Margarita
—Ni yo misma lo sé —acoté sin pensarlo mucho—. Solo sé que llevo un retraso...
—¿Desde cuándo?
—Hace dos semanas.
—¡¿Dos semanas?! —dijo abriendo grandemente los ojos y llevándose las manos a la cabeza—. ¡¿Dos semanas?!
La cara de espanto que puso era como si hubiera visto a un fantasma.
—Pero... no entiendo —prosiguió—. Si tienes un retraso y la prueba ha salido negativa, ¿qué carajos está pasando aquí?
—Pues no sé —contesté. Me encogí de hombros y lo miré, triste. Y fue ahí que recordé lo de la sensibilidad del test y de la poca fiabilidad que podría tener el mío—: He escuchado que las pruebas de embarazo a veces no son 100% eficaces —añadí casi arrastrando las palabras.
—¿NO LO SON? —dijo blanco como la luna—. ¡Mierda!
Caminó alrededor de la sala. Se apoyó en la ventana mientras seguía maldiciendo no sé cuántas veces más.
En ese instante, en una acción que transcurrió como una cámara lenta, golpeó a la pared con su puño izquierdo varias veces. Me sorprendió, porque nunca lo había visto tan agresivo. Pero esto no fue lo peor, porque con esto me provocó una sensación que nunca había experimentado delante de él: miedo, y no por temores pasados, sino un auténtico pánico por lo que él pudiera hacerme a mí... o quizá a mi supuesto bebé.
¿Tanto le molestaba el supuesto hecho de ser padre de un hijo mío? ¿Tanta era su decepción, a pesar de que podría comprenderlo hasta cierto punto, que estuviese preocupado por la situación tan delicada por la que estábamos pasando? Si él, al final, había aceptado de buena gana ser padre del hijo de su ex, ¿por qué no hacerlo conmigo? ¿Significaba más para él su hija no nacida que un hijo conmigo? ¿Supuestamente no decía que me adoraba? ¿O era que, en realidad, no estaba tan enamorado de mí como me había dicho el día en que se me declaró?
No... ¡Esto no podría estar pasando! ¡No, en serio, no!
Al ver cómo seguía maldiciendo y golpeando a la pared, algo dentro de mí se quebró. La espina que había estado clavándose en mi corazón terminó por hundirse más, tanto que creí que explotaría. Tuve unas ganas inmensas de llorar, pero me contuve. Saqué fuerzas de no sé dónde para controlarme y no demostrar flaqueza delante de él. Ya no.
Llegué a una cruel conclusión: desde un comienzo, yo me había dejado arrastrar por la ilusión y esperanza que Luis me había mostrado cuando nos reencontramos. Pero ¿esto era suficiente? ¿Hasta qué punto lo conocía? ¿Solo del lado bueno que había querido enseñarme? ¿Y qué ocurría con todo lo negativo que él ahora me mostraba? Su rabia, su desazón, su ira... Y lo peor de todo, lo que esto provocaba en mí, celos, envidia y egoísmo hacia su ex y su hija no nacida, pero sobre todo, dolor por ver a mi orgullo herido, dando pie a una soberbia que nunca antes había conocido en mí.
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El secreto de Margarita [Saga Margarita 2] - [GRATIS]
Chick-LitContinuación de «Decídete, Margarita» (la cual la encuentran en mi perfil). No recomiendo leer esta parte sin haber leído su antecesora. ****** Luego de que Margarita y Luis se reconciliaran, y del gran error que ella cometió esa noche -producto de...