Margarita
—Maggi, si tú supieras lo que tengo que contarte —dijo Ada entornando los ojos.
—Ya estamos solas, ¿no? Aquí podemos hablar de ese secreto.
Ambas nos encontrábamos en su dormitorio.
Luis, muy gentil, me había llevado en sus brazos hacia el cuarto de su hermana. Como le habíamos adelantado, queríamos estar a solas. Él se había ofrecido de fungir de vigilante para que nadie más nos espiara. Ada lo objetó, señalando que esta charla solo correspondía a las mujeres, pero él insistió en quedarse diciendo que vestiría una falda. Finalmente, sin dar tregua en esta transacción fraternal, mi amiga fue bastante enfática («¡Lárgate y déjanos en paz!»). Así que, a mi enamorado no le quedó otra cosa que irse del cuarto.
—Uhm... espérate un segundo —susurró ella—. Aún no estamos solas.
Ada se levantó de la silla. Cuando abrió la puerta, lo que ella sospechaba era cierto, para mi mala suerte y de quien nos espiaba: ¡Luis nos había estado escuchando detrás de la puerta!
—¿Qué haces aquí, enano?
Él me observó. En su rostro se veía que no había querido ser descubierto.
—Quería saber si se les ofrecía algo más. Quizás Margarita tiene sed y...
—¡Largo! —le dijo Ada, indicándole las escaleras.
—Bien, me voy, pero solo cuando te conviene me buscas, bruja.
—¿Y qué vas a hacer aquí? Margarita y yo necesitamos conversar a solas, como en los viejos tiempos, así que tú estás sobrando.
—Ok, ok. Lo que tú digas.
Antes de irse, él me guiñó el ojo derecho dos veces. Supe que era una señal de que, lo más probable fuera a buscar la forma en que estuviésemos juntos en alguna oportunidad, tal y como lo habíamos planeado.
Cuando se cerró la puerta, aún estaba divertida por lo que había ocurrido, pero las palabras de Ada hicieron que ese ánimo se me fuera en un santiamén:
—No me gusta nada cómo te mira Lucho. Creo que está loquito por ti.
¡Dios mío! ¿Ada sospechaba? Tragué saliva.
—¿De qué hablas? —pregunté arrastrando las palabras.
—¿No te has dado cuenta? En toda la noche, mientras hablábamos, no te ha quitado la mirada de encima.
—Bueno, no sé... —dije mientras negaba con la cabeza.
—Ya me había dado cuenta antes, cuando los dos vinieron a la casa el día que se reencontraron. Pero lo de hoy es bastante demostrativo.
Volví a pasar saliva, pero no supe qué más decir.
—¿No te percataste cuando viniste esa vez, cómo él te lanzaba piropos tan descaradamente, tanto que mamá tuvo que llamarle la atención?
ESTÁS LEYENDO
El secreto de Margarita [Saga Margarita 2] - [GRATIS]
ChickLitContinuación de «Decídete, Margarita» (la cual la encuentran en mi perfil). No recomiendo leer esta parte sin haber leído su antecesora. ****** Luego de que Margarita y Luis se reconciliaran, y del gran error que ella cometió esa noche -producto de...