Extra: ¡Especial de Navidad 2020!

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Cualquier parecido con la historia anterior es pura coincidencia... ¿o no?
(¬‿¬)


De nuevo hemos llegado a esa fecha... esa maldita fecha tras el desastre de Jalogüin y las benditas vacaciones de año nuevo. Esa que todo el maldito mundo celebra, aunque no les importe si tiene algún significado místico o no. Navidad.

Para mí, Navidad significa Wei WuXian cantando villancicos desde el 1 de diciembre, jerséis de pingüinos, la obligación de hacer regalos que no quiero hacer y gente por todos lados. La parte buena, vacaciones en la Universidad y trabajos a tiempo parcial disponibles en casi todos los centros comerciales. Eso sí, este año me puse a envolver regalos, ser un elfo no es lo mío... el año pasado fue suficiente odisea... juro que no volveré a vestirme de elfo en mi vida...

La parte buena de no estar en Yummeng antes de Navidad es que me ahorro las compras de regalos con mi madre y la señora Jin. Y eso significa no ser el burro de carga, ni aguantar a ZiXuan durante todas las tardes de una semana completa. Porque la Nochebuena se pasa en familia, pero la Navidad es un puterio.

Los Jin vienen cada año a la comida, por la tarde, aparecen todas las familias de los trabajadores de mis padres. Lo que significa un montón de críos correteando por el muelle del loto, adultos embriagados (alguno al borde del coma etílico por culpa de Jin GuangSang) más de una chancla voladora con una puntería de campeonato y Wei WuXian haciendo el payaso vestido de reno... ni hablemos de recoger el desastre al día siguiente...

El único momento que merece la pena es la ceremonia impuesta por madre de repartir caramelos de semillas de loto para todos, justo antes de repartir los regalos. Aun si me  paso siempre toda la mañana envolviéndolos. De hecho, la tradición dicta que padre y Wei WuXian son expulsados sistemáticamente de la casa para que vayan a coger las semillas, mientras el resto nos encerramos en la cocina. Porque nadie quiere a Wei WuXian cerca de la cocina y porque padre es el único adulto capaz de controlarlo mínimamente. Admito que, hasta hace no mucho, yo también formaba parte del pack de exiliados. Hasta que el bocachancla de Wei WuXian se fue de la lengua, obviamente. Desde entonces soy el pinche de cocina.

Así que, desde hace dos años, según salgo de trabajar, me toca meterme en la cocina. Inesperadamente, nunca había notado a mi madre tan cariñosa antes. Me pregunto si tiene que ver con que sea el encargado de manejar el cuchillo la mayoría del tiempo, o si disfruta cocinar más de los que pensaba. Yanli dice que madre siempre es así en la cocina, pero no deja de resultarme extraño. Fue Yanli y no ella quien me enseñó a cocinar después de todo.

El caso es que este año también vienen los Lan a la tarde navideña y me entero mientras estoy picando la jodida cebolla. Además de que casi me corto un dedo, por una vez me entraron ganas de llorar, y no por el ácido sulfúrico de la cebolla. Y yo pensaba que me libraba de ver a Wei WuXian tontear con Lan WangJi y resulta que viene toda la familia, TODA. Así que Navidades con barba de chivo y señor sonrisa perfecta incluidos. ¿Puedo ahogarme en el lago ya? No hasta que termine de picar verdura... Gracias madre, yo también te quiero. No te quejes si el próximo año te caen calcetines de gatos y corazoncitos...

Así que la cena transcurre con Wei WuXian cantando versiones de villancicos obscenos, madre amenazándole con la chancla, padre interponiéndose (y llevándose algún que otro chanclazo) y Yanli riéndose y animando. ¿Yo? Yo sigo pensando que el fondo del lago es un lugar cómodo para dormir...



Al día siguiente vuelve a tocar maratón de envolver paquetes de caramelos y colocar la decoración del salón abierto al exterior. Hace fresco, pero el frío no es extremo y varias estufas se colocan siempre cerca de las mesas para los mas frioleros. Y los licores a menudo ayudan a contrarrestar el frio. Y este año que por fin podemos beber sin que sea a escondidas, vienen los Lan, perfecto... aunque bueno, con suerte eso evitará que tenga que volver a aguantar a Rudolph borracho. El año pasado intento que me vistiese de elfo para irme con él a repartir regalos. Y poco falto para que vomitase dentro del saco.

El shock llega cuando Wei WuXian decide ir corriendo a abrir la puerta. Espera... Esa persona que no contesta al teléfono ni a la tercera llamada... ¿De dónde sale tanto interés? Y lo más curioso de todo, no se oyen sus gritos después. ¿Qué está pasando? ¿Alguien lo ha secuestrado en la misma puerta? Imposible, no tendríamos tanta suerte ni aunque contratásemos sicarios nosotros mismos.

Distensión de un loto imperecederoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora