Margarita
En la víspera de la Nochebuena, yo había tratado de comunicarme con mi abogada para ver el tema de César, pero no tuve suerte. Ella había apagado su celular y parecía que la tierra se la hubiese tragado. Fue así que, me mantuve ansiosa durante todo el fin de semana para tratar de arreglar ese asunto.
Llegado el día lunes, mamá fue a recogerme para ir a su oficina. En el trayecto en el taxi, me comentó que la boda de Paula fue espectacular, que el vestido de bodas había sido precioso, ni qué hablar de la decoración de la fiesta, la orquesta, el buffet...
—O sea que... ¿todo se desarrolló dentro de la normalidad? —pregunté, con la intención de saber si alguien ajeno a Paula estaba enterado de lo que ella me había confesado.
—Sí, normal. ¿Por qué no habría de estarlo? —Me observó con atención.
Tuve que pasar saliva. Los ojos de ella tan penetrantes y con esa cara tan seria eran intimidantes. Eso, sumado a mis pocas habilidades para mentir, me estaban poniendo en aprietos.
—¡Ah —prosiguió—, seguro que te refieres a César, ¿no?
¿César? ¡Había olvidado que él también estaba invitado a la boda de Paula!
—Lo vi de lejos —añadió con una mueca. Abrió más la ventana del taxi, mientras se abanicaba—. Estaba sentado en otra mesa, al fondo del salón de recepciones Pero, ni bien nos vio a tu padre y a mí cuando nos acercarnos a servirnos el buffet, se hizo el loco. Ni nos saludó.
—¿En serio?
¡Vaya! César decepcionando a su «suegra favorita». Ya eran dos desilusiones de mi madre respecto a él en menos de una semana.
—¿No tiene aire acondicionado, señor? —le preguntó al conductor. Este sonrió y le negó con la cabeza—. Deberíamos haber contratado un taxi de empresa, hija. Estos taxis tan destartalados e informales que inundan la ciudad no tienen nunca nada.
Pude percibir que el taxista le dio una mirada de reprobación a través del espejo retrovisor.
Si bien en Lima inundaban todo tipo de taxis, el que habíamos cogido era un automóvil moderno, pero esto no era suficiente para ella. ¡Ya estaba con sus presuntuosidades!
—Lo peor de todo es que a él lo vi tan campante y de la mano con su enamoradita —dijo con desdén—. La chica esa parecía que se había echado un kilo de maquillaje encima.
—¿Ah, sí? —dije de mala gana.
La verdad era que poco me importaba saber de César y de cómo se maquillaba la susodicha. Bastante tendría que conversar sobre él con mi abogada. No obstante, tuve que aguantar a mamá un rato más hablando de cómo él bailaba «muy apachurrado» (palabras textuales de ella) con su acompañante, mientras mi madre lo observaba con desaprobación durante gran parte de la noche. Pareciera que había ido a la boda de Paula para cubrir cada acción que mi ex hacía, para luego traérmelo como bocadillo de chisme.
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El secreto de Margarita [Saga Margarita 2] - [GRATIS]
ChickLitContinuación de «Decídete, Margarita» (la cual la encuentran en mi perfil). No recomiendo leer esta parte sin haber leído su antecesora. ****** Luego de que Margarita y Luis se reconciliaran, y del gran error que ella cometió esa noche -producto de...