Luis
—Bueno, Lucho, ¡aquí vamos!
Era viernes por la noche. Me estaba alistando para sorprender a Margarita.
Después de conversar con Pablo y pensarlo mucho, llegué a la conclusión de que yo la había jodido. Quería arreglar las cosas con ella a como dé lugar.
Mi primer impulso fue ir a su departamento al día siguiente de mi charla con mi amigo; pero, a diferencia de antes, resolví esperar. Quería meditar bien las palabras que le diría y las acciones que haría. No quería cagarla como antes.
Se me había ocurrido llevarla a cenar a donde ella quisiera. Si se le antojaba ir a otro lugar, la complacería. Lo ideal era salir a pasear un día en el que Margarita no tuviera que despertarse temprano al día siguiente, así que decidí ir a su casa ese viernes. Pero, antes de esto, yo le pediría disculpas.
Anoté en un papel lo que yo le diría; desde un «Perdóname» hasta «Te apoyaré en todo» se podían leer en una lista de oraciones tachadas y otras acompañadas con un check. Las que habían sido desechadas eran ridículas y, aún en una situación como esta, no me veía capaz de formularlas.
«Estas huevadas solo las dicen los tipos cursis que hacen de galanes en las telenovelas que ve mamá», me dije antes de tacharlas.
Luego de releer por última vez lo que yo había escrito, guardé el papel en mi billetera. Hice un repaso mental de que todo estuviera listo para mi reconciliación con Margarita:
—Llaves del carro de mi padre: listas.
Asentí.
—Dinero para mis gastos: listo.
Guardé mi billetera.
—«Disfraz» (entiéndase por ropa formal): listo.
Me acomodé el cuello de la camisa.
—Colonia preferida de Margarita: lista.
Agaché la nariz para olerme el cuello.
—Pack de preservativos: listo.
Retiré mi billetera para guardarlo ahí.
—Tarjeta grande, en la que en la carátula un oso dice «Perdóname, te quiero», junto a otro oso de peluche: listos.
Volteé en dirección a la mesa en donde ambos estaban colocados.
—¿Tengo que llevar estas huevadas? —me dije antes de colocar la tarjeta y el peluche encima de mi cómoda—. ¡Pareceré un tipo cursi!
Ahí recordé que Pablo me había sugerido comprarle la tarjeta y el peluche, cuando le conté que Margarita era muy cursi y romántica.
«Le gustan los osos, pero no tengo que caer tan bajo llevándole estas huevadas», pensé mientras observaba al peluche y a la tarjeta por última vez. En ese momento, la puerta de mi cuarto se abrió.
—Lucho, ¿tienes un segundo?
¡Era la bruja!
—Oe, ¿no puedes tocar primero? Puedo andar desnudo...
—O quizá te sorprendo viendo porno —me interrumpió. Se carcajeó.
—¡No jodas! Habla de una vez, ¿qué quieres? Que estoy de salida.
— ¿Vas a salir con tus amigos?
—Algo así. Dime, ¿para qué me estás buscando?
—Bueno, necesito hablar urgentemente con alguien y... pensé en ti.
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El secreto de Margarita [Saga Margarita 2] - [GRATIS]
Chick-LitContinuación de «Decídete, Margarita» (la cual la encuentran en mi perfil). No recomiendo leer esta parte sin haber leído su antecesora. ****** Luego de que Margarita y Luis se reconciliaran, y del gran error que ella cometió esa noche -producto de...