—¿Escuché bien? ¿Estás embarazada de Luis?
Cerró la puerta del baño. Su Wan se dirigió directo al lavadero y abrió el caño. Cuando terminó de lavarse, volteó su rostro y me observó con atención.
—Debí haber adivinado que Luis salía con alguien —añadió. No supe qué decir—. Y ahora que va a ser padre, supongo que todas mis ilusiones están rotas, ¿cierto? Siempre me gustó desde que estudiamos juntos el año pasado, sobre todo desde que salió en mi defensa una vez.
—Sí, algo de eso me habló. Y no me sorprende, siempre ha sido de los que abogan por los demás —dije, en recuerdo a una anécdota que cruzó por mi mente de hacía tiempo atrás.
—Lo sé. Él formó parte del Consejo Estudiantil el semestre pasado y abogó para que eliminaran el concepto de pago extraordinario de matrícula.
Abrí grandemente mis ojos. Luis nunca me había comentado de aquello.
Su Wan alzó la ceja derecha. Se había dado cuenta de mi ignorancia sobre lo que me contaba. Me dio la espalda, para verse a sí misma en el espejo.
—Cuando estudiábamos, no tuve oportunidad de ser cercana a él. Por entonces, yo pasaba por una depresión amorosa y mi autoestima estaba por los suelos. Pero, todo cambió cuando me defendió; me di cuenta de que me gustaba.
Respiró con dificultad. Era obvio que estaba tratando de contenerse de llorar. Me sentí fatal porque sabía que la estaba pasando mal por mi culpa.
—Lo... lo siento.
—Desde que pasé a la Facultad de Arquitectura, me contentaba con verlo de lejos, cuando encontraba cualquier excusa para ir a Estudios Generales, donde estudia él. No fue hasta hace unas semanas, en que tuve la oportunidad de volver a conversarle, que mis ilusiones renacieron. —Su mirada tenía un gran brillo cuando hablaba—. Nunca mostró mayor interés en mí. No debí interesarme en él... —añadió con una mueca—. ¡Qué tonta fui!
En sus ojos se veía una desazón con mezcla de resignación. Su mirada todavía brillaba, no sabía si era por el recuerdo de la vana ilusión que albergó o por las lágrimas que todavía no soltaba.
—¿Le dirás hoy que estás encinta?
—Todavía no sé si lo estoy. Puede que sea una falsa alarma... y mis manías de siempre dramatizarlo todo —acoté. Trataba de reírme de mí misma.
—Yo también lo hago.
Me dio la espalda y volvió a lavarse el rostro. Las hormigas dentro de mi estómago me mataban. Sentí los latidos de mi corazón sonando sin parar.
«Si me vas a delatar, ¡dímelo de una vez!».
Volvió a observarme a través del espejo, pero ahora en sus ojos se apreciaban más calma.
ESTÁS LEYENDO
El secreto de Margarita [Saga Margarita 2] - [GRATIS]
ChickLitContinuación de «Decídete, Margarita» (la cual la encuentran en mi perfil). No recomiendo leer esta parte sin haber leído su antecesora. ****** Luego de que Margarita y Luis se reconciliaran, y del gran error que ella cometió esa noche -producto de...