Margarita
—Ya llegamos, joven —dijo el taxista, sacándome de mis reflexiones de culpa.
Luis le pagó el viaje. Entre los dos me ayudaron a sentarme en la silla de ruedas. Fue ahí cuando aprecié bien el restaurante que tenía frente a mí.
El local era de construcción rústica, la cual contrastaba con el letrero de luz de neón azul que decía La Trattoria. Las paredes asemejaban piezas de madera y tenían ventanales grandes. Al interior se veía a una asidua clientela. Un amable joven, vestido con ropa de chef, salió a nuestro encuentro.
—¡Hey, Lucho! ¿Cómo va todo? —saludó, muy amable.
Le dio una palmadita en la espalda a Luis.
—Aquí, Giovanni, vine a probar los tallarines con salsa a lo Alfredo que hace tu viejo.
—No pues, ¡cómo me haces eso! —Le dio un pequeño golpe en la cabeza a Luis, que no pudo esquivar porque lo agarró desprevenido—. ¿Cómo que los platos de mi viejo? ¡Estás ignorando a un chef profesional como yo!
—¿No me digas que ya te graduaste? —preguntó, bastante sorprendido.
—¡Pues claro! La semana pasada acabé el último semestre. —Giovanni se mostró muy orgulloso.
Ambos continuaron hablando de lo corta que era la carrera de gastronomía, a diferencia de la medicina. Como la cercanía a la calle me provocaba frío, tosí un poco para hacerle recordar a Luis que me encontraba ahí.
—Oh, sí. ¡Me olvidé por completo! Perdón —dijo al tiempo que acariciaba una de mis manos—. Te presento a mi enamorada, Giovanni.
Hizo las introducciones del caso, a los que su amigo sonrió muy amable.
—¿Te gusta la comida italiana, Margarita? —me preguntó Giovanni.
—Sí.
—Aquí probarás la mejor de Lima, te lo aseguro.
Me pareció que iba a decirme algo más, pero Luis lo interrumpió:
—¿Y llegaron los que te avisé?
—Sí, acaban de venir hace un ratito. Les aconsejé sentarse en las mesas del fondo, cerca al karaoke donde me dijiste. —Le guiñó el ojo izquierdo.
—Bieeen. Todo perfecto. —Luis sonrió. Tomó las asas de mi silla de ruedas para luego añadir—: ¡Vayamos allá!
No sé qué se traían entre manos, pero cuando empezó a llevarme hacia donde Giovanni le había indicado, lo que avisté ahí me trajo más preguntas que respuestas. En el segundo ambiente del restaurante, hacia donde me llevaba Luis, el lugar estaba menos iluminado que en el primero. Tenían algunos cuadros de paisajes rústicos, que me recordaban a los que había visto en El Padrino, de la isla de Sicilia. Al fondo, observé que el amigo de Luis, Pablo, estaba contemplando lo que parecía ser la carta del menú. Al frente de él, una jovencita de facciones orientales estaba distraída mirando hacia el techo. Pero, ni bien observó llegar a Luis, su expresión despreocupada cambió a una animada.
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El secreto de Margarita [Saga Margarita 2] - [GRATIS]
ChickLitContinuación de «Decídete, Margarita» (la cual la encuentran en mi perfil). No recomiendo leer esta parte sin haber leído su antecesora. ****** Luego de que Margarita y Luis se reconciliaran, y del gran error que ella cometió esa noche -producto de...