser tan descortés con mi amiga y responder a su saludo? —me ordenó mi hermana.

—¡Oh, claro!

Me acerqué hacia Margarita. La abracé de manera efusiva y ella hizo lo propio conmigo. Sin embargo, no solo quería acunarla en mis brazos; ansiaba llenarla de besos y de caricias, pero tenía que contenerme a como dé lugar.

—¡Feliz cumpleaños, Luis! —repitió mi enamorada en voz alta.

—Gracias.

—¿Te gustó la sorpresa? —susurró en mi oído.

—Me encantó —le contesté.

Tuve que aguantar las ganas que tenía de darle un beso en su oído. Me alejé con lentitud de ella mientras cogía de su mano una bolsa de regalo.

—Feliz cumpleaños, muchacho —dijo la madre de Margarita con una bolsa rectangular en la mano, de esas que solían usarse para los vinos.

El saludo de la señora me sacó de mi estado de estupor. Cuando la observé bien, me di cuenta de que había algo en ella que me intimidaba.

Era una mujer de mirada seria, pero cortés. Tendría alrededor de unos cincuenta y cinco años. Físicamente se parecía a su hija, sobre todo en la forma pequeña de los ojos de Margarita. Pero, a diferencia de ella, la señora tenía el pelo ondulado. Si bien ya la había visto antes, cuando Diana vino a mi casa para contarme de su embarazo, era la primera que la tenía tan cerca de mí.

Sería por la situación en la que me encontraba, que experimenté un pequeño nudo en el estómago, el cual me provocó que tragara saliva.

—Gracias, señora —dije con nerviosismo.

—¿Solo vas a decir eso, Lucho? —acotó Ada.

La miré, con los ojos ensanchados. ¿Qué más iba a hablar? ¿«Muchas gracias, suegrita, por acordarse de su yerno favorito»? ¡No me jodas, bruja!

El secreto de Margarita [Saga Margarita 2] - [GRATIS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora