Semillas que germinan (1/2)

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 Aviso: (¬‿¬)


- A-Cheng, deberías descansar. No es bueno que estés tanto tiempo en pie...

- ¡No estoy de pie! ¿Es que no ves el taburete? – dice mientras sigue agitando la sartén sobre el fuego. – Y me niego a alimentarme a base de comida a domicilio XiChen. Te he preparado una lista, espero que traigas todo para cuando vuelvas. – parpadeo un par de veces antes de coger la lista de la nevera. Es bastante larga.

- ¿De verdad necesitas todo esto?

- ¡Pues claro! – pone lo ojos en blanco - ¡No tienes nada XiChen! ¡Si no fuera porque anoche exageraron no tendríamos nada para comer hoy!

- Sabes que no soy bueno con la cocina...

- ¡Ni si quiera lo intentas! – A-Cheng sigue agitando la sartén sobre el fuego, con la comida saltando y milagrosamente, cayendo de nuevo en la sartén.

- ¿Te tumbarás y descansarás si prometo comprarte todo esto?

- Descansaré en cuanto terminemos de comer. Y tú traerás todo eso si quieres cenar esta noche y comer mañana. – Eso ha sido demasiado dulce aunque lo haya dicho como una amenaza.

- ¿Vas a cocinar para mi A-Cheng?

- Ya que estás dejando que me quede, al menos trataré de que no mueras de hambre. – sus mejillas cogen un ligero rubor. Está avergonzándose. Lindo.

- No sabía que supieses hacer comida vegetariana.

- Y no sé, pero no es nada que no pueda aprender. No podré garantizar el sabor hasta que no me acostumbre a ella, así que tendrás que soportarlo. – Lo abrazo por la espalda. Realmente me siento muy, muy querido ahora mismo. - ¿Qué haces? – beso su coronilla – Te lo advierto Lan XiChen, tengo un cucharon en la mano y sé cómo usarlo. – Es imposible no reírme con esa amenaza.

- Gracias A-Cheng – le susurro al oído.


A-Cheng mira al frente y me ignora. No dice nada más, pero sus mejillas están realmente rojas ahora mismo. Solo lo suelto cuando asegura que ya casi está listo, y que debo ir preparando la mesa. Para lo enérgico que es, resulta bastante tímido. Es bastante impresionante que realmente me permita ayudarle a cambiarse de ropa. A-Cheng apenas consigue estirarse lo suficiente como para poder sacarse los pantalones. Por no hablar de la ropa interior. Y creo saber porque WuXian se ganó las amenazas de muerte. Definitivamente, el verde flúor no es su color.


Mientras comemos, A-Cheng pregunta por mis preferencias con la comida. Y eso suena como música para mis oídos. Su comida es deliciosa. Estoy deseando probar lo que es capaz de hacer. Y seguro de que pronto tendré algunos de mis favoritos sobre la mesa. A-Cheng es más que capaz de empezar por esos. Casi no puedo creerlo. Entre los sitios que consideran vegetariana una ensalada con atún y los que únicamente los sustituyen con tofu, un mínimo de esfuerzo se aprecia. Y A-Cheng siempre da el máximo en todo lo que hace.

No es que me niegue por completo a comer animales, pero evito la mayoría de los platos que los involucran. No es una cuestión de ética sino de supervivencia. A-Cheng disfruta de los sabores fuertes y condimentados, pero a mi suelen crearme dolor de estómago. Tampoco suelo digerir bien los platos con mucha carne. Especialmente las carnes rojas. Si no se acompañan de suficiente verdura, son una bomba para mi estómago. Y a absolutamente nadie, le gusta pasarse las siguientes cuatro horas de lecciones con ardor de estómago. Así que cuando el menú del día no es apto para mí, acabo a base de ensaladas.

Distensión de un loto imperecederoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora